INTRODUCCIÓN
Tras la muerte de Hammurabi de Babilonia (aprox. 1750 a.C.), los posteriores soberanos babilónicos (Samsu-iluna, Abi-Esukh, Ammi-ditana, Ammi-saduqa y Samsu-Ditana) no consiguen mantener unido el imperio que se ha forjado, y acaban siendo conquistados por los casitas, un pueblo que vino de los Montes Zagros e instauró su propia dinastía real durante casi medio milenio, aproximadamente. Voy a dividir esta entrada en dos partes: en la primera mitad voy a terminar de hacer un resumen muy general y global sobre la Historia política de la Babilonia casita, detallando todo el proceso de relaciones internacionales o la decadencia y crisis de la dinastía; en la segunda mitad voy a hablaros brevemente de la crisis demográfica y social que caracteriza este periodo. Sin más dilación, vamos allá.
EL REINO BABILONIO E HITITA
Todo el periodo que está comprendido entre mediados del siglo XIV y mediados del siglo XIII a.C. es bastante tranquilo, relativamente hablando. Babilonia tiene que contener a Asiria por un lado y a Elam por otro, al mismo tiempo que mantiene buenas relaciones comerciales con el reino hitita. Este tráfico comercial lo podemos conocer gracias a fuentes de conocimiento como la larga carta que Hattushili III escribió a Kadashman-Enlil II: primero pasa por el curso medio del río Eúfrates, donde evita la zona asiria pero es obstaculizado por los nómadas. Luego desemboca en el norte de Siria, donde los mercaderes babilonios que viven ahí obtienen los productos en unas condiciones bastante precarias, teniendo en cuenta la lejanía del reino de origen y su escasa influencia fuera del ámbito mesopotámico.
ASIRIA Y BABILONIA
Pero como ya he mencionado antes, el principal problema que sigue teniendo la Babilonia casita es Asiria, manifestado en muchos enfrentamientos librados en la franja este del río Tigris. Parece ser que los asirios tomaron la delantera a los babilonios cuando reinaba Adad-nirari I (aprox. 1305-1274 a.C.), ya que este rey derrotó al casita Nazi-Marutash (aprox. 1307-1282 a.C.), pero esta victoria no es muy significativa porque solo se consigue desplazar poco la frontera. Lo que es más interesante saber de estos enfrentamientos es que las victorias de uno u otro contendiente dan lugar a tratados de paz para la nueva fijación de la frontera, y para la redacción de poemas heroicos. Posteriormente, cuando una rebelión asiria elimina a Tukulti-Ninurta (rey asirio del que hemos hablado varias veces), una rebelión babilonia hace lo mismo con su representante en Babilonia, restableciendo en el trono al hijo de Kashtiliash IV (el último rey anterior a la «invasión» asiria), Adad-shum-usur (aprox. 1216-1187 a.C.). Se cree que este nuevo rey plenamente casita combatió con relativo éxito contra los asirios, consiguiendo consolidar su posición. Sin embargo, hay que decir que la estabilidad que caracteriza éste y los dos posteriores reinados (el de Melishipak y el de Marduk-apla-iddina) se debe más a la debilidad momentánea de Asiria y Elam que a otra cosa.
EL FINAL DE LA DINASTÍA CASITA
En contraposición a esto, la crisis final de la dinastía casita de Babilonia llega justo después. Primero, el rey asirio Ashur-dan realiza una incursión victoriosa, y luego el rey elamita Shutruk-Nakhunte conquista y saquea las ciudades babilonias del este y el norte (Eshnunna, Sippar, Akkad, Dur-Kurigalzu…). Además, se lleva un rico botín a Susa, incluyendo el Código de Hammurabi y la estela de Naram-Sin, y deja a su hijo Kutir-Nakhunte reinando en el norte de la Baja Mesopotamia, mientras que en el sur queda un poder casita residual. Precisamente, sería este rey elamita el que acabaría dando el golpe de gracia a la dinastía casita, conquistando lo que quedaba de Babilonia y llevándose a Susa la prestigiosa estatua del dios Marduk. Así es como termina una dinastía que, siendo ajena a Babilonia, había sido capaz de mantenerse allí durante casi medio milenio.
LA CRISIS DEMOGRÁFICA
A mediados del II milenio a.C. (coincidiendo aproximadamente con el inicio de la dinastía casita de Babilonia) se produce una notable caída de la demografía, la economía y la producción en el centro y sur de Mesopotamia. Después del poblamiento máximo que supuso el periodo de Ur y el de la dinastía de Isin-Larsa, el periodo de la dinastía babilonia de Hammurabi se había caracterizado por un estancamiento en la población. Ya en la época casita se nota que hay una decadencia evidente, la cual, aunque tiene una serie de características particulares, comparte muchos rasgos con la crisis general del final de la Edad del Bronce en Próximo Oriente. Algunas zonas periféricas, como el curso medio del Éufrates, quedan casi despobladas, acentuando pues el aislamiento de Babilonia. En el valle del río Diyala la población disminuye a la mitad, notándose más este descenso en los centros urbanos que en las aldeas. Por otra parte, la zona central aguanta mejor, ya que la población «solo» ha bajado un 25% con respecto a la existente en el periodo paleobabilónico.
NOVEDADES DEL PERIODO CASITA
Por desgracia, ni la Babilonia de Hammurabi ni la de los casitas es conocida arqueológicamente hablando, por lo que no se puede tener una visión amplia y detallada de cómo era la ciudad y el reino. Sabemos, por ejemplo, que la división del reino en 20 provincias, cada una con su gobernador, es una organización política de la época casita, y llama la atención que solo algunas de estas provincias están encabezadas por ciudades babilonias. En resumen, el reino de la Babilonia casita estuvo muy desurbanizado y disgregado.
Durante este periodo también llega a Babilonia la nueva técnica de combate con carros y caballos, y su correspondiente casta de guerreros profesionales, con importantes propiedades rurales concedidas por el rey. Uno de los aspectos que, al menos desde mi punto de vista, me parecen más interesantes es la aparición de un tipo de monumento característico de la época casita, los llamado «kudurru». Son estelas de piedra que, por su forma y función, probablemente deriven de los cipos que marcaban los límites de las tierras. Sin embargo, los «kudurru» que no han llegado hasta hoy se encontraban en los templos, conteniendo textos de asignaciones de tierras y símbolos de las distintas divinidades que garantizan la validez del mismo y las maldiciones contra quienes mueven o anulen ese texto.