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Antíoco I Sóter

Artículo escrito por Ricardo Núñez, graduado en Historia

Introducción

Después de cuarenta años de sangrientos conflictos, el imperio de Alejandro Magno terminó por dividirse en numerosas entidades políticas, entre las que destacaron las de las dinastías de los Seléucidas, Ptolomeos y Antigónidas. El protagonista de estas líneas, Antíoco I Sóter, fue el hijo de Seleuco, amigo y servidor de Alejandro, quién se había hecho con el control de Asia entre los años 310 y 281 a. C. El soberano seléucida tendría que afrontar la titánica tarea de mantener unido el extenso legado del imperio alejandrino.

Vista en detalle del Sarcófago de Sidón o de Alejandro, conservado actualmente en el Museo de Estambul (Fuente: Wikimedia Commons)

La educación y juventud de Antíoco I Sóter

En el año 324 a. C., Alejandro Magno estaba de vuelta de su última campaña en la India. Tras su retorno, el rey comprobó con inquietud la desconfianza existente entre macedonios y asiáticos, un factor que podía poner en riesgo la continuidad de su imperio.

Así pues, el conquistador macedonio optó por celebrar cientos de matrimonios entre sus generales y las mujeres de las élites de Asia. A este evento se le conoció como las bodas de Susa y, si bien a efectos generales puede considerarse un rotundo fracaso, en lo concerniente a la futura historia del reino seléucida resultó clave: Seleuco fue el único que no renunció al enlace con su esposa Apama tras la muerte de Alejandro en el 323 a. C.

Se desconoce el año de nacimiento de Antíoco I Sóter. Sin embargo, al estar presente en la batalla de Ipsos (301 a. C.) se le presupone cierta experiencia militar previa, por lo que debió de nacer poco después del matrimonio de sus padres.

Su educación fue la dedicada a un gran rey: de su padre recibió la cultura griega; de su madre, la cultura irania; y de su mentor, Berosos, la cultura babilónica. Esta conjunción de elementos tenía como objetivo el eficaz dominio político del imperio que debía heredar Antíoco de su padre.

Tetradracma Seléucida. En el anverso aparece Antíoco I, mientras que en el reverso aparece el dios Apolo sentado sosteniendo un ónfalos. En la inscripción se lee en griego “Del rey Antíoco”. (Fuente: Acsearch.info)

El gobierno de Antíoco I Sóter en Oriente

El mayor clavo en el ataúd del imperio alejandrino fue la falta de una norma sucesoria clara. Tradicionalmente, la sucesión en la dinastía argéada había funcionado mediante la votación en la asamblea de los macedonios, una institución compuesta por las fuerzas armadas que daban su aprobación (o no) al candidato propuesto por el soberano u otro personaje de relevancia.

De hecho, que el heredero fuera el descendiente del rey del momento no era una norma que estuviera aceptada o regulada en Macedonia. Esta fue una de las razones para el estallido de las Guerras de los Diádocos (323-280 a. C.) que acabaron dividiendo el imperio de Alejandro.

Los Diádocos eran muy conscientes de esta problemática, pues ellos mismos estaban usurpando el poder de los Argeádas, dinastía que acabó siendo exterminada. De este modo, para garantizar una continuidad dinástica, ofrecer un sucesor en condiciones y mantener unido al reino, Seleuco envió a Antíoco a gobernar las satrapías superiores (Persia, Susiana, Media, Partia, Bactria, Sogdiana…) desde las capitales de Seleucia del Tigris y Babilonia en Mesopotamia.

“Antíoco y Estratódice” cuadro de Antonio Bellucci (1700) donde se recrea la escena de su enamoramiento según Apiano (Fuente: Wikimedia Commons)

El futuro Antíoco I Sóter se desplazó a Oriente en el 290 a. C. junto a su esposa Estratódice, quién antes había sido su madrastra. Allí llevó a cabo una intensa política urbanística en las satrapías superiores, refundando antiguos asentamientos greco-macedonios —Alejandria Margiana (Merv) o Alejandría de Oxiana (Al Janum)— para proteger al imperio de los nómadas.

Durante este periodo, Antíoco también participó en los deberes propios de las antiguas monarquías de Asia como, por ejemplo, el mantenimiento de los templos o la participación en las festividades religiosas.

El asesinato de Seleuco I

Mientras el futuro Antíoco I Sóter gobernaba las satrapías superiores del Reino Seléucida, Seleuco gestionaba directamente los territorios occidentales de Siria y Cilicia y se preparaba para poner fin a las Guerras de los Diádocos. En la batalla de Corupedio (281 a. C.), Seleuco derrotó al diádoco Lisímaco, anexionándose Asia Menor y Tracia y llegando hasta los límites del reino de Macedonia.

Sin embargo, la fortuna es caprichosa en ocasiones. Llegado el deseado momento en que Macedonia y su realeza estaban al alcance de la mano, el destino se interpuso entre Seleuco y su sueño de regresar a casa como rey. Ptolomeo Ceraunos, el hijo de Ptolomeo I que se había refugiado con Seleuco tras las tensiones de la corte de Lisímaco, traicionó y asesinó a Seleuco por la impaciencia de no verse coronado rey en Egipto. Ptolomeo Ceraunos continuó hacia Macedonia, donde gobernó hasta su muerte en batalla contra los gálatas en el 280 a. C.

