Introducción
Después de ver brevemente las características de Asiria durante el periodo paleoasirio, viajamos un poco más al oeste para conocer el periodo de la Edad de Mari, que, al igual que el periodo paleoasirio, es contemporáneo al periodo de las Dinastías de Isin-Larsa. Por tanto, podemos ver todo lo que está ocurriendo en el contexto internacional contemporáneamente: en la Baja Mesopotamia se está dando el periodo de las Dinastías de Isin-Larsa, y un poco más tarde, el periodo paleobabilónico de Babilonia; en la Alta Mesopotamia está surgiendo la Asiria del periodo paleoasirio; y en la frontera sudoeste la ciudad de Mari está viviendo su tercera época dorada con la Edad de Mari, que abarca aproximadamente entre el último tercio del III milenio a.C. y el 1761 a.C., fecha en la que fue conquistada por Hammurabi de Babilonia
Fuentes de conocimiento sobre la ciudad de Mari
Por su situación fronteriza entre Mesopotamia y las zonas periféricas occidentales, la ciudad de Mari es un puesto avanzado y de obligatorio paso entre la propia Mesopotamia y el norte de Siria, lo que la convierte en una zona de vital importancia para el conocimiento de las relaciones y el desarrollo histórico de ambas regiones. Sin embargo, no conoceríamos gran parte de todo eso sin el descubrimiento de ricos archivos administrativos y epistolares en el palacio real de Mari. Entre otras cosas, gracias a estos archivos podemos conocer más a fondo como fue la primera mitad del siglo XVIII a.C., vital para saber, entre otras cosas, cómo fue el último periodo de independencia de la ciudad antes de que Hammurabi de Babilonia la conquistara y arrasara en el 1761 a.C.
Tribus y palacios en la ciudad de Mari
La ubicación de la ciudad de Mari en el curso medio del río Eúfrates hace posible que coexistan en la región en estrecho contacto comunidades humanas semi nómadas y sedentarias, cuyos mayores representantes son las tribus y los palacios, respectivamente.
La evolución historiográfica
Tradicionalmente, con respecto a esto se hacía una historiografía muy subjetiva, que siempre analizaba las cosas desde el punto de vista palatino, infravalorando la importancia de las tribus semi nómadas. Desde esta imparcial perspectiva, se calificaba a estas tribus como gente incivilizada, agresiva y muy inestable, que no tenían otro camino posible de evolución que el sedentarismo de sus compañeros del palacio. Sin embargo, actualmente ya se hace un estudio de ambos en términos objetivos e imparciales, relacionándolos siempre en términos de cronología, estabilidad económica o sus posturas defensivas/ofensivas.
Comparación entre ambos
Ateniéndonos a los términos que he mencionado antes, podría resumir brevemente las características de unos y otros. Por ejemplo, a nivel cronológico, los palacios llegaron a la Mari del Eúfrates medio más tarde que las tribus semi nómadas, pero no mucho más, ya que sabemos que ambos tipos de comunidades se desarrollaron a la par y con relaciones e influencias recíprocas. En el tema de la agresividad, la historiografía tradicional dejaba a estas tribus como unos agresivos bárbaros que se dedicaban más a saquear que a producir, ya que estaban siempre ávidos de las riquezas de los demás. Lo cierto es que, al convivir en una misma zona, su relación es más de colaboración complementaria que de enfrentamientos, ya que saben que se necesitan el uno al otro, lo que tampoco quiere decir que no hay enfrentamientos entre ellos y en las dos direcciones (tribus contra palacios y palacios contra tribus). A nivel de estabilidad económica, lo que se demuestra aquí es que el llevar a cabo una economía transhumante no implica que ésta sea subsistencial. En cierto sentido, los palacios son también algo nómadas, porque mueven los recursos militares y comerciales de los que disponen.
Las tribus seminómadas de la ciudad de Mari
Características de la transhumancia de las tribus
Durante la Edad de Mari, las tribus de pastores que vivían en torno a este curso medio del río Eúfrates hablaban la lengua amorrita. Por lo que sabemos, este pastoreo transhumante se llevaba a cabo en verano en los pastos de los valles irrigados y en invierno en la meseta semiárida. Y como decía antes, no son del todo nómadas, ya que solo una parte de la comunidad llevaba a cabo la transhumancia, mientras que el resto del grupo permanecía siempre en las pequeñas aldeas del valle, dedicándose a la agricultura. En caso de que sus desplazamientos normales no les sirvan o no les sean suficientes, hacen mayores desplazamientos, moviéndose hacia el norte o al oeste, hacia el norte de Siria.
A nivel político
Todos estos pastores nómadas se agrupaban en torno a tres confederaciones tribales, las cuales siempre giraban en torno al reino de Mari: los khaneos, los benyaminitas, y los suteos. Los primeros, los khaneos, son los que más relaciones tienen con los palacios, debido a que llevan a cabo una transhumancia de corta distancia que siempre se encuentra bajo la influencia política de los palacios de Mari. Por el contrario, los benyaminitas, subdivididos en multitud de tribus, realizan una transhumancia que sale de los territorios controlados de Mari. Además, tienen por lo general una actitud con los palacios que es mucho más conflictiva que los otros. Por último, hay que mencionar a los suteos, que, por su ubicación más adentrada en Siria, parecen tener una mayor movilidad en sus actividades de pastoreo, y son más propensos a las incursiones militares y los saqueos.
Los palacios de la ciudad de Mari
A lo largo del curso medio del río Eúfrates y del cercano río Khabur nos encontramos toda una red de ciudades amuralladas que cuentan con templos y palacios. Algunas de estas ciudades cuentan con reyes locales, los cuales van perdiendo o ganando importancia a través del tiempo, de tal modo que unas veces es más poderoso un rey de tal ciudad y a la generación siguiente lo es más el rey de otra ciudad. Siguiendo los modelos bajomesopotámicos, en todos los palacios reales hay formada una especie de red burocrática real formada por multitud de escribas y administradores especializados en una gran cantidad de cosas. La economía de estos palacios se basa, en parte, en la agricultura que se lleva a cabo en los valles de regadío, los cuales, a pesar de ser de pequeñas dimensiones, son suficientes para abastecer a estos palacios, que son más pequeños y distanciados entre sí que los de la Baja Mesopotamia. Además, esta economía se complementa con las relaciones con las cabañas ganaderas de las tribus y con la influencia que ejercen en el comercio por su posición estratégica en el mapa del Oriente Próximo Antiguo.