INTRODUCCIÓN: FUENTES DE CONOCIMIENTO
El conocimiento que tenemos de la Historia de las ciudades-Estado arameas es ocasional y discontinuo, ya que se basa en algunas inscripciones de los reyes locales y en otras fuentes externas (algunas no muy fiables), como el Antiguo Testamento de la Biblia para las más meridionales o las inscripciones asirias para las más septentrionales. Además, hay que tener en cuenta que no contamos con estas inscripciones locales ni con estos textos asirios para las fases históricas más antiguas (siglos XI y X a.C.).
DAMASCO Y LAS GUERRAS SIROEFRAIMITAS
Uno de los aspectos históricos que mejor conocemos son las guerras de los Estados arameos del sur contra Israel. Ya en tiempos de Saúl y David, los israelitas se enfrentaron contra los reyes de Soba, el mayor Estado meridional arameo, debido a que sus reyes locales reconocían la soberanía de Hadad-ezer, uno de los mayores enemigos del rey David. Sin embargo, la victoria de éste sobre Hadad-ezer provoca la decadencia y disgregación de Soba. A partir de ahora, uno de los centros dependientes de Hadad-ezer, Damasco, tendrá una gran importancia, ya que la ciudad se halla en el centro de un amplio oasis regado por los cursos de agua que descienden del Antilíbano, lo que en la práctica le otorga una capacidad productiva superior a la de los demás centros arameos. En lo que se refiere al comercio, su situación en el este convierte a Damasco en un punto privilegiado en la ruta caravanera que pasa desde el sur de Arabia hasta los Estados transjordanos. Una prueba del interés comercial que se tenía sobre esta ciudad es el hecho de que el rey David trató de sacar provecho económico de sus victorias militares estableciendo en Damasco una guarnición y un centro comercial.
Sin embargo, las cosas no salieron tal y como el rey israelita hubiera querido, ya que un general de su enemigo vencido, Rezon, declara la independencia de Damasco y funda una dinastía que rápidamente consigue hacerse con todo el dominio del sur de Siria. Lo que sabemos de esta dinastía es poco y confuso, ya que una de sus principales fuentes de conocimiento (la Biblia) es poco fiable, como siempre digo. Según los textos bíblicos, todos los dinastas de Damasco se llamaban Ben-Hadad, por lo que no es nada fácil distinguirlos. De entre éstos, la existencia de un Bar-Hadad I (forma aramea de decir el Ben-Hadad de la Biblia) está atestiguada arqueológicamente por una estela dedicada al dios Melqart, hallada cerca de Aleppo. Sabemos que un Bar-Hadad II sometió en cierta medida a Israel durante la época del rey Omri (aprox. 876-869 a.C.), pero luego fue derrotado por el rey Ajab (aprox. 869-850 a.C.), que logró invertir la situación. En todo caso, estas guerras entre los arameos y los israelitas (llamadas las guerras siroefraimitias) se libraron por el control de la zona de Galaad, el único tramo de la ruta caravanera transjordana donde había un poblamiento israelita. Por un lado, Israel trataba de introducirse entre los Estados que controlaban el comercio, mientras que, por otro lado, Damasco trataba de prolongar hacia el sur el tramo de su competencia, suplantando así a sus rivales. Así, el resultado fue que cada reino estableció bases comerciales en el territorio del otro, de tal modo que encontramos bases de Damasco en Samaria y bases de Israel en la dicha Damasco.
LOS ARAMEOS Y LOS ASIRIOS
En un tiempo en el que Asiria todavía no era capaz de suponer un enemigo potencial, las luchas locales entre los arameos y los israelitas no alteraban el orden general del Oriente Próximo. Sin embargo, esta situación cambiará desde mediados del siglo IX a.C. con el rey asirio Salmanassar III. Por este motivo, arameos e israelitas aparcan momentáneamente sus disputas locales para aliarse y luchar contra su enemigo común. Como antecedentes, el predecesor de Salmanassar III, Assurnasirpal II, una vez avanzó hasta el Mediterráneo, pero se trató de una incursión pacífica que buscaba el establecimiento de una colonia comercial asiria en el curso medio del río Orontes. Al este del río Éufrates, los Estados arameos viven una situación muy distinta. Durante la primera mitad del siglo IX a.C. tuvieron que soportar una gran presión militar y administrativa de Asiria, que trataba de hacerse con el control de todo el territorio mesopotámico. Más tarde, las expediciones de Tukulti-Ninurta II, Adad-nirari II y Assurnasirpal II en el valle del Khabur, el medio Éufrates y otras zonas tuvieron como resultado el sometimiento de todos los pequeños Estados arameos que se habían formado en esos sitios durante los siglos anteriores.
Como ya he mencionado, la expansión del rey asirio Salmanassar III por el oeste del Éufrates comienza en torno a mediados del siglo IX a.C., con el objetivo de extender a sus posesiones en Siria la organización tributaria que se había consolidado en sus dominios de la Alta Mesopotamia. El Estado arameo más afectado fue Bit Adini, ya que su control permitía el paso del Éufrates y el rey se empleó a fondo para conquistarlo. Una vez hecho esto, se le abrieron las puertas de los Estados arameos del centro y sur de Siria, que opusieron resistencia armada. En los años siguientes va a haber una serie de batallas que van a demostrar que la coalición antiasiria (formada por Damasco, Hama, Israel y las ciudades fenicias) va a tener grandes resultados y va a conseguir evitar la conquista asiria.
LA VUELTA A LAS GUERRAS LOCALES
A la muerte de Salmanassar III, el peligro asirio disminuyó, por lo que la gran coalición se disolvió y pronto se reanudaron las guerras locales, con intentos por parte de las ciudades mayores de asegurarse la hegemonía de la región. En el centro y sur, Damasco, con Hadad-ezer primero y después con Haza-El, alcanzó una clara supremacía. Israel, Judá y los Estados filisteos reconocieron su hegemonía, y el norte de Transjordania pasó a depender directamente de Damasco. Sin embargo, las cosas no serían tan bonitas para Damasco, ya que en Siria central el reino de Hama también aspiraba a la hegemonía, extendiendo sus posesiones a toda la región de Lu´ash y a la ciudad de Hazrek (Afis). Una estela de Zakir, rey de Hama, celebra que Hazrek saliera indemne del asedio llevado a cabo por parte de una coalición encabzada por el rey de Damasco, Bar-Hadad III. En este asedio participaron todos los reyes del norte de Siria, unidos en el intento de aniquilar el crecimiento de Hazrek.