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El final de la Edad Oscura

Introducción

Hacia el 1150-1100 a.C., los centros palaciegos de la espléndida civilización micénica estaban en ruinas o deshabitados, del mismo modo que muchas de las grandes ciudades y aldeas de panorama estatal. Más que pérdidas humanas, estamos hablando de muy grandes y permanentes pérdidas culturales que afectarían a la Historia antigua griega durante los cuatro siglos siguientes. Del mismo modo, se produjo una gran sequía en cuanto a fuentes de conocimientos se refiere, tanto escritas como materiales, lo que hace que esta etapa adopte ese nombre, la edad oscura griega.

A nivel cronológico, la Edad Oscura griega se divide en dos periodos: una primera mitad (1150-900 a.C., aprox.) en la que Grecia fue víctima frecuente de invasiones y movimientos de población, aunque se ven algunas pruebas de la paulatina recuperación y evolución material; y una segunda mitad (900-750 a.C., aprox.) en la que se va produciendo una lenta aceleración del progreso que sienta las bases del renacimiento cultural del siglo VIII a.C.

Esquema de las fuentes de conocimiento de la Edad Oscura griega

Cambios económicos al final de la Edad Oscura

La pregunta que todo aquel que haya leído los artículos anteriores sobre la Edad Oscura en la Antigua Grecia podría hacerse es por qué en la segunda mitad del siglo VIII a.C., y no en otro momento anterior o posterior, asistimos a la rápida transformación de la sociedad griega que permitió dejar atrás ese periodo de la Edad Oscura.

La respuesta, si bien no es absoluta o inequívoca, se puede llegar a entender explicando los cambios producidos en esa época. Algunos de esos cambios, como las innovaciones artísticas o culturales, se dieron por la aceleración de los modelos de crecimiento existentes, mientras que otros, como las relaciones socioeconómicas, se dieron para marcar una radical ruptura con el pasado, para iniciar el periodo de la Época Arcaica (aprox. 750-490 a.C.).

Reconstrucción ideal de una casa prototípica de la Edad Oscura griega (Fuente: Pomeroy)

Uno de los mayores cambios que se produjo fue el aumento generalizado de la población griega desde comienzos del siglo VIII a.C. y durante los dos siglos siguientes, después de haber pasado siglos de crecimiento demográfico muy lento. Poco se sabe acerca de por qué en este momento se generaliza el aumento demográfico, aunque sí sabemos solo unas condiciones materiales y sociales favorables desde finales del siglo IX a.C. podrían propiciar ese cambiar.

Hay una teoría muy conocida pero no confirmada que afirma que el aumento de la población estaría directamente asociado al paso desde una  economía predominantemente ganadera a otra predominantemente agrícola. Esto es debido a que, para poder dar de comer a un número cada vez mayor de habitantes, las tierras que se habían dedicado tradicionalmente a pastos se dedicaron a la producción de grano. Además, esta extensión de las tierras de cultivo vino acompañada de unos métodos más intensivos de cultivo destinados a incrementar el rendimiento y la variedad de las cosechas.

Fragmento de cerámica griega de finales de la Edad Oscura

Cambios sociales al final de la Edad Oscura

Contemporáneamente a esta transformación económica, se produce otra social. Aunque no lo sabemos a ciencia cierta, lo más probable es que fueran las principales familias de cada región las más favorables a convertir los pastos en tierras de cultivo, puesto que así estas familias, que llevaban ocupando esas tierras durante generaciones, podían beneficiarse de los derechos para arar y sembrar esas nuevas tierras.

De ese modo, a medida que las tierras de cultivo fueron haciéndose más deseables, los caudillos y otros jefes de las familias destacadas llegaron a poseer y beneficiarse de gran cantidad de las mismas. Así, mientras unos pocos se convirtieron en agricultores a gran escala, el resto de la población siguió viviendo de sus pequeñas fincas y de sus modestos rebaños de ovejas y cabras.

Yelmo de bronce cretense del siglo VII a.C.

Como era de esperar, las cada vez mayores diferencias en el reparto de las tierras empezaron a conllevar mayores tensiones sociales, a medida que las tierras escaseaban cada vez más. Como ya probablemente sabréis, esta tensión social por la falta de tierras buscó soluciones para aliviarse, la primera de las cuales consistió en la emigración de grandes cantidades de población desde la Grecia continental e insular hacia el sur de Italia y Sicilia a partir de la segunda mitad del siglo VIII a.C.

De ese modo se inauguraba una larga oleada de colonizaciones que acabaría estableciendo docenas de nuevas poblaciones griegas desde la península Ibérica hasta las riberas del Mar Negro. La mayoría de estos emigrantes viajaban con el aliciente de conseguir una finca de grandes proporciones en una buena tierra donde vivir, ya que lo que les esperaba fuera seguramente era mejor que lo que su lugar de origen podía ofrecerles.

No obstante, en la actualidad sabemos que la escasez de tierras no fue tal cómo se pensaba antaño, ya que en ningún lugar de Grecia la población llegó a los límites de producción de la tierra, y la ocupación de las zonas rurales prosiguió durante todo el siglo VII y parte del VI a.C. En otras palabras, el problema no era tan solo que no hubiera tierras, sino más bien que las tierras más productivas estaban en manos de una minoría de familias, de tal manera que muchos se veían obligados a buscar tierras periféricas o a emigrar.

Las colonias griegas en el Mediterráneo (las de color rojo, las amarillas son fenopúnicas)

Bibliografía

BARCELÓ, P. (2001): Breve historia de Grecia y Roma. Alianza, Madrid.

CÁNFORA, L. (2003): Aproximación a la historia griega. Alianza, Madrid.

GÓMEZ ESPELOSÍN, F. (2001): Historia de la Grecia antigua. Akal, Madrid.

LANE, R. (2008): El mundo clásico. La epopeya de Grecia y Roma. Crítica, Barcelona.

POMEROY, S. [et.al.] (2012): La antigua Grecia. Historia política, social y cultural. Crítica, Barcelona.

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