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LAS EXPEDICIONES DE HERKHUF

Artículo sobre las expediciones de Herkhuf escrito por Jacquelinam Sánchez

Las expediciones de Herkhuf

En el Antiguo Egipto existía la tierra de Punt, o Pwenet y Pwene, también llamado Ta netjer, que significa «Dios del País». Era un sitio comercial que aparece en las historias del antiguo Egipto, cuya ubicación es todavía incierta. La mayoría de los egiptólogos lo ubican en nuestros días en un sitio en la costa africana del Mar Rojo, desde la frontera entre Eritrea y Sudán al norte de la actual Somalia. Otros creen que era un lugar a cada lado del Mar Rojo designado como el sur de la Península Arábiga.

A estas tierras se realizaban muchas expediciones, ya que había cantidad de cosas de gran interés para los egipcios. Era una tierra que tenía cosas exóticas y que la élite de ese momento pagaba fortunas por conseguirlas. Para ir hasta allí, debían armarse grandes expediciones. La expedición más antigua a la tierra de Punt data del faraón Sahu de la dinastía V, alrededor XXV siglo a.C., esto está inscripto en la parte posterior de la Piedra de Palermo, así como en los bloques recientemente descubiertos por arqueólogos egipcios en el lugar de enterramiento del rey en Abusir. Las escenas publicadas muestran al rey Sahu sentado delante de árboles de incienso visiblemente replantados, en otra escena se encuentra de pie con una azuela y se prepara para cortar la corteza para extraer exhalando la resina. Finalmente, en otro bloque hay una escena de navegación con gente de Punt.

Posible ubicación de la tierra de Punt

Al final del Reino Antiguo, todos de una manera u otra informaban de su actividad directa o indirectamente relacionada con este país. ¿Quién era Herckuf?, era un príncipe, Gobernador del Alto Egipto, Tesorero del Rey, una persona de extrema confianza, a tal punto que se consideraba que era el único y gran amigo del rey, todos estos fueron títulos otorgados; imaginen amigos que “honor” ser considerado el “único amigo del rey”. Era hijo de Iri, quien era un príncipe y monarca de Elefantina, vivió durante los reinados de Merenre I y Pepi II (faraones de la VI dinastía).

Su sepultura se encuentra en la necrópolis de Qubbet el-Hawa y en su fachada se ve parte de su biografía. Gracias a esta autobiografía, conocemos estos maravillosos viajes a Punt bajo las órdenes de Merenre I. En su autobiografía Herkhuf nos describe sus viajes al país de Yam, situado, muy probablemente, a la altura de la tercera catarata del Nilo. Y también nos reproduce una carta dirigida al rey Pepi II. Merenre I deseaba mucho establecer relaciones económicas con los príncipes de Nubia. En esa fachada habla de su cuarto viaje realizado a Yam, tierra en conflicto.

Vista de la ladera donde está la necrópolis de Qubbet el-Hawa

En su tercer viaje había tenido más de una complicación, el territorio al cual iba no estaba en paz, se había instalado una zona de guerra entre los príncipes del lugar. Esto era muy lógico, porque esas tierras eran rutas comerciales de muchísimo valor y cada uno quería dominar la zona. Los pedidos de ese entonces para esas rutas eran de: goma, mirra, pigmento rojo y “buena hierba fragante”. Pero Herckuf era un diplómático muy habilidoso y gracias a su intervención y a la fuerza militar que lo acompañaba, su viaje finalizó con un éxito absoluto. Decide entonces, tras ese éxito realizar un cuarto viaje y se dirige a zonas que aún estaban más al sur y ahí hace el descubrimiento de un pigmeo. Pepy II era el Rey y el hermanastro de Merenre I, pero era un niño. Cuando Merenre I se entera de este pigmeo le pide que se lo traiga a Menfis (ciudad en la que residían) con total rapidez.

Entrada a la tumba de Herkhuf

Leamos las partes más significativas de la carta del rey de la autobiografí­a de Herkhuf.

«…Se ha tomado buena nota de esta carta tuya que has enviado al rey, a palacio, para hacer saber que has vuelto sano y salvo de Yam con la tropa que estaba contigo. Has dicho, en esta carta tuya, que has traí­do todo tipo de grandes y hermosos dones. Has dicho, en esta carta tuya, que has traí­do un pigmeo de danzas divinas de la tierra de los habitantes del horizonte, como aquel pigmeo portador del sello del dios Baurded que se trajo de Punt en tiempos del rey Isesi. (Punt, como dijimos, es muy probablemente un paí­s situado en las costas de las actuales Eritrea, Etiopí­a o Somalia. Isesi era un rey de la quinta dinastí­a)… Dirí­gete hacia el norte, a palacio. Apresúrate y trae contigo a este pigmeo. Cuando el pigmeo viaje contigo en la barca, nombra a personas responsables que estén junto a él en cubierta para evitar que se caiga al agua. Cuando duerma, de noche, nombra a personas responsables que duerman junto a él, en su tienda, e inspecciónalo diez veces cada noche. Mi majestad desea ver este pigmeo más que los dones del Sinaí­ y de Punt. Si llegas a palacio con este pigmeo contigo, vivo, fuerte y sano, mi majestad hará por ti algo más grande que lo que se hizo por el portador del sello del dios Baurded en tiempos de Isesi, tal es el deseo de mi Majestad de ver a este pigmeo«….

La fachada de la tumba tiene el texto de la carta esculpido

Ustedes tienen que entender que el Rey era tan sólo un niño de pocos años, y en esa época ¡imaginen ustedes al pobre niño! sujeto a reglas, estrategias de guerra, condiciones políticas, toda una preparación especial para que esté listo como faraón ante cualquier circunstancia. Simplemente que le haya nombrado de este exótico pigmeo que hacía danzas exóticas, lo veía como un juguete nuevo de distracción, para hacerlo reír y divertirse. Como todo niño, no le importaban las pieles, esencias, marfiles y todo tipo de cosas exuberantes en precio, él tan sólo quería a ese PIGMEO.

Podrí­amos preguntarnos por qué la literatura egipcia aparece precisamente en este momento. Pues existe una razón muy fuerte para creer que tenía que ver con las profundas diferencias culturales que había entre el reino antiguo y las etapas inmediatamente sucesivas. Las certezas culturales de las élites del reino antiguo desaparecieron con los acontecimientos del primer periodo intermedio.

Relieve de la tumba de Herkhuf

Artículo escrito por Jacquelinam Sánchez

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