DEFINICIÓN DE PERIODO AMARNIENSE
Llamamos periodo amarniense al pequeño sub periodo dentro de la Historia del periodo del Reino Nuevo en el Antiguo Egipto que abarca la mayor parte del reinado de Amenhotep IV (1352-1336 a.C.), concretamente desde su quinto año de reinado hasta el final del mismo, es decir, entre el 1347 y el 1336 a.C., y que se caracteriza principalmente por el establecimiento de la capital egipcia en una ciudad y un territorio totalmente virgen hasta el momento, y el cual recibiría el nombre de “Akhetaton”, que es conocida hoy en día como Amarna. De ahí que se llame el periodo amarniense, porque la capital estuvo durante esos once años en esta totalmente nueva ciudad, Amarna.
REPRESENTACIONES DE AKHENATON Y LA FAMILIA REAL
Las primeras representaciones que tenemos del aun rey Amenhotep IV lo muestran con el estilo tradicional del arte egipcio, muy similar al utilizado para representar tanto a Tutmosis IV como a Amenhotep III. Sin embargo, estas representaciones son minoritarias, ya que poco después de su ascenso al trono el rey pasó a ser representado con un rostro delgado y largo, de mejillas protuberantes y labios gruesos, con el cuello alargado, pechos casi femeninos, vientre redondo y protuberante, caderas anchas, muslos gruesos y piernas largas y flacas. Este nuevo estilo casi caricaturesco del rey se puede observar en la mayor parte de los monumentos tebanos, y durante los primeros años en Amarna.
Ya avanzado su reinado se desarrolló un estilo mucho más equilibrado y no tan exagerado. Entonces no se trataba sólo de representar a Akhenaton, sino que también había que representar a Nefertiti y sus hijas con ese nuevo estilo. El resto de personas que pudieran acompañarles en la escena también se representaban así, pero de una forma menos exagerada. No resulta nada sorprendente que a los particulares se les represente igual que a la familia real, ya que éstos siempre imitaron los modelos artísticos de los reyes. Con esta nueva forma de representarse, el rey Akhenaton lo que dejaba claro es que él era «la madre que da a luz todo», que había «creado a sus subditos con su ka». Es decir, era un dios creador sobre la tierra, que daba forma a la humanidad a su propia imagen y semejanza.
Las inscripciones que se han hallado nos informan de que fue el mismo soberano quien instruyó a sus artistas para que aprendieran a representar el nuevo estilo. Hay que decir también que no sólo la figura humana se vio afectada por este nuevo estilo, sino que también se modificó el modo en que las personas de las escenas interactuaban entre sí. Las escenas de la familia real de este periodo muestran una intimidad nunca vista antes en el arte egipcio. Se besan y abrazan bajo los benéficos rayos de Atón, cuyo amor domina toda su creación.
ARQUITECTURA DURANTE EL PERIODO AMARNIENSE
Al mismo tiempo en que se está desarrollando esta nueva forma de representación artística, también se están formando nuevos modelos arquitectónicos. Las primeras estructuras arquitectónicas del rey Amenhotep IV emplearon los grandes sillares de arenisca que se habían usado tradicionalmente en las paredes de los templos. Sin embargo, como en el caso de las representaciones, éstos no tardaron en ser sustituidos, tanto en Tebas como en Amarna, por bloques de construcción mucho más pequeños, los llamados «talatat», con unas dimensiones típicas de 60 x 25 centímetros. Lo bueno que tenían estos nuevos bloques de construcción es que, al ser tan pequeños podían ser transportados por un solo hombre. De esta manera se consiguió hacer mucho más fácil la construcción de grandes edificios en un espacio de tiempo relativamente corto, ya que, en vez de que entre varios hombres arrastraran grandes bloques, cada hombre llevaba bloques más pequeños, por lo que el proceso era mucho más ágil.
Sin embargo, a pesar de las ventajas de este nuevo sistema constructivo, fue abandonado tras el final del Período Amarniense. Una de las causas que más se atribuye a este abandono quizá sea porque se había descubierto que los relieves que se tallaban en muros construidos con estos bloques pequeños, al necesitar grandes cantidades de enlucido para cubrir los huecos entre los sillares, no soportaban el paso del tiempo tan bien como los muros de construcción tradicional. Es decir, que los relieves sobre talatat eran mucho más dificiles de hacer, y menos duraderos en el tiempo. Además, otra desventaja de este sistema constructivo es que estos nuevos edificios eran mucho más fáciles de saquear y desmantelar (teniendo en cuenta todas las riquezas que se pondrían aquí). Por estos motivos, aunque era un sistema de construcción más ágil y rápido, también lo era más frágil y susceptible a deterioros. La construcción en talatat es un ejemplo de que no siempre lo más fácil es lo mejor.
A pesar de que Amarna fue una ciudad de nueva planta, entre sus particularidades también hay que hablar de que no fue construida siguiendo una rígida cuadrícula ortogonal, como podemos ver, por ejemplo, en la ciudad de Kahun del Reino Medio, la cual es un reflejo de la muy estructurada y burocrática sociedad de la época. Todo lo contrario: la disposición de la ciudad de Amarna se parece mucho más a un grupo de pequeños poblados reunidos en torno a casas grandes y pequeñas, y agrupadas de forma flexible, cada una con sus propios edificios subsidiarios, como silos de grano, cuadras, cobertizos y talleres. El tamaño de cada vivienda es proporcional a la riqueza y categoría de sus dueños. Muchas de ellas poseen su propio pozo, lo que es sin duda un rasgo excepcional que podemos destacar de esta ciudad. Esto es importante porque hacía que los habitantes de Amarna fueran independientes del río Nilo para su suministro diario de agua. En síntesis general, Amarna parece de esas ciudades que hubieran podido crecer con el paso del tiempo y no como resultado de una cuidadosa planificación.