LA ADMINISTRACIÓN CIVIL Y REAL
Las últimas investigaciones arqueológicas confirman que la región de la ciudad de Memphis era el principal centro administrativo del recién unificado Estado egipcio. Al sur, encontramos que la ciudad de Abydos sigue siendo el principal centro de culto religioso del Estado, siendo enterrados aquí los primeros reyes egipcios de la I Dinastía. Desde el comienzo del periodo dinástico en Egipto, la institución de la realeza fue fuerte y poderosa, cosa que distingue a Egipto del resto de civilizaciones del Próximo Oriente de inicios del tercer milenio a.C. La distribución geográfica de las ciudades no era como en la Mesopotamia contemporánea, en que grandes ciudades se organizaban en torno a grandes centros de culto. En Egipto se desarrollaron y se fundaron muchas ciudades como centros administrativos del Estado. Además, hay que decir que, en el Periodo Tinita, el estado egipcio consiguió extender sus dominios hasta la primera catarata.
ECONOMÍA AGRARIA
La mayor parte de los egipcios que vivían en la época de las primeras dinastías, es decir, en el periodo tinita, eran granjeros que residían en pequeños poblados a un lado u otro del río Nilo, y que vivían de la agricultura del cereal. En cuanto al uso y empleo del agua, es posible que hacia finales de este periodo se practicara ya una sencilla irrigación mediante estanques que permitió ampliar la cantidad de tierra cultivada y producir cosechas más abundantes. Al contrario que prácticamente cualquier otro sistema de irrigación del mundo próximo oriental, éste no salinizaba el suelo, puesto que la inundación anual del río Nilo lavaba todas las sales que se pudieran haber formado en el suelo. En cuanto al calendario agrícola, las especies de trigo introducidas en Egipto maduraban durante los meses de invierno y se cosechaban antes de la primavera, cuando el regreso de las altas temperaturas y la sequía podían echar a perder la cosecha.
LOS CENTROS DE CULTO
En algunas fuentes materiales contemporáneas al desarrollo del periodo tinita en el Antiguo Egipto, como en las etiquetas inscritas o en escritos primitivos, se ha podido comprobar como existen escenas en las que se pueden apreciar imágenes de estructuras artificiales que bien podrían significar templos o santuarios. Durante las décadas de los 80 y los 1990, las excavaciones arqueológicas del Instituto Arqueológico Alemán en la isla de Elefantina, ubicada en torno a la primera catarata, sacaron a la luz los restos de un santuario fechado a comienzos del periodo tinita. Este templo es muy sencillo, ya que consiste en unas estructuras de adobe de menos de ocho metros de anchura encajadas en un nicho natural formado por rocas de granito. En cuanto a su función o a lo que se rendía culto aquí, se desconoce, pero sí sabemos que está debajo de un templo posterior de la dinastía XVIII en el que se adoró a la diosa Satet.
Si a lo que apuntan los investigadores y especialistas es cierto, los templos de culto del periodo dinástico de las ciudades egipcias de Abydos, Hieracómpolis y Elefantina existirían, a pesar de que todavía no han sido localizados ni excavados. Lo que se pretende demostrar es que existían complejos de templos de culto en el interior de las ciudades, y que estos templos tendrían una función distinta a la de los asociados a los complejos funerarios, que estaban situados fuera de las ciudades.
LA INVENCIÓN Y EL USO DE LA ESCRITURA
Hasta la actualidad, y atendiendo a las investigaciones arqueológicas más recientes, la aparición de la escritura se habría producido antes de la unificación de Egipto en un solo Estado, hecho tradicionalmente atribuido en una fecha de en entorno al 3100 a.C. Si bien algunos investigadores apuntan a que la escritura egipcia habría llegado desde Mesopotamia pocos siglos después de que la escritura cuneiforme apareciera allí, esto es más bien improbable, teniendo en cuenta la gran diferenciación tipológica de las escrituras de Egipto y Mesopotamia. Las conclusiones menos confusas al respecto dicen que la escritura en Egipto habría aparecido en el seno de la realeza de finales de Naqada III, usada en principio para las manifestaciones artísticas o la administración.
¿Os acordáis de lo que os decía el otro día sobre la titulatura y el orden de los nombres de los reyes? Pues bien, esos nombres y títulos suelen venir recogidos en lo que conocemos como serekh. Estos son la primera manifestación del nombre del rey escrito en jeroglíficos, a base de signos fonéticos y situado dentro de un dibujo en forma de «fachada de palacio» coronado por la imagen de un halcón. Además, los serekhs se encuentran inscritos o pintados en jarras y etiquetas, y su origen cronológico se encuentra en Naqada III. A partir del uso que se hacía de este sistema de escritura, podemos deducir que ya en este periodo proto dinástico funcionaba un sistema administrativo. Tendremos que esperar hasta comienzos de la I Dinastía para ver como se desarrolla un sistema más complejo, y que implicará un mensaje de identificación de la realeza más complejo, tal y como el que os explique en mi anterior entrada. De este modo, vemos que en las etiquetas y en los serekh pasamos a encontrar una combinación de jeroglíficos y arte gráfico para expresar esos nombres y títulos.
El segundo uso de esta primera escritura fue en el arte regio conmemorativo, como la archi mencionada en este blog paleta de Narmer. En estos casos, los jeroglíficos identificaban a personas y lugares concretos en escenas figurativas que quieren simbolizar la legitimidad del rey para gobernar. La iconografía del poder es claramente visible en el contexto de este arte regio e incluye el uso de varios factores importantes. El rey y sus funcionarios aparecen con trajes propios de su cargo, lujosos y ostentosos, mientras que los enemigos conquistados están casi desnudos. Por último, cuanto más alto es el cargo que ocupas en la administración y gobierno del Estado, más grande se te representa de tamaño, mientras que los enemigos son enanos.