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Consecuencias de la independencia de Argentina

Artículo sobre las consecuencias de la independencia de Argentina publicado por mí en la web de QueAprendemosHoy el día 26/06/2018.

Consecuencias de la independencia de Argentina: la política

Tras la proclamación de la Independencia el 9 de julio de 1816, y después de afrontar las divisiones internas del gobierno y las amenazas externas contra las que tenía que defenderse, José de San Martín vio como varias de sus propuestas eran aprobadas por Juan Martin de Pueyrredón, tercera persona en ocupar el cargo de Director Supremo.

A pesar de la independencia, y de ser por tanto el primer gobernador de la nueva nación, Pueyrredón gobernó apoyado por el Congreso de la misma forma autoritaria que había caracterizado a sus predecesores, impulsando una dura política fiscal y de leva, lo que seguramente fue un factor decisivo a la hora de hablar de su caída y la del propio Congreso.

En mayo de 1817, era el Congreso el que tenía que efectuar un traslado de su sede, desde Tucumán hasta Buenos Aires por la amenaza que suponía el avance del ejército realista de Joaquín de la Pezuela desde el Alto Perú. Contemporáneamente a este hecho, José de San Martín ya había liberado Chile, y entregado la Banda Oriental a los portugueses, como era su objetivo.

Óleo en el que se representa a Juan Martin de Pueyrredón

Consecuencias de la independencia de Argentina: la economía

El proceso revolucionario y las guerras internas antes y después de la proclamación de Independencia se tradujeron en unas consecuencias negativas que afectaron profundamente a la economía argentina: en primer lugar, la plata, el que había sido antaño el mayor producto de exportación del Virreinato del Río de la Plata, ahora tenía una dificultad de circulación cada vez mayor. Esto se tradujo en la práctica en la pérdida de una de las principales fuentes de riqueza económica y en la gran escasez de circulación de monedas metálicas. En segundo lugar, la guerra interna hizo que las rutas comerciales se hicieran cada vez más inseguras, teniendo que lidiar con los continuos saqueos de atracadores de caminos y bandoleros.

Sin embargo, esta crisis del comercio no perjudicó a todos. Después de que el virrey Hidalgo Cisneros abriera Buenos Aires al comercio inglés en noviembre de 1809, la influencia británica fue en continuo aumento, y ya en tiempos de la Declaración de Independencia superaba y arruinaba a los grupos mercantiles oriundos de la Península Ibérica.

Cuadro representando a Jose de San Martín

Las principales mercaderías por las que se interesaban los ingleses eran los cueros y la carne salada, de tal manera que en 1820 los primeros ya se habían convertido en el principal producto del comercio de exportación. Además, hay que decir que algunas regiones provinciales quedaron totalmente arrasadas por los estragos de la guerra.

Es el caso de la provincia de Santa Fe, que al final de la década se había quedado prácticamente sin ganado, fruto de los saqueos que traía como consecuencia el ser lugar de paso obligatorio para las expediciones militares que se dirigieran del sur hacia el norte. Algo similar, aunque en menor medida, sucedió también en la provincia de Entre Ríos y Corrientes, aunque la economía de ésta última sobrevivió más por el hecho de estas más diversificada y no depender tanto del sector primario.

Consecuencias de la independencia de Argentina: la Constitución de 1819

Muchos intelectuales y políticos de las Provincias Unidas de Sudamérica, influenciados por la redacción de los textos constitucionales de Estados Unidos en 1787, Francia en la década de los 90, o Cádiz en 1812, creían que la redacción de una Constitución propia para su nación sería la panacea a todos sus problemas: se acabarían todos los problemas internos, y la nación se uniría para iniciar un periodo de prosperidad y paz.

Sin embargo, la Constitución argentina de 1819 no significó eso, sino todo lo contrario. Los congresistas, reunidos en abril de 1819, terminaron sancionando el día 22 una Constitución ecléctica, que intentaba tener aspectos que contentaran y dieron por satisfechos tanto a los monárquicos como a los aristocráticos y los democráticos. A pesar de ser teóricamente una Constitución republicana, era una obra básicamente centralista y con un claro trasfondo monárquico que pronto contó con el rechazo de las provincias del interior.

Constitución argentina de 1819

En la Constitución de 1819 se establecía que la religión oficial del Estado era la católica, apostólica y romana, y hacía una división de poderes: el poder legislativo sería bicameral, ejercido por una Cámara de Representantes (en la proporción de un diputado por cada 25.000 habitantes) y un Senado, formado por senadores de provincia, y con una composición de militares, letrados y eclesiásticos… Mientras que el cargo de diputado en la Cámara de Representantes tenía una duración de cuatro años, el cargo de Senador era mucho más largo, ya que duraba doce años.

En segundo lugar, el poder ejecutivo estaba representado por el Directorio, a cuya cabeza estaba el Director Supremo, un cargo que era nombrado por votación en las dos cámaras del poder legislativo y que duraba cinco años. En tercer y último lugar, la Alta Corte de Justicia era el organismo sobre el que recaía el poder judicial del Estado.

Como era de esperar, algunas provincias rechazaron la Constitución, abogando por un sistema de gobierno de gobierno federalista en el que Buenos Aires no tuviera más peso político que otras provincias. De esta forma, la Constitución de 1819 no fue jurada en las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Tucumán, Córdoba, y en la Banda Oriental. El Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón, llevó a cabo un intento de invasión militar de las provincias rebeldes, pero fracasó y acabó renunciando al cargo apenas dos meses después de sancionar la Constitución.

Cuadro representativo de la Batalla de Cepeda de 1820

A partir de aquí, la caída del régimen impuesto por ésta era inevitable: el 1 de febrero de 1820, tras la sublevación de Tucumán y Córdoba, un ejército porteño encabezado por el nuevo Director Supremo, José Rondeau, era derrotado por los ejércitos de las provincias en la Batalla de Cepeda. Derrotadas las fuerzas de Buenos Aires, las tropas encabezadas por los caudillos militares de las provincias de Entre Ríos y Corrientes tomaron la ciudad, derrocaron el régimen, el Congreso y la Constitución, y establecieron la República Federal mediante el Tratado del Pilar. Las Provincias Unidas de Sudamérica y el proyecto centralista impulsado desde la revolución de mayo de 1810 había desaparecido, dejando paso a un nuevo Estado federalista, las Provincias Unidas del Río de la Plata, que se mantendrían unidas, aunque con independencia las unas de las otras, hasta 1860.

Artículo sobre las consecuencias de la independencia de Argentina publicado por mí en la web de QueAprendemosHoy el día 26/06/2018.

Bibliografía

ACEVEDO, E.O. (1992): La independencia de Argentina. Colección Mapfre Independencia de Iberoamérica, Madrid.

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MALAMUD, Carlos (2010): Historia de América. Ed. Alianza, Madrid.

PÉREZ HERRERO, Pedro (2008): “La América española: 1763-1824” en La América Española 1763-1898: Política y sociedad. Ed. Síntesis.

SABORIDO, J.; PRIVITELLIO, L. (2006): Breve Historia de la Argentina. Ed. Alianza. Madrid, España.

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Las consecuencias de la independencia de Argentina
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Muchos argentinos creían que independizarse sería la panacea, pero las consecuencias de la independencia de Argentina fueron notables
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