Artículo escrito por María Isabel Cubas Contreras, licenciada en Historia.
Un año después del fallido levantamiento de 1719, el “Viejo pretendiente” tuvo un hijo con su esposa María Clementina Sobieska: Carlos Eduardo Estuardo, conocido como el “Gentil príncipe Carlos” (Bonnie Prince Charlie, en inglés). Después de un periodo de paz, estalla la guerra de sucesión austriaca en 1740, e Inglaterra vuelve a enfrentarse con España y Francia. Esto es visto por los jacobitas como una nueva oportunidad para recuperar el trono para los Estuardo. El príncipe Carlos Eduardo, conocido también como el “Joven pretendiente”, se trasladará desde Roma a la Francia de Luis XV para intentar captar apoyos para su causa. Para el año 1744, una flota francesa al mando del mariscal general de Francia, Mauricio de Sajonia, partió de Dunquerque con la intención, una vez más, de invadir Inglaterra. Pero nuevamente el clima y la superioridad de la flota británica repelieron el ataque.
Sin embargo, el “Gentil príncipe Carlos” no cejó en su empeño, y en 1745-1746 se realizará el último y más grande intento por recuperar el trono perdido. El 25 de julio de 1745, Carlos Eduardo desembarcó en las Highlands escocesas con un pequeño grupo de ingleses exiliados y soldados del ejército de Luis XV. No contaba con una flota francesa, como en levantamientos anteriores, sino apenas con dos barcos, que por poco no consiguen llegar a tierra. Para convencer a los clanes de las Highlands de luchar por él, el “Joven pretendiente” les contó que Luis XV estaba comprometido a invadir Inglaterra, dónde además contaban con el apoyo de numerosos jacobitas ingleses. Pero nada de esto era cierto. Así, a base de engaños, consiguió reunir con rapidez un ejército, a pesar de que ni en la propia Escocia todos estaban de su parte, pues las Lowlands, o Tierras bajas, donde se encuentra la capital, Edimburgo, eran por lo general anti jacobitas.
El 19 agosto de 1745, Carlos alza el estandarte de los Estuardo en Glenfinnan, y los clanes jacobitas le juran fidelidad. Apenas un mes después, el ejército jacobita consiguió entrar en Edimburgo, y derrotar a las fuerzas enemigas, dirigidas por el general Cope, en la batalla de Prestonpans del 21 de septiembre de 1745. Para finales de noviembre, los rebeldes habían conseguido llegar a Manchester; y aún lograron ir un poco más al sur, por lo que la suerte parecía estar del lado de Carlos Eduardo, pero entonces los jacobitas dieron la vuelta y regresaron a Escocia. Las razones de esta retirada son varias: por un lado, habiendo atravesado ya media Inglaterra, a los hombres del “Joven pretendiente” les había quedado claro que no iban a recibir ningún apoyo por parte de los jacobitas ingleses. Por otro lado, el ejército inglés estaba acorralándolos, y la ansiada invasión francesa no se producía.
Bonnie Prince Charlie en ningún momento pretendió provocar una guerra civil en los que él consideraba sus reinos, sino animar al levantamiento de sus partidarios en otras zonas del país, especialmente Inglaterra. La retirada por falta de apoyos permitió que el duque de Cumberland, hijo del rey Jorge II, fuera recuperando el terreno que los jacobitas habían ganada en Inglaterra, como la ciudad fronteriza de Carlisle. Edimburgo también había sido recuperada un mes antes. La situación de los jacobitas era difícil, pero consiguieron reorganizarse con nuevos clanes y refuerzos enviados desde Francia. Aún tuvieron una importante victoria antes del final. Se trata de la batalla de Falkirk, el 17 de enero de 1746. Unos días antes, el ejército jacobita puso bajo asedio el castillo de Stirling, situado estratégicamente entre el norte (Highlands) y el sur (Lowlands) de Escocia. La ciudad de Falkirk está situada cerca de Stirling, y allí se enfrentaron el ejército británico al mando de Henry Hawley, comandante en jefe de Escocia, y los jacobitas. Estos últimos consiguieron vencer gracias a la carga de los guerreros highlanders, