Introducción a la Baja Época
La Baja Época, o como también se le conoce, Periodo Tardío, es un periodo de la Historia del Antiguo Egipto que abarca unos trescientos años, entre el 664 y el 332 a.C. En las investigaciones antiguas de la egiptología, se menospreciaba la Historia egipcia de este periodo, al considerarla como una simple sombra de lo que fue en tiempos pasados. Es cierto que los tres grandes y más representativos periodos de la Historia egipcia fueron el Reino Antiguo, el Reino Medio y el Reino Nuevo, pero por ello no hay que menospreciar lo que sucedió en Egipto hasta el fin de la era: tenemos periodos de independencia de Egipto, periodos de ocupación persa y griega, y finalmente llegamos a la incorporación de Egipto como una más de las provincias romanas en el año 30 a.C.
En contra de estas antiguas opiniones, las investigaciones actuales demuestran que Egipto seguía manteniendo gran parte de su vitalidad en este periodo. Además, una de las ventajas que puede tener el historiador especializado en la Baja Época egipcia es que se cuenta con mucha mayor cantidad de fuentes de información externa al punto de vista egipcio, con lo que podemos contrastar más fácilmente las fuentes narradas por los escribas egipcios.
Como se puede ver en el cuadro de arriba, el periodo de la Baja Época se divide en varias fases: la Dinastía XXVI, conocida como la Dinastía Saíta (664-525 a.C.), el primer periodo de ocupación persa del territorio, formando la Dinastía XXVII (525-404 a.C.), un periodo de independencia de Egipto compuesto de tres dinastías (Dinastía XXVIII-XXX, 404-343 a.C.), y un segundo periodo de ocupación persa de Egipto (343-332 a.C.). Para analizar el inicio de la Baja Época en Egipto es necesario pararnos un momento para conocer la transición entre el Tercer Periodo Intermedio y este nuevo periodo.
El choque de Egipto contra Asiria
Aunque los soberanos kushitas de la Dinastía XXV no habían restablecido la unidad política de Egipto, se aventuraron a llevar a cabo una reactivación de la política exterior en la región de Palestina. Esto llevó en la práctica al conflicto político con una de las grandes potencias próximo orientales, Asiria, cuyas fuerzas se habían apoderado durante el siglo VIII a.C. de Babilonia y de partes de la costa mediterránea.
La lucha comenzó cuando un ejército formado por egipcios y nubios avanzó hacia el sur de Palestina para apoyar a Ezequías de Judá, chocando con las tropas del rey asirio Senaquerib en la región de Eltekeh en el año 701 a.C. Sabemos que el ejército egipcio fue derrotado en esta batalla, pero esto no sirvió para que el Egipto de los kushitas dejara de apoyar a los estados palestinos en sus intentos de resistencia de conquista asiria. Como cabía de esperar, el posterior rey asirio, Esarhaddon, sintió eso como una gran provocación, y decidió conquistar Egipto.
Egipto contra Asiria: la primera invasión
Un primer intento de invasión asiria de Egipto fue rechazado en el año 674 a.C. Sin embargo, en el año 671 a.C., hubo un segundo intento de conquista que acabó con éxito para los asirios. La capital egipcia, Memphis, fue tomada, y el rey kushita Taharqo (690-664 a.C.) huyó a Nubia, dejando a su esposa e hijo como prisioneros en manos de los conquistadores. Asiria ya tenía Egipto bajo su control, pero cometió un error: en vez de gobernar Egipto ellos mismos, los asirios se retiraron, después de haber hecho jurar lealtad a Asiria a los gobernantes egipcios del Delta, los cuales tenían que velar por los intereses de éstos e impedir cualquier intento de los kushitas por conseguir de nuevo el control de Egipto.
Egipto contra Asiria: la segunda invasión
Como era de esperar, Taharqo no tardó en recuperar el control de Egipto, al no contar con resistencia asiria directa en el territorio. Sin embargo, este regreso del soberano kushita duró poco, ya que, en el año 667 a.C., una nueva campaña asiria llega a Egipto de la mano de Ashurbanipal, hijo y sucesor de Esarhaddon, para reafirmar y consolidar la autoridad asiria en el territorio egipcio. El resultado de esta segunda invasión es la nueva huida de Taharqo a Nubia y el sometimiento de los egipcios al dominio asirio. Pero los egipcios eran muy rebeldes y poco dispuestos a someterse, así que poco después organizaron una conjura que buscaba restablecer el reinado de Taharqo. En este caso, el resultado fue mucho peor: los asirios ejecutaron a todos los egipcios que habían participado en esta conspiración.
Necao y Psamtek de Sais
Sin embargo, no todos los gobernadores de Egipto se habían conjurado contra Asiria: Necao (o Nekau) de Sais era uno de ellos. Por haberse abstenido de apoyar a los kushitas en sus intentos por recuperar Egipto, los asirios lo nombraron gobernador de Memphis. Los soberanos kushitas, si bien durante varias generaciones siguieron reclamando de forma nominal su autoridad sobre Egipto, nunca fueron capaces de volver a recuperarla.
Psamtek de Sais, hijo de Necao, se encontraba entre los gobernantes vasallos dejados por los asirios para controlar las provincias egipcias. Más adelante hablaremos más en detalle de él, pero a modo de introducción, deciros que, durante su largo reinado consiguió triunfar allí donde los kushitas habían fracasado, liberando a todo Egipto por fin del yugo asirio y reunificando por fin todo el territorio bajo su poder. Por tanto, podemos decir que el Tercer Período Intermedio solo acabó cuando Psamtek (o Psamético) reunificó el poder político en Egipto, iniciándose la Dinastía XXVI, la Dinastía Saíta.
Bibliografía
SHAW, Ian (2014): Historia del Antiguo Egipto. Editorial La esfera de Libros, Madrid, pp. 359-380.
AUTORES, VARIOS (2013): Egipto. National Geographic. Editorial RBA, Barcelona.