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La batalla de Gránico

Introducción

Alejandro III de Macedonia (356 – 323 a.C.), más conocido como Alejandro Magno, es uno de los personajes históricos más atractivos de estudiar no solo de la Historia antigua, sino de la Historia en general. Su breve pero intensa vida, la trascendencia de todas sus conquistas y victorias, y el cambio radical que provocó en todo el mundo ha propiciado que en los últimos siglos se hayan publicado miles de estudios sobre todo lo referido a su vida y obra. Sin embargo, si hay un aspecto que destaca de entre todos los demás son las conquistas de Alejandro Magno, cuya primera gran hazaña en Asia fue en la batalla de Gránico.

Busto de Alejandro Magno en los Museos Capitolinos de Roma

Hacia la batalla de Gránico

La batalla de Gránico (334 a.C.) fue mucho más que la primera gran hazaña de Alejandro Magno en territorio asiático. Hasta ese momento, el nuevo rey había sido para los macedonios y los griegos solo el hijo y heredero de Filipo II, por lo no será hasta esta victoria cuando comience a desprenderse de la sombra de su padre. A raíz de este enfrentamiento, la fama, la gloria y la inmortalidad aterrizarían en la vida de Alejandro. Sin embargo, no hay que olvidar que el joven conquistador no estaba solo en su campaña. Los más destacados miembros de la nobleza militar de Macedonia fueron piezas fundamentales dentro del tablero de ajedrez contra los persas. Sin la ayuda de Parmenión, Clito, Antígono, Hefestión, Filotas, Ptolomeo, Crátero, Perdicas, Nearco, Seleuco y muchos otros, Alejandro Magno no solo no habría llegado tan lejos, sino que habría muerto varias veces.

En el otro lado de la balanza encontramos a los persas. Las enormes dimensiones territoriales del Imperio Aqueménida hacían que la movilización del grueso de sus fuerzas para hacer frente a cualquier amenaza sobre sus fronteras resultara muy lenta. Por esta razón, era responsabilidad de los sátrapas (los gobernadores de las provincias) contener el avance de posibles invasiones usando solo su limitado número de tropas hasta que el grueso de las tropas del Rey de Reyes llegara. No obstante, dadas las pérdidas que estaban sufriendo en Asia Menor desde el 336 a.C., los sátrapas de Anatolia prefirieron utilizar una táctica mucho más temeraria: plantar cara directamente a Alejandro con la esperanza de matarlo.

Ilustración sobre Alejandro Magno en la orilla del río, antes de la batalla (Arrecaballo)

El desarrollo de la batalla de Gránico

En mayo del 334 a.C. el ejército de los sátrapas se agrupó en las inmediaciones de la ciudad de Zelea, junto al río Gránico, en el extremo noroeste de la península de Anatolia. En este campo de batalla los persas esperaban acabar con los invasores gracias a la inferioridad de éstos en lo que a caballería se refiere, pero no contaban con el talento militar de los macedonios. Antes de comenzar la lucha, la posición de los persas era fuerte. Habían establecido su caballería a orillas del río para impedir que los macedonios pudieran cruzarlo, y la infantería, integrada en su mayoría por mercenarios griegos, fue dispuesta detrás de ella para apoyarla.

Los detalles de la batalla de Gránico propiamente dicha son relativamente desconocidos, ya que existen dos versiones diferentes ofrecidas desde el bando macedonio, representadas en las figuras de Parmenión y Alejandro, y es difícil saber hasta qué punto es verídico lo que cuenta cada una. No obstante, la versión de Parmenión es más verosímil, al ser menos épica y espectacular. Para empezar, ya en la estrategia a seguir ambos se distancian. Mientras que Parmenión abogaba por emprender al alba el ataque decisivo para sorprender al enemigo, Alejandro sostenía que era mejor cargar contra el enemigo a cara descubierta.

Ilustración de la batalla de Gránico 334 a.C. (Arrecaballo)

Según la versión épica, a plena luz del día Alejandro habría superado las líneas enemigas cabalgando a la cabeza de los hetairoi, haciendo entrar en pánico a los persas. Gracias a ello, la infantería macedonia habría rodeado al resto del ejército enemigo después de una sangrienta pelea, encerrándolos y derrotándolos por completo. Según la otra versión, Alejandro cruzó el río por la noche y al amanecer arremetió contra las formaciones persas. De nuevo a causa de la carga de caballería, los macedonios habrían conseguido la superioridad sobre el campo de batalla. Más tarde, la falange macedonia y la infantería pesada vencieron a los mercenarios griegos. A nivel de bajas, la mayor parte de la caballería persa habría perdido la vida, y la infantería persa, que aun no había participado en el combate al estar detrás de los mercenarios griegos, huyó al ver como estaba resultando el enfrentamiento para éstos.

Consecuencias de la batalla de Gránico

En cualquier caso, más allá de la controversia con las fuentes, lo cierto es que la batalla de Gránico acabó en una aplastante victoria para Alejandro Magno. La mayor parte de los mercenarios griegos fueron ejecutados sin piedad por ser traidores a la causa griega, y los que sobrevivieron fueron enviados como esclavos a Macedonia, junto con un gran trofeo de guerra: 300 armaduras persas completas que servirían de ofrenda a la diosa Atenea. También se aniquiló sin contemplaciones a los mandos persas y las unidades de caballería de élite, matando incluso a un hijo de Darío III y a varios miembros más de la casa real aqueménida.

La batalla de Gránico, cuadro de Charles Le Brun hecho en el siglo XVII

La batalla de Gránico tuvo otra consecuencia importante que cambió el rumbo de la guerra: los persas ya no contaban con la posibilidad de organizar una defensa eficaz de Asia Menor, por lo que sus posesiones en la península de Anatolia empezaron a tambalearse. Ahora que el ejército invasor tenía abierto el camino hacia el sur, las ciudades de las satrapías de Lidia, Caria, Licia y Jonia fueron cayendo rápidamente. La conquista de grandes urbes de la región como Sardes o Dascileo les reportaron botines muy generosos, pero éstos solo eran una mínima parte de los que conseguirían en el futuro. En menos de un año de campaña, Alejandro Magno había pasado de ser solo el hijo de Filipo II a ser el único militar del mundo adentrado con éxito en el corazón del todopoderoso Imperio Persa.

Bibliografía

BARCELÓ, P. (2011): Alejandro Magno. Alianza Editorial, Madrid.

DOMÍNGUEZ MONEDERO, A. (2006): Atlas histórico del mundo griego antiguo. Síntesis, Madrid.

FERNÁNDEZ, P. (2002): Historia antigua universal II: el mundo griego hasta la segunda mitad del siglo IV a.C. UNED, Madrid.

GÓMEZ ESPELOSÍN, F. (2001): Historia de la Grecia antigua. Akal, Madrid.

POMEROY, S. [et.al.] (2012): La antigua Grecia. Historia política, social y cultural. Crítica, Barcelona.

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