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Entrevista a Pedro Barceló

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Entrevista a Pedro Barceló

Antes de nada, me gustaría mostrarle mi profunda admiración por su carrera profesional. Usted, Pedro Barceló, ha tenido una excelente trayectoria en la que ha combinado magistralmente el área académica con la divulgadora. De esa manera, al mismo tiempo que es catedrático de Historia Antigua en las Universidades de Erfurt y Potsdam, miembro de la Real Academia de la Historia o doctor honoris causa por la universidad Jaume I de Castellón, entre otros muchos méritos, ha publicado numerosos libros de divulgación histórica en español y alemán. Afortunadamente, hoy en día es cada vez más común este binomio entre investigación y divulgación, pero aun así dígame, ¿cree usted que la universidad está en deuda con el mundo divulgativo? ¿hay que reforzar mucho más esta vertiente?

Desde luego. Los científicos no vivimos en una torre de marfil. Formamos parte de un complejo mundo común abierto al intercambio de ideas y pareceres. También hay que resaltar que estamos en deuda con nuestro entorno. Por eso los resultados de nuestras indagaciones tienen que ser difundidos, pues aunque el investigador los genera, también pertenecen al patrimonio de la sociedad en el sentido más amplio de la palabra. ¿Qué sentido tendría acumular saber individual sin compartirlo con nuestros semejantes?

En el pasado mes de octubre salió al mercado su nueva obra: El mundo antiguo. Tierra y mar, poder, dominio y guerra, mito e historia, culto y redención en la Antigüedad, publicado por Alianza editorial. En él hace un ambicioso recorrido por el mundo del Mediterráneo antiguo para hablar de los valores, ideas y conceptos más importantes, muchos de los cuales van desde aquella época hasta la nuestra. ¿Qué cree que es lo que más va a sorprender a la gente cuando lean la obra?

Muchos lectores se darán cuenta de que una gran parte de temas que trato en este libro, aunque aparezcan ubicados en la Antigüedad clásica, forman parte de nuestra cosmovisión histórica actual. Posiblemente se generará el efecto déjà vu en una serie de casos que, a pesar de haberse producido un par de milenios antes de nuestra era, nos resultarán familiares, como si pertenecieran a nuestra propia época. Los vínculos que nos unen con el pasado configuran unas líneas de continuidad que nunca han sido ni interrumpidas ni cortadas, sino que perduran en nuestro bagaje anímico y cultural, como inconfundibles señas de identidad.

Pedro Barceló en un acto de presentación de uno de sus libros (Fuente: Youtube)

A nivel científico-tecnológico es innegable que hemos avanzado a niveles inimaginables no ya solo desde la Antigüedad, sino desde hace solo un par de décadas. Sin embargo, a lo mejor a nivel sociocultural no ha sido tan intenso el cambio. ¿Qué aspectos en este ámbito compartimos con nuestros ancestros griegos, romanos, fenicios, cartagineses…?

En el ámbito político e institucional son muy pocas las novedades que se han generado en los siglos posteriores. Nuestra bases conceptuales sobre fenómenos tan arraigados en nuestro mundo actual como la globalización, la democracia, el despotismo, el constitucionalismo y todo lo referente a la teoría política serían incomprensibles sin el legado de la Antigüedad. Lo mismo se puede decir sobre el pensamiento filosófico y las ciencias naturales que se desarrollan en la era helenística. Pero lo que también compartimos con las sociedades antiguas son, por citar un solo ejemplo, sus errores en materia bélica: en pleno siglo XXI actuamos en lo que respecta a los conflictos armados con la misma irresponsabilidad que nuestros antecesores griegos, púnicos y romanos. Deberíamos aprender más, no solo de sus éxitos, sino también de sus evidentes fracasos.

En uno de los apartados del libro habla sobre la construcción en el imaginario colectivo de los bárbaros, esa gente extranjera que “no es de los nuestros”. En la actualidad, nadie duda de que somos herederos culturales de griegos y romanos, pero parece que algunos quisieran minimizar la influencia e importancia de esas otras culturas para nuestra identidad del presente. En ese sentido, ¿cree que la divulgación histórica de las civilizaciones antiguas próximo orientales o africanas está infravalorada en pro de la de romanos y griegos?

Sí y no. Por una parte los autores antiguos narran los eventos dignos de consignar desde una perspectiva propia, sea esta griega y romana los. A los púnicos no los cito aquí pues su civilización fue bárbaramente destruida. En este sentido gran parte del panorama político que se nos ofrece aparece fuertemente ideologizado o, simplemente, se encuentra tergiversado. Incumbe al investigador encontrar la medida adecuada para sacar conclusiones imparciales de unos textos a priori, aunque no siempre, partidistas y por ello contaminados. Por otra parte, las culturas periféricas no nos proporcionan siempre la suficiente información para poder construir un relato histórico alternativo, capaz de contrarrestar los prejuicios de la tradición historiográfica vigente, que por regla general proviene de aquellos que lograron imponerse.

Desde que estaba en la carrera de historia he leídos libros suyos como Alejandro Magno, Historia de la Hispania romana o Las guerras púnicas. En este último en concreto se hace una síntesis de estos tres conflictos entre Roma y Cartago en menos de 200 páginas. En su opinión, ¿qué es más difícil? ¿sintetizar adecuadamente un tema tan lleno de posibilidades en tan poco espacio o escribir un libro extenso como El mundo antiguo, con más de 800 páginas?

Esta pregunta es difícil de contestar, pues no existe un baremo incontestable que se pueda aplicar indiscriminadamente a esta clase de obras. En mi caso concreto, los preparativos para redactar las más de 800 páginas de mi libro El Mundo Antiguo me llevó, debido a la diversidad de los temas que trato, la extensa bibliografía que he utilizado y a la ambición del proyecto, cerca de cuatro años de preparación antes de ponerme a redactar la obra. Las 200 páginas de mi otro libro dedicado al conflicto romano-cartaginés, Las guerras púnicas, las pude realizar en un espacio de tiempo mucho más corto, debido a que pude concentrarme en un tema específico y claramente delimitado, sobre el que había trabajado anteriormente y tenía ya toda la información recopilada.

Portada de El mundo antiguo, de Pedro Barceló (Fuente: Alianza editorial)

En El mundo antiguo también abarca temáticas como la propaganda del poder de grandes personajes de la Antigüedad como Alejandro Magno. ¿Hasta qué punto cree usted que es posible separar la realidad de la ficción y conocer al verdadero Alejandro?

Todos los grandes personajes de la Antigüedad experimentan tarde o temprano un proceso de mitificación que se extiende a sus epopeyas y que por supuesto también abarca su individualidad, que suele adquirir una suerte de tintes novelescos a veces o un marcado carácter épico. En este sentido, todo lo que podemos aportar desde una perspectiva crítica e imparcial, tras el análisis de las fuentes disponibles, no deja de ser una aproximación tanto al personaje en cuestión como a sus realizaciones. Trabajamos siempre sobre imágenes que en el mejor de los casos contienen una fuerte dosis de verosimilitud.

Precisamente Alejandro Magno es el protagonista de otro de sus fantásticos libros, el cual he utilizado numerosas veces en mi web como bibliografía. Uno de los aspectos más interesantes de su vida, al menos en mi opinión, es su proceso de orientalización, su adopción de costumbres persas en su ceremonial y administración como rey. ¿En qué medida cree que Alejandro se dejó fascinar por las maravillas de Oriente? ¿O sería solo una fachada para contentar a sus nuevos súbditos?

Creo que los dos aspectos citados en su pregunta no solo son compatibles entre sí, sino que se entremezclan en la personalidad de Alejandro y sus proyectos políticos de futuro. Podemos dar por cierto que Alejandro admiraba diversas estructuras e instituciones del Imperio Aqueménida, tales como su sistema administrativo más complejo y eficiente que el rudimentario estilo de gobierno que imperaba en su Macedonia natal, por citar un solo ejemplo. Por otra parte, estaba convencido de que sin una integración de las élites persas en su nuevo Imperio este estaba condenado a desaparecer.

Pedro Barceló en un acto de presentación de El mundo antiguo (Fuente: Divulgadores de la Historia)

En lo referente a las guerras púnicas, aparte del breve manual ya comentado antes, tiene una estupenda biografía de Aníbal Barca. Curiosamente, el héroe cartaginés y su archienemigo romano, Publio Cornelio Escipión el africano, murieron lejos de su patria y sin el reconocimiento que merecían. ¿Por qué Roma y Cartago se comportaron tan mal con sus mayores héroes al final de sus vidas?

No solo Aníbal y Escipión, también Temístocles y muchos otros más compartieron un destino semejante. La ingratitud forma parte de la antropología humana. Sin embargo, el problema que plantea aquí es muy complejo y no lo podemos resolver en unas pocas líneas, pues los destinos de cada personaje mencionado es muy específico y por esto es casi imposible ser generalizado. Baste solo constatar que, puestos a establecer comparaciones, nuestras sociedades modernas no actúan de manera muy distinta.

Uno de los aspectos que más admiro de su trabajo en general, en todas sus obras, es su habilidad comunicativa para lograr que un tema complejo resulte sencillo y ameno para el lector. Eso hace que puedan ser leídas tanto por estudiantes y profesionales de la historia como por aficionados. En este sentido, ¿qué importancia cree usted que tiene incluir en una obra de divulgación histórica todo lo que se refiere a mapas, ilustraciones, cronologías, tablas, glosarios, apéndices…?

La importancia del material gráfico (imágenes, ilustraciones, tablas y sobre todo mapas, pues sin conocimiento de la geografía es imposible entender cualquier proceso histórico) es indispensable para penetrar en los avatares de la historia. Permítame que le cuente una anécdota: cuando daba clases de historia antigua en la Universidad de Potsdam hacía instalar varios mapas del mundo antiguo en el fondo del aula y por ello era temido por mis estudiantes. Muchas veces interrumpía mi relato y les instaba a posicionarse sobre el mapa y retener la referencia topográfica de cualquier episodio perteneciente al mundo antiguo relacionado con la lección que estaba impartiendo. Quien mejor contestaba a mis preguntas recibía como premio un caramelo de miel. En conclusión: al terminar el curso sus conocimientos geográficos eran bastante aceptables.

Portada del libro Alejandro Magno, de Pedro Barceló (Fuente: Alianza editorial)

En otro orden de cosas, usted ha desarrollado su trayectoria profesional en Alemania. Desde su experiencia, ¿qué diferencias diría usted que hay entre la divulgación histórica hecha en Alemania y España? ¿qué podemos enseñarnos mutuamente los divulgadores de ambos países?

Creo que Alemania y España presentan pocas diferencias respecto al tema de la divulgación histórica. Lo que sí observo en ambos países es una creciente tendencia hacia la banalización y abreviación de ciertos temas históricos que, de por sí, requerirían un tratamiento más amplio y serio.

Desgraciadamente, creo que vivimos en un mundo en el que la apología de la ignorancia y la desinformación están a la orden del día. En este ambiente social, ¿qué le diría Pedro Barceló, como divulgador histórico, a cualquier ciudadano medio de España o Alemania para motivarlo a ir a su librería más cercana a comprarse El mundo antiguo o cualquier otra de sus obras de divulgación histórica?

Personalmente soy el menos indicado para inducir a un ciudadano a adquirir uno de mis libros. Pero si obviamos mi persona, sí que puedo decir que cualquier inversión que se realice para acercarse a temas históricos es sumamente valiosa y rentable a largo plazo. Como sino podríamos entender un mundo tan complejo y complicado como el que vivimos sin mirar al pasado, que no es otra cosa que un valioso archivo del saber y de las experiencias acumuladas durante siglos, conocimientos indispensables para afrontar el futuro.

Fotografía de Pedro Barceló (Fuente: Fundació Caixa Vinaròs)

De cara al futuro cercano, ¿cuáles son sus próximos proyectos profesionales? ¿veremos pronto publicado algún nuevo ensayo histórico firmado por Pedro Barceló?

Acabo de entregar el manuscrito de un nuevo libro a Alianza Editorial que, como todos las obras que he publicado en dicha casa, son objeto de una esmerada edición, dada la gran profesionalidad de sus colaboradores. Probablemente se publicará a mitad del próximo año y lleva el título de El siglo más largo de Roma. Se trata de un estudio del siglo IV de nuestra era que, según las palabras de mi amigo y colega Peter Brown del la Universidad de Princeton, fue el más largo e intenso de la época imperial romana, valoración que comparto totalmente. Al principio de esta época tan crucial observamos la persecución del cristianismo que se convertirá al final del siglo en la doctrina oficial del Estado. A inicios del siglo se perfila la preeminencia de la ciudad de Roma de manera indiscutible, pero al terminar el siglo será Constantinopla el nuevo eje político del Imperio. Al comenzar el siglo las extensas fronteras de Roma aparecen consolidadas frente a las impugnaciones de sus vecinos, pero en las postrimerías del siglo las invasiones bárbaras no solo quebrarán el equilibrio geopolítico reinante, sino que revolucionarán la faz del Imperio. Basten estos pocos ejemplos para explicar la magnitud del cambio que opera durante dicho espacio de tiempo. Por eso he decidido denominarlo el siglo más largo de la historia de la Roma imperial.

Pedro Barceló, muchísimas gracias por haber estado en Historiae. Ha sido un placer inmenso y un honor haber podido realizar esta entrevista. Le deseo todo el éxito del mundo. Feliz navidad y próspero año 2022.

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