Figura de terracota que representa a un guerrero gálata. Se conserva actualmente en el Museo del Louvre (Fuente: Wikimedia Commons)

El asesinato de Seleuco (280 a.C.) puso en peligro todo lo construido desde el 301 a. C. por el diádoco. Los señores de Anatolia se rebelaron, rechazando la soberanía seléucida y Ptolomeo II, quién desde Egipto gobernaba ya buena parte del Mediterráneo oriental, buscó expulsar definitivamente a los Seléucidas de toda salida al mar.

Las guerras de Antíoco I Sóter

A Antíoco I Sóter la noticia de la muerte de su padre le sorprendió mientras gobernaba las satrapías orientales. La desintegración del poder seléucida en Asia Menor fue muy rápida: Armenia, Ponto y Capadocia declararon su independencia de forma inmediata. Sólo se mantuvo leal Pérgamo, que bajo Filetero (301-263 a. C.) recuperó el cuerpo de Seleuco y la soberanía seléucida en el extremo suroccidental de la península.

Además, en el 278 a. C. se produjo el paso a Anatolia de las tribus gálatas que habían arrasado Macedonia y Grecia en el año 280 a. C. Estos grupos pasaron a Asia como mercenarios en la guerra sucesoria del reino de Bitinia, pero rápidamente se salieron de control dedicándose al saqueo de las ciudades del lugar.

Decidido a dar un golpe sobre la mesa, Antíoco I Sóter les plantó cara en el 276 a. C. al derrotarles en la batalla de los elefantes. Tras esta victoria, las ciudades griegas de Asia Menor saludaron a Antíoco como Sóter, es decir, “salvador”.

Desde Egipto y a través de Celesiria, Ptolomeo II (285-246 a. C.) buscó capturar la Siria seléucida y empujar a Antíoco I Sóter hasta el otro lado del Éufrates. Al mismo tiempo, el soberano de Egipto atacaba con su flota las débiles posiciones seléucidas en Asia Menor.

El cilindro de Antíoco. Documento donde se registra la actividad de Antíoco como soberano de Babilonia (Fuente: Livius.org)

Durante la Primera Guerra Siria (280-279/274-271 a. C.) intervinieron tanto las armas como la diplomacia, pues ambos reinos se enfrentaron tanto en el campo de batalla como motivando rebeliones internas. El conflicto culminó favorable para Ptolomeo, pues había conseguido reducir el acceso de Antíoco al mar, aunque fue incapaz de expulsarlo del norte de Siria.

La muerte de Antíoco I Sóter

La última década de Antíoco I Sóter fue muy dura. Emulando a su padre, en el 279 a. C. dispuso a su hijo Seleuco como corregente de las satrapías orientales. No obstante, el descubrimiento de un complot de su hijo para asesinarle motivó su ejecución en el 267 a. C. y el ascenso de su otro hijo, el futuro Antíoco II Theos.

En el ámbito bélico, Antíoco hubo de afrontar una nueva campaña militar en Asia Menor, en esta ocasión contra la naciente dinastía Atálida de Pérgamo. Si bien Pérgamo se había mantenido fiel a Antíoco con Filetero, su sucesor, Eumenes I (263-241 a. C.), no hizo lo mismo: se rebeló contra el dominio seléucida con el apoyo de Ptolomeo II y derrotó a Antíoco I en batalla cerca de Sardes. Antíoco, derrotado, murió en el 261 a.C. en esta ciudad.

En conclusión, si hay un personaje que pueda definir el periodo helenístico ese es Antíoco I Sóter. De padre macedonio, madre sogdiana y tutor babilonio, Antíoco creció y gobernó conociendo —y muchas veces asumiendo como propias— las diferentes culturas y formas de gobierno que componían el Imperio Seléucida. Como soberano, sus esfuerzos militares y su gestión favorecieron un helenismo que combinaba lo griego con lo asiático en un intento de mantener cohesionado el extenso reino de los herederos de Alejandro Magno en Asia.

Mapa del Imperio Seléucida de Antíoco I Sóter en el año 270 a. C. (Fuente: Hellenistic History)
Artículo escrito por Ricardo Núñez, graduado en Historia

Bibliografía

Aledo Martínez, J., L. (2020). Los elefantes en la guerra helenística (Siria Seléucida, Egipto Ptolemaico) y en Cartago. Signifer Libros.

Apiano. La guerra siria. (59-61).

Chaniotis, A. (2018). La era de las conquistas: El mundo griego de Alejandro a Adriano (336-138 a. C.). Pasado&Presente.

Grimal, P. (2002). El helenismo y el auge de Roma. El mundo mediterráneo en la edad antigua (II). Editorial siglo veintiuno.

Plutarco. Vida de Demetrio. (XXIX).

Lozano, Velilla, A. (1993). El mundo helenístico. Editorial Síntesis.

Núñez Pérez, J., R. (2020). La colonización y presencia greco-macedonia en la Mesopotamia helenística. Universidades Autónoma y Complutense de Madrid. Trabajo Final de Máster.

Sánchez Hernández, J. P. (2019). Oriente y Occidente en la Antigüedad clásica. Editorial Síntesis.


       Ricardo Núñez es graduado en Historia por la Universitat de València, máster en Historia y Ciencias de la Antigüedad por las universidades Complutense y Autónoma y máster en Educación Secundaria por la UNIR. Es fundador y administrador del perfil de Instagram, YouTube y Facebook “Helenismo y Roma”, un proyecto de divulgación de la historia del mundo helenístico y romano.

Resumen
Nombre del artículo
Antíoco I Sóter, el constructor del Imperio Seléucida
Descripción
Breve resumen de la biografía de Antíoco I Sóter (323 - 261 a.C.), uno de los reyes más importantes del Imperio Seléucida
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