Introducción
La III Dinastía de Ur es un periodo de la Historia de la Baja Mesopotamia que ocupa aproximadamente 120 años, entre el 2120 y el 2000 a.C. Hay que destacar que es el último periodo cultural en el que se divide el Bronce Antiguo, siendo un momento de renacimiento del poder sumerio del sur tras el dominio primero de los acadios que vinieron del norte y después de los Guti que vinieron de las montañas. Después de analizar brevemente algunas de las características más notables de este periodo, como sus reinados, sus campañas expansionistas o la cultura de los escribas, vamos a terminar de hablar de este periodo explicando las causas y el proceso de su desmoronamiento.
Fuentes de conocimiento arqueológicas
Esta dinastía del renacimiento sumerio tuvo cinco reyes: Ur-Nammu, Shulgi, Amar-Sin, Shu-Sin e Ibbi-Sin. Al comenzar el reinado de Ibbi-Sin el imperio de Ur todavía se mantenía unido en toda su extensión, mas esta situación no duraría mucho tiempo, ya que pronto aparecieron indicios de una crisis política y económica.
¿Cómo podemos conocer la aparición y extensión de esta crisis? Pues por hechos como la frecuencia de la presencia de determinados materiales en el registro arqueológico: por ejemplo, el que Ibbi-Sin usara sus propias fórmulas de datación del tiempo en las ciudades simbolizaba la dependencia de éstas, por lo que cuando vemos que éstas cada vez son más infrecuentes podemos pensar (que tampoco tiene que ser verdad) que ahí se inicio la crisis. Justamente, podemos ubicar este inicio de la crisis entre el sexto y el séptimo año de reinado de Ibbi-Sin. Quizás por casualidad, o por consecuencia de la creciente crisis política, también se produjo una crisis de la producción agrícola, lo que en la práctica se produjo en un desabastecimiento de las ciudades al dispararse los precios de los productos debido a su escasez.
Fuentes de conocimiento textuales
Aparte de estas evidencias más sutiles en el registro arqueológico, las fuentes de conocimiento textuales también nos indican de forma más clara que se ha entrado en una época de decadencia. Los textos administrativos hablan de la crisis agrícola y los textos literarios hablan de catástrofes naturales, como las crecidas insuficientes de los ríos Tigris y Eúfrates; y las incursiones de pueblos bárbaros, como los Martu por el noroeste o los Guti y Simashki del norte (la dinastía elamita). En el caso de éstos dos últimos, estamos hablando de unos pueblos que bajaron de los Montes Zagros y devastaron ciudades como Kish, Adab, Eridu o la provincia de Lagash.
El reinado neosumerio de Ibbi-Sin
Ante el desabastecimiento de las ciudades, incluida la propia Ur, Ibbi-Sin envía a Ishbi-Erra, uno de sus funcionarios, a las ciudades de Isin y Kazallu para conseguir grano y abastecer a la capital. En las cartas que se escriben, el funcionario le habla de los avances de las incursiones de los martu, pero el rey, incapaz de afrontar este peligro, delega poder de gobierno en él, lo cual es aprovechado para rebelarse y declararse independiente, inaugurando la primera dinastía del nuevo reino independiente de Isin.
Es difícil saber por qué Ibbi-Sin no reaccionó ante todo esto, por qué no tuvo una eficaz resistencia y plan de ataque militar para recuperar el dominio de los territorios conquistados y aniquilar las pretensiones de la ciudad de Isin. Lo que opinan los textos literarios de esta cuestión es que todas las consecuencias de la crisis económica y política son el resultado del abandono de las ciudades por parte de las divinidades, de tal manera que al irse los dioses todo se desmorona.
Sin embargo, todo esto no significa el final del reinado de Ibbi-Sin, ya que sabemos que seguiría reinando durante mucho tiempo más (en total reinó en torno a 25 años), hasta que llegara el golpe final que definitivamente acabaría con el imperio de Ur y la III Dinastía. Este golpe de gracia consistió en un asedio elamita a la propia ciudad de Ur, que acaba rindiéndose debido al hambre. Como consecuencia de esta capitulación, los elamitas entran y saquean las grandes riquezas de Ur, profanando a la vez todos sus templos. Además de todo esto, Ibbi-Sin es hecho prisionero y llevado a Susa mientras una guarnición elamita se queda en Ur. Este dominio elamita de Ur se extendería hasta que Ishbi-Erra reconquistara Ur y expandiera el poder de la dinastía de Isin.
La destrucción de la ciudad de Ur, que hasta hacía pocos años antes no solo era la capital del imperio neosumerio, sino que era la ciudad más poderosa del mundo, causó una enorme impresión. Esta gran impresión se refleja en textos como el del «Lamento por la destrucción de Ur«, escrito cuando ya se está reconstruyendo la ciudad a manos de la dinastía de Isin. A pesar de que en este texto se alude a las causas divinas para explicar el fin del imperio y la ruina de la ciudad de Ur, se pueden extraer leyendo entre líneas datos históricos fiables que nos ayudan a entender mejor todos los aspectos del desmoronamiento de este imperio, tanto a nivel económico como político, jurídico y militar.
Bibliografía
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