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LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS

Artículo escrito por Luis Galan Campos, graduado en Historia

La Guerra de los Cien Años (1337-1453) es quizá uno de los conflictos más famosos de la Edad Media. Con una duración de más de 130 años, significó la transición entre el  mundo medieval y el  nuevo mundo de la Edad Moderna.

Consecuencias de la Guerra

¿Que supuso la Guerra de los Cien Años ? Al término de la contienda  habían cambiado las formas de ver y hacer la guerra (organización de los ejércitos, nuevas armas…), de entender la política, pues se consolidan las monarquías autoritarias que se auto-financian con impuestos aunque aún dependen aún de los parlamentos, el mundo en el que vivían, se producen avances en al navegación, los países europeos se lanzan a la exploración del mundo en África, Asia y, más tarde, América, la filosofía, la literatura y el arte, estamos ante una renovación cultural después de las calamidades del siglo XIV: aparece el Humanismo, que pone al hombre de nuevo en el centro del universo, y en las ciudades italianas nace el Renacimiento; o la economía, ahora el estado dispone de sistemas más efectivos para captar impuestos, además, han avanzado los métodos de pago para financiar el comercio y la banca. Según Marx esto representa «el inicio del capitalismo».

Coronación de Carlos VI de Francia en 1380

De la crisis a la recuperación

La guerra se fraguó en un clima especial de inclemencia. Además para comprenderla no hemos de fijarnos sólo en  las causas sino también en un contexto más amplio. La primera  mitad del siglo XIV estuvo caracterizado por una crisis agraria (enfriamiento del clima, malas cosechas, hambrunas) y una crisis a nivel religioso: los papas cada vez tenían menos autoridad y dependían  más de la corona de Francia. En 1308 el Papa Clemente VII trasladó la Sede papa a Aviñón (Provenza), territorio controlado por el rey de Francia.

Esto supuso un gran descrédito para el Santo Padre y la Iglesia, que cada vez tenía menos poder de convicción entre la gente. En un primer momento (y coincidiendo con los desastres) hubo un aumento de los movimientos heréticos (dulcinitas, apostólicos, joaquinistas, josefinos, begardos, miguélicos…). Estos buscaban vías alternativas para conseguir la salvación y  formas de  interpretar la doctrina diferentes a la oficial. Algunos incluso planteaban reformas muy profundas de la sociedad  anunciando la inminencia del Juicio final o la «igualdad de los hombres presente en el Evangelio».

Imagen de unos labriegos en el mes de marzo del libro «Les très riches heures du Duc de Berry»

En 1348 hizo su debut la Peste Negra. Esta pandemia se había expandido por Asia muy rápidamente gracias a que estaba  políticamente reunida en el Imperio Mongol. Así llegó a la colonia genovesa de Kaffa, en el Mar Negro, y de allí  a Sicilia e Italia. En apenas cuatro años, de 1348 a 1352, acabó con un tercio de la población europea. Fue especialmente dura en zonas como el sur de Inglaterra o el norte de Francia. También desató en algunas regiones una gran histeria colectiva. Una gran parte de la población interpretaba la Peste como un castigo por sus pecados y participaban en todo tipo de rituales religiosos para pedir clemencia al Señor. Con el gran número de muertes y calamidades que asolaban Europa, para mucha gente fin del mundo estaba más que próximo. Estos querían también arreglar cuentas con Dios antes del Día Postrero. Como la Iglesia era incapaz de canalizar todas esas demandas espirituales, aparecieron toda suerte de movimientos. Cabe destacar los flagelantes, que buscaban el perdón por sus pecados con una pública consistente en impartirse azotes.

Los flagelantes de Tournai

Después de la Peste, se inicia una tímida recuperación. La expansión agrícola y comercial  se reanudó poco a poco. La población empezó también a crecer lentamente. Sin embargó la crisis de la Iglesia se agravó a partir del año 1378. El Papa Urbano VI decidió volver a Roma, pero una parte de los obispos y cardenales, con apoyo de algunas monarquías, decidió quedarse en la ciudad de Aviñón. Así de repente había dos papas y la elección de uno u otro dependía de las alianzas políticas. Esta situación tan delicada no fue resuelta del todo hasta  la abdicación del antipapa Félix V en 1449. Gracias a esto la Iglesia pudo recuperar un poco del poder perdido. Después de los desastres, la población seguía sumida en al incertidumbre. Tenia miedo de nuevos «castigos divinos» y le preocupaba el futuro de sus almas. La Iglesia supo aprovecharse de ello y canalizarlo. El siglo XV estuvo marcado por los cambios en la Iglesia y la intensidad de la devoción. Sin embargo la semilla de la duda ya estaba sembrada. No tardaría en llegar la Reforma.

Reconstrucción de la Batalla de Crecy de 1346

Juego de Tronos, Juego de Reyes

No en vano, la famosa heptalogía de G. R. R. Martin se inspira en los sucesos entorno a la Guerra de los Cien Años para urdir su universo fantástico, lleno de luchas e intrigas por el poder. La Guerra de los Cien Años fue sobretodo la lucha por un trono, el francés y la lucha entre dos reyes, el de Inglaterra (Casa de Plantagenêt y Casa de Lancaster y Casa de York) y el de Francia (Casa de Valois). La victoria final fue francesa, si. Pero en el proceso (que en Inglaterra culminó más tarde con la Guerra de las Dos Rosas, 1455-1485) tanto los reyes de Inglaterra como los del país galo reforzaron su poder. Es decir internamente tenían más capacidad de mando y empiezan a imponerse a los parlamentos, las ciudades y la nobleza. Es el primer paso hacia el absolutismo.

Ilustración del Atlas catalán de Abraham Cresques (1375)

Una nueva Europa

La imagen de Europa había cambiado. Después de 300 años el rey de Inglaterra ya no controlaba ningún territorio en francés (si exceptuamos la pequeña mancha de Calais). En otros países se sucedían también cambios importantes. Dinamarca, Noruega y Suecia se habían unido bajo una misma corona, la Unión de Kalmar, igual que harían dos de los principales reinos de la Península Ibérica, Aragón y Castilla, a partir de 1479. A partir de la conquista portuguesa de Ceuta (1415) y la posterior ocupación de bases en las costas africanas y en las islas del Atlántico, los países europeos, principalmente Castilla y Portugal, inician su expansión en pos de rutas comerciales y territorios ricos en materias codiciadas como especias o oro: había empezado la Edad de los grandes descubrimientos.

Artículo escrito por Luis Galan Campos, graduado en Historia.

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       Luis Galan Campos es graduado en Historia por la Universidad de Valencia. Actualmente cursa el Máster de Formación en el Mundo Occidental en la misma universidad. Su periodo histórico de investigación es la Edad Media (s. V – XV), contando entre sus áreas de trabajo la aristocracia occidental, la ideología de las élites, la Historia de las religiones y la construcción y establecimiento de los Estados.

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