Artículo escrito por Jorge Álvarez, licenciado en Historia.
De hecho, con ser flojo y a pesar de su superficialidad, el guión no es lo peor de Éxodus. Ahí se impone negativamente el erróneo enfoque del filme, centrado en el enfrentamiento personal entre Moisés y Ramsés; y no sólo porque repita la burda situación de Gladiator (si allí Marco Aurelio prefería al hijo adoptivo Máximo antes que al legítimo Cómodo, aquí ocurre lo mismo el inclinarse Seti por Moisés en vez de Ramsés) que a priori podía resultar interesante, sino porque en la práctica resulta algo agotador: 150 minutos de rivalidades personalistas son demasiados, especialmente cuando El príncipe de Egipto -que también optó por esa vía- lo hizo con más concisión y en mucho menos tiempo. Hubiera podido compensarse con buenos diálogos, sólo que no los hay, o con el típico duelo de actuaciones, pero ahí Éxodus flaquea de forma alarmante, especialmente en comparación con Los diez mandamientos. No tanto por Christian Bale, que de todas maneras no hace su mejor papel y se queda a años luz de Charlton Heston, como por el resto del elenco, que es penoso y grotesco a ratos: Joel Edgerton no es que palidezca en la comparación con Yul Brinner sino que se disuelve; pero lo más patético es ver a Sigourney Weaver o a John Turturro con disfraces de opereta. Y ahí entramos en el apartado del horror.
Porque, como resulta que la parte visual tampoco destaca por encima de la película de DeMille por mucha infografía y mucho efecto digital que meta en cada plano al estar todo rodado aparatosamente pero sin emoción ni cuidado, y dado que el espectador religioso tampoco quedará satisfecho porque ese capítulo apenas aparece al final, lo peor con mayúsculas resulta ser precisamente aquello que debería estar especialmente cuidado, habida cuenta de los continuos adelantos que experimenta en la ilustración especializada, por ejemplo: la ambientación histórica. Las películas no suelen ser muy rigurosas en eso y las películas americanas menos aún, pero todo aquel que esperase que con el paso de los tiempos se pusiera un poco más de esfuerzo en ello tendrá que estar hundido en la decepción más profunda, ya que paradójicamente se produce el efecto inverso: cada vez se recrea y ambienta peor el cine.
El caso de Ridley Scott es doblemente sangrante porque todos seguimos esperando ingenuamente que repita la exquisitez en ese aspecto con que adornó su primera obra, Los duelistas. Claro que aquel Scott era otro. El de Alien. El de Blade runner. El Scott de Éxodus nos vomita encima un catálogo de ignominias en el que se suceden pirámides por todas partes, armas de hierro (un metal que aún no se trabajaba), vestuario de colorines brillantes y texturas kistch que harían las delicias de Terenci Moix, una capital (Menfis) que había dejado de serlo siglos atrás, batallas fuera de época, armaduras que no había, una clase esclava que en realidad era muy secundaria y sin apenas peso en la economía, caballería en una época en la que se limitaba a los carros de guerra, camellos siglos antes de que se introdujeran en la región del Nilo, Seti enterrado en Abu Simbel (que es un templo, no una tumba), pirámides (y encima alguna escalonada) que se dejaron de construir un milenio atrás, ahorcamientos públicos como si fuera el juicio de Nüremberg…
En fin, quien se empeñe en sacar algo positivo de la experiencia puede entretenerse en contemplar los paisajes, correspondientes a Almería y Fuerteventura, e incluso intentar identificar a algún amigo contratado como extra, ya que hubo 4.500, aunque acreditada sólo estuvo María Valverde, que interpretó a Séfora, la esposa de Moisés. La aportación española se completó con la banda sonora, firmada por Alberto Iglesias, el compositor español más internacional (que tiene hasta tres nominaciones al Óscar a la mejor banda sonora por El jardinero fiel, Cometas en el cielo y El topo). En fin, mientras uno aún está obnubilado por ver a Ramsés II llevando en la cabeza un tocado de la diosa Nejbet, que en realidad era una prenda femenina y exclusiva de la reina; uno, digo, no puede sino echarse a temblar al pensar lo que se nos viene encima con la secuela de Blade runner y la nueva de la saga Alien. Porque si,. Por desgracia, algo ha demostrado Ridley Scott es que no se detiene ante ningún reto por difícil que sea y siempre puede hacer algo peor.
Artículo escrito por Jorge Álvarez, licenciado en Historia
Para saber más
Jorge Álvarez es licenciado en Historia y diplomado en Archivística y Biblioteconomía. Fue fundador y director de la revista Apuntes (2002-2005), creador del blog “El Viajero Incidental”, y bloguero de viajes y turismo desde 2009 en “Viajeros”. Además, es editor de “La Brújula Verde”. Forma parte del equipo de editores de Tylium.