Problemática de las fuentes de Esparta
Esparta fue la ciudad más poderosa de la Antigua Grecia durante buena parte de los períodos arcaico y clásico, al ser admirada en tiempos de paz y temida en tiempos de guerra. Sin embargo, es muy difícil escribir la Historia de esta polis, y no por la escasez de fuentes. El problema está en que todas estas fuentes se centran casi exclusivamente en los espartanos de la clase alta y en la casa real, por lo que nos dan muy poca información sobre la mayoría de la población no solo de Esparta, sino de su territorio circundante, Laconia.
Con esto me refiero a las masas de población servil, como los ilotas, y a la clase de individuos que no tenían derechos civiles, los perioikoi. Por tanto, debéis saber que el problema de las fuentes espartanas no es la cantidad de fuentes, sino la calidad de éstas. Muchas de nuestras fuentes se caracterizan por presentar una visión idealizada de Esparta según la cual la espartana era una sociedad igualitaria y ordenada con un enorme patriotismo y un coraje sin límite en el campo de batalla.
Además, hay que tener en cuenta que los habitantes de Laconia no solo no escribieron literatura histórica antes del periodo helenístico, sino que sus leyes no fueron fijadas por escrito, sino transmitidas oralmente. Todo esto ayudó a que se transmitiera por toda Grecia esta idealización del mundo espartano, tanto por el mundo oral como por el escrito.
Aunque los dos mayores historiadores griegos, Heródoto y Tucídides, nos cuentan numerosos detalles de la Historia de Esparta en sus respectivas obras, lo cierto es que el grueso de nuestra información procede de Jenofonte y Plutarco, autores que escribieron obras dedicadas específicamente a la Historia espartana del periodo arcaico y clásico.
Jenofonte y Plutarco
Jenofonte nació en Atenas hacia el 430 a.C., aunque abandonó Grecia en torno al 401 a.C. para servir como mercenario en el ejército de Ciro el Joven, pretendiente al trono imperial de Persia. Gracias a esto trató de primera mano con muchos habitantes de Laconia (los llamados lacedemonios), ya que a lo largo de esas campañas militares llegó a conocer a muchos espartanos, entre ellos el rey Agesilao II.
A finales de la década de 390 a.C., mientras Esparta y Atenas estaban en guerra, Jenofonte fue desterrado por sus compatriotas por favorecer a los espartanos. Tras establecerse en el Peloponeso, escribió un pequeño tratado llamado «La república de los lacedemonios», la cual supone la mejor fuente de conocimiento (aunque no del todo objetiva) que tenemos sobre las instituciones sociales, políticas y militares de Esparta.
Por otro lado, y con un entusiasmo pro espartano parecido, encontramos las obras de Plutarco, que vivió entre el 46 y el 120 de nuestra era, lo cual es su principal problema, puesto que habla de unos acontecimientos sucedidos siglos antes de su vida. Plutarco fue un griego que vivía en un mundo plenamente romano, pues por entonces su Beocia natal había sido incorporada al Imperio Romano.
Las obras de Plutarco acerca de Esparta son las más numerosas de toda la Antigüedad, y condicionaron en gran medida las obras posteriores. Sin embargo, hay que tener en cuenta que era un biógrafo y un filósofo interesado en la ética, no un historiador.
Estas obras sobre Esparta están formadas por cinco biografías: Licurgo, Lisandro, Agesilao, Agis y Cleómenes. Suyas son también las «Máximas de espartanos» y las «Máximas de mujeres espartanas». A pesar de los aspectos negativos citados, quisiera destacar que fue un autor que viajó hasta la propia Esparta de su tiempo para leer fuentes que en la actualidad no se conservan, por lo que a través de él podemos conocerlas indirectamente.
Fuentes para la Historia de Atenas
Como ya he avanzado un poco en las últimas entradas, los atenienses tuvieron que enfrentarse a muchos problemas durante el periodo arcaico, al igual que otras muchas ciudades-Estado griegas: las luchas de facciones entre las familias aristocráticas, las tensiones sociales entre los aristócratas y el pueblo, los gobiernos de tiranías… Sin embargo, hacia el 500 a.C., la mayoría de estos problemas ya estaban resueltos. Por ello, debido a la relativa paz y prosperidad reinante, Atenas se había convertido en la segunda polis más poderosa de la Antigua Grecia, jugando un papel totalmente fundamental en la Historia de Occidente.
Las fuentes de conocimiento escritas para la Historia primitiva de Atenas presentan muchas similitudes con las que existen para Esparta. Por lo que sabemos, fue Helanico de Lesbos, nacido en torno al 500 a.C., el primero que puso por escrito la Historia de los atenienses, siendo también el primero de los llamados atidógrafos, autores de obras sobre Atenas datados entre el siglo IV y III a.C.
A estos fragmentos hay que añadir el valioso tratado titulado «La constitución de los atenienses», escrito por Aristóteles (~384 – 322 a.C.) o alguno de sus discípulos, y las biografías de personajes históricos de Atenas como Teseo o Solón escritas por Plutarco.
Del mismo modo, los propios poemas de Solón, escritos aproximadamente a comienzos del siglo VI a.C. y transmitidos gracias a Aristóteles y Plutarco, son el testimonio directo más antiguo que tenemos para conocer la sociedad ateniense en este momento crucial de su Historia. Por último, quiero destacar las obras de Heródoto y Tucídides, las cuales, aunque tratan sobre todo acontecimientos del siglo V a.C., contienen también algunos datos muy interesantes sobre la Atenas primitiva.
Bibliografía
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