Introducción
Esparta fue una de las ciudades más poderosas de la Antigua Grecia durante buena parte de los períodos arcaico y clásico, al ser admirada en tiempos de paz y temida en tiempos de guerra. Esto era en parte porque era diferente de las otras polis. Compartían una serie de instituciones y valores con el resto del mundo griego, como la sociedad patriarcal y politeísta, la mano de obra servil, la agricultura como base de su economía…, pero se diferenciaban en muchos otros aspectos, como en la gigantesca intervención que tenía el Estado en la vida de los ciudadanos espartanos, interferencia que existía en todos los estados griegos pero ninguno de manera tan intensa como en Esparta. En esta entrada vamos a ver cómo era el papel de la mujer en la antigua Esparta
Una mujer espartana
En la anterior entrada os hablaba del mundo masculino espartano, de cómo era su educación y su vida en general durante las primeras décadas, así que ahora voy a hablaros de la mujer en la antigua Esparta, que recibía la misma férrea educación que el varón, pero con un objetivo bien distinto: convertirse en la perfecta madre de los varones espartanos. De hecho, las espartanas eran las únicas griegas cuya educación y crianza estaba totalmente planificada y «subvencionada» por el Estado.
Sin embargo, esto no era tan negativo como se podría pensar a priori. A diferencia de otras mujeres griegas, que pasaban la mayor parte de su vida recluidas en casa y recibiendo menos comida que los varones, la mujer en la antigua Esparta hacía mucho ejercicio al aire libre y estaba bien alimentadas, ya que su única obligación social era parir hijos. Además, aunque como cualquier otra griega sabían tejer, no estaban obligadas a realizar cualquier trabajo doméstico, al igual que los hombres.
El sistema educativo de las niñas (atribuido supuestamente a Licurgo como el sistema educativo de los hombres) también se distribuía por grupos de edad, al igual que el de los niños, aunque es mucho menor conocido por la escasez de fuentes de conocimiento al respecto. Por lo que sabemos, la mujer en la antigua Esparta estaba dividida en cuatro categorías básicas: niñas, muchachas, doncellas en la pubertad y casadas. A simple vista, las doncellas se distinguían de las casadas por su peinado, ya que estas últimas llevaban el pelo corto, a diferencia de las mujeres adultas de otras ciudades griegas.
En general, resulta bastante difícil saber cual era la situación de la mujer en la Antigua Esparta, ya que hay opiniones muy variadas que van de un extremo a otro, dependiendo de si se cree que las espartanas gozaban de una buena vida en un Estado militarista como el espartano o no.
La libertad de una mujer en la antigua Esparta
Como en muchas otras sociedades militaristas, la ausencia casi permanente de los hombres obligaba a las mujeres a encargarse de los asuntos domésticos. Según los escritos al respecto de Aristóteles, esto tenía una consecuencia negativa, y era la gran libertad, poder y prestigio de la que disfrutaba la mujer en la antigua Esparta. Aristóteles, que creía indudablemente que los hombres debían dominar y limitar la libertad de las mujeres por el bienestar social, estaba convencido de que las espartanas se permitían todo tipo de lujos que solo fomentaban la codicia y corrompían la sociedad de la polis. Incluso iba más allá al sostener que las mujeres eran las que dominaban Esparta, ya que supuestamente dos quintas partes de las tierras que se dejaban en herencia acababan en manos femeninas.
Es evidente que Aristóteles exageraba en estos planteamientos. Aunque es cierto que las hijas de los espartanos recibían como dote la mitad de la cantidad de bienes que sus hermanos recibían en herencia de sus padres (en contraposición a las atenienses, por ejemplo, que solo recibían una sexta parte de lo que heredaban sus hermanos), no participaban en las tareas de gobierno, por lo que siempre estuvieron supeditadas al mundo masculino.
El matrimonio en la antigua Esparta
Como en otras ciudades griegas, el matrimonio en Esparta podía implicar una relación sentimental entre los cónyuges o no. Sea como fuera, la ley espartana decía que los hombres, incluso estando casados, debían seguir viviendo con su escuadrón hasta los treinta años. Como las mujeres se casaban más o menos a los dieciocho años y los hombres antes de los treinta, existía una menor diferencia de edad entre los cónyuges en Esparta que en Atenas, por ejemplo, donde era habitual que una chica de catorce años se casara con un hombre de treinta o más años. No obstante, las relaciones sexuales eran fundamentales para la procreación de nuevos varones guerreros.
Si tomáramos como fiable algunos fragmentos de La vida de Licurgo de Plutarco, podríamos decir que en Esparta existieron varias modalidades de matrimonio muy singulares, ninguna de las cuales se sabe si existieron de verdad o no. Por lo general, Plutarco nos cuenta que los espartanos eran reacios a casarse, por lo que el Estado tenía que ofrecer incentivos al matrimonio y la procreación, entre ellos el matrimonio secreto o el matrimonio al azar.
El primero de éstos consistía en tener relaciones sexuales a ciegas con una mujer disfrazada de hombre y a escondidas de los demás hombres del escuadrón, de tal forma que muchas veces la pareja no se veían físicamente hasta mucho tiempo después de haberse conocido. El segundo rito consistía en la selección de pareja al azar que realizaban los escuadrones de potenciales esposas y maridos encerrados en un cuarto oscuro. Como el único fin del matrimonio para los espartanos era la procreación y no la relación sentimental entre marido y mujer, el matrimonio secreto o al azar habría sido una práctica frecuente, siempre según Plutarco.
Bibliografía
BARCELÓ, P. (2001): Breve historia de Grecia y Roma. Alianza, Madrid.
CÁNFORA, L. (2003): Aproximación a la historia griega. Alianza, Madrid.
GÓMEZ ESPELOSÍN, F. (2001): Historia de la Grecia antigua. Akal, Madrid.
LANE, R. (2008): El mundo clásico. La epopeya de Grecia y Roma. Crítica, Barcelona
POMEROY, S. [et.al.] (2012): La antigua Grecia. Historia política, social y cultural. Crítica, Barcelona.