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LOS SUCESORES DE SHUPPILULIUMA

INTRODUCCIÓN

El Estado Hitita fue una civilización que, a partir de su núcleo originario en el este de la Península de Anatolia (actual Turquía, mediados del siglo XVII a.C.), consiguió expandirse por gran parte de esta península y por territorios más orientales, conquistando buena parte del noroeste del Oriente Próximo (máxima expansión a mediados del siglo XIV a.C.). El término “hitita” procede de unas pocas referencias bíblicas a un pueblo cananeo posterior a la Edad del Bronce denominado “hittim” (refiriéndose a los neohititas). Por otro lado, los hititas se llamaban a sí mismos “Pueblos del País de Hatti”, lo que nos viene a decir que nunca utilizaron ningún término étnico o político para designarse a sí mismos, sino que se identificaban a sí mismos por el nombre de la región en que vivían. Esto se explica fácilmente si tenemos en cuenta que los hititas no tenían un núcleo étnico común ni una lengua común, sino que eran una sociedad de carácter multirracial, formada por un cierto número de diferentes elementos étnicos (indoeuropeos, hattianos, hurritas, etc.) que hablaban un cierto número de lenguas diferentes, debido a la gran cantidad de prisioneros de guerra procedentes de las campañas militares.

Dibujos hechos a partir de ejemplos reales de sellos del Reino Medio hitita

EL IMPERIO HITITA TRAS SHUPPILULIUMA

1) La herencia de Murshili II:

Poco después de completar sus conquistas y darles un ordenamiento político y jurídico, asegurándose la lealtad de los territorios conquistados, Shuppiluliuma murió. Dejó un imperio mucho más grande que el que se había encontrado, pero con las energías y los recursos bastante agotados por los treinta años de guerras incesantes. La conservación y consolidación de las conquistas de Shuppiluliuma, o su pérdida y disminución del poder hitita, pendían de un hilo, y esa es la difícil tarea que van a tener que hacer los herederos. Poco después de su muerte, también murió de la peste Arnuwanda II, su principal heredero, por lo que subió al trono un joven Murshili II que tuvo que hacer frente a esta complicada labor. A nivel de política exterior, Murshili II tuvo que afrontar una sublevación general de todos los países conquistados por su padre, Shuppiluliuma; y a nivel de política interior, combatió contra los estragos de una letal peste que había sacudido el país a nivel demográfico y moral, ya que se pensaba que era como una especie de castigo divino por los pecados que podría haber provocado Shuppiluliuma. Aunque obviamente no podamos saber lo que se le pasaba por la cabeza, quizás podríamos decir que, teniendo un padre tan arrollador, Murshili II se sentía en cierta medida obligado a continuar la empresa iniciada por su padre. Por este motivo, Murshili II se lanza de lleno a distintas campañas militares, al mismo tiempo que su imperio se ve disminuido por las sublevaciones internas y los efectos mortales de la peste.

Mapa del Imperio Hitita mostrando los territorios desde antes de Shuppiluliuma hasta después de Murshili II

2) Murshili II en Siria:

Aparte del problema que arrastra con los kashka, Murshili se va a emplear a fondo en dos frentes: la rebelión de los territorios conquistados en Siria y las campañas en Arzawa, una zona olvidada o marginada por su padre. En el primer caso hay que decir que esta rebelión no fue unánime y generalizada, ya que los intereses de los hititas en esta zona estaban defendidos, por ejemplo, por los hijos que Shuppiluliuma había colocado como reyes en dos de las ciudades más importantes: Telipinu en Aleppo y Piyashshili en Karkemish. Sin embargo, el primero muere prematuramente, así que la resistencia hitita está encabezada por el segundo desde la ciudad de Karkemish. La rebelión había estallado en Nukhashe y Qadesh, desde donde se había extendido a Ugarit sin involucrar a Amurru, cuyo rey y su heredero se mantienen leales a Murshili II. Finalmente, la rebelión no triunfa y Murshili II consigue restablecer el orden, realizando cambios en los dirigentes locales y firmando una serie de tratados con los nuevos reyes de Aleppo, Ugarit o Amurru. Además, por haber sido la cabeza de los hititas en Siria, Karkemish obtiene considerables ventajas territoriales, anexionándose el viejo reino de Mukish y obteniendo una salida al mar en Siyannu.

Mapa con la localización aproximada de los grandes lugares del mundo hitita

3) Murshili II en Arzawa:

El caso de Arzawa es distinto, porque Shuppiluliuma no había logrado victorias definitivas en la región, a pesar de que ya se reconociera aquí la hegemonía de los hititas en la península de Anatolia. Cuando Murshili se propone la campaña de Arzawa, se encuentra con una compleja formación estatal encabezada por Ukhkhaziti, un rey que ha conseguido dominar otros pequeños reinos del suroeste anatólico. A grandes rasgos, lo que en esta región hace Murshili II es avanzar con sus tropas al mar Egeo, poner en fuga a Ukhkhaziti, aceptar la sumisión de unos y vencer a los otros. Al final, es capaz de organizar de forma estable todo el suroeste anatólico, llevando a cabo pactos y tratados con esos pequeños reinos antes controlados por Arzawa, como Shekha, Mira, Kuwaliya y Khapalla. Sin embargo, aquí no se acaba la intervención de Murshili II, ya que en la segunda mitad de su reinado los pequeños reinos de Mira y Kuwaliya se rebelan, lo que obliga al rey hitita a intervenir en la zona para asegurarse la conquista estable de Arzawa.

Fragmento traducido de los anales del rey hitita Murshili II

4) La herencia de Muwatalli II:

Teniendo en cuenta las fuentes de conocimiento de las que disponemos, podemos decir que al final del reinado de Murshili II toda la parte central y meridional de la península de Anatolia, desde el mar Egeo hasta el río Eúfrates, está en poder de los hititas, bien directamente, como Kizzuwatna, o bien a través de reyes vasallos. En cambio, el norte de la península, sobre todo lo que es la costa del Mar Negro y los Montes Pónticos, queda fuera del control del imperio hitita. Muwatalli II, hijo de Murshili II, va a tener que hacer frente, no solo a las amenazas exteriores de los kashka del norte peninsular, sino a las nuevas pretensiones expansionistas de Asiria y el Egipto de Seti I y Ramsés II, produciéndose en este último caso la famosa batalla de Qadesh.

Estado actual de una estatua del rey Muwatali II
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