Cronología de Egipto como provincia romana
Tras la muerte de Cleopatra VII, Octaviano (el futuro Augusto, primer emperador romano) entrará en Egipto para hacer que Egipto pase a ser una más de las provincias de la Antigua Roma. Con esto se acababa con la Dinastía ptolemaica que había reinado en Egipto desde el siglo IV a.C., y al mismo tiempo con el propio reino independiente de Egipto. Empieza así el periodo de Egipto como provincia romana.
El gobierno de Egipto como provincia romana
El Egipto romano estaba dividido en unas treinta unidades administrativas llamadas «nomos«, heredando así el clásico sistema territorial egipcio que también habían mantenido los ptolomeos. Cada uno de los nomos contaba con un gobernador o «strategos«, nombrado por el prefecto o gobernador de Egipto. Entre el gobernador de un nomo y el prefecto de Egipto como provincia romana se encontraban cuatro administradores regionales, conocidos como epistrategoi. Asimismo, el prefecto no gobernaba Egipto de forma autoritaria, sino que era ayudado por procuradores encargados de las finanzas, y por otro tipo de funcionarios.
Cada uno de los nomos tenía una capital o metrópolis, que servía de sede del gobierno local. Durante los dos primeros siglos de nuestra era, los nomos y sus metrópolis disfrutaron de un escaso autogobierno. Sin embargo, en torno al año 200, el emperador romano Septimio Severo ordenó la creación de consejos ciudadanos en cada nomo, lo que suponía un paso muy importante para que cada ciudad egipcia se convirtiera en lo que conocemos como «municipium«. Para simplificar, podríamos decir que un municipium eran aquellas ciudades que se autogobernaban, pero siempre siendo parte de la provincia romana.
El ejército romano en Egipto
Al igual que en las demás provincias del imperio, el principal agente que controlaba la provincia egipcia era el ejército romano. Las tareas que se llevaban a cabo eran variadas, aunque la más importante sin duda era la defensa del territorio, para evitar que fuera conquistada por potencias extranjeras, o para evitar rebeliones de la población egipcia. El ejército romano que vivía en Egipto también tenía un destacado papel en las campañas militares que se llevaban a cabo en el Próximo Oriente: se sabe que participó en la anexión de Arabia (año 106), en la guerra contra los partos de Trajano, o las rebeliones de los pueblos judíos del siglo I y II.
La ciudad de Alejandría era, sin duda, la principal base militar romana en Egipto. Esto tiene una doble causa: mantener la paz interna de la mayor ciudad de Egipto y evitar que fuera conquistada o atacada por alguno de los enemigos del imperio romano. Al menos por lo que se cree, el ejército romano también se implicó en otras muchas actividades: la supervisión de los barcos cargados de grano que descendían por el río Nilo hasta Alejandría, la protección de los cobradores de impuestos mientras realizaban su trabajo (personajes muy impopulares), llevar suministros y supervisar las tareas de minería y extracción de piedras en el desierto…
La economía de Egipto como provincia romana
La economía de Egipto durante el periodo romano se basó en tres grandes pilares, relacionados entre sí: en primer lugar, y quizás el más importante, es la producción agrícola del valle del Nilo y el Delta, que tenía que dar de comer a todos los que vivían en Egipto. Otra de las grandes actividades económicas era la extracción de minerales, concentrada sobre todo en el Desierto Oriental. Esto es debido a que Egipto fue para Roma una gran fuente de abastecimiento de piedras exóticas, como el granito y el pórfido imperial.
Y, evidentemente, el tercer gran eje de la economía egipcia era el comercio, integrado dentro de los circuitos comerciales del imperio romano. La ciudad de Alejandría siguió siendo en este sentido uno de los grandes centros económicos del Mediterráneo. A nivel de conjunto, Egipto tuvo un papel muy destacado en el comercio de Roma con Oriente por su control del Mar Rojo, siendo un sitio de paso obligatorio para el comercio con la India, y quizás hasta con Malasia y China.
La religión de Egipto como provincia romana
Esta temática es, sin duda, una de las más difíciles de estudiar y comprender a nivel histórico. Las características propias de la religión egipcia, y su sincretismo a partir del periodo helenístico, es uno de los principales factores que explican esta dificultad de estudio. De este modo, los griegos en Egipto identificaron a sus propios dioses con el panteón egipcio: Horus fue equiparado con Apolo, Thoth con Hermes, Amón con Zeus, Hathor con Afrodita, Taweret con Atenea… Además, encontramos que, a partir del periodo ptolemaico, se inventaron algunos nuevos dioses, como Serapis, por lo que todo en su conjunto es fácilmente confundible para el historiador que quiera investigar esta temática en este periodo concreto.
Del mismo modo que la religión egipcia del periodo romano es una continuación cultural de la religión tradicional, la arquitectura religiosa también fue una continuación de lo construido en épocas dinásticas o helenísticas. Una de las pocas excepciones que podríamos mencionar para este caso son los Paneion, los puntos de culto en el desierto dedicados al dios Pan, introducido en Egipto durante el periodo helenístico.
Desde mediados del siglo I aparece una nueva creencia religiosa en Egipto, el cristianismo, y lo hace a través de la ciudad de Alejandría, desde la cual se iría extendiendo al resto del país. El problema con el cristianismo es que era desde sus inicios una religión poco transigente con las demás que existían en Egipto, por lo que buscaban convertir a creyentes de Ra en creyentes de las palabras de Jesús. Dos siglos después, este choque entre el cristianismo y las demás religiones egipcias era constante, por lo que, antes del establecimiento del cristianismo como religión oficial del imperio romano, comenzaron a darse algunas persecuciones en contra de los cristianos. La más importante de ellas quizá fue la emprendida por Dioclesiano a partir del año 303 a.C.
Bibliografía
SHAW, I. (2014): Historia del Antiguo Egipto. Editorial La esfera de Libros, Madrid.
AUTORES, VARIOS (2013): Egipto. National Geographic. Editorial RBA, Barcelona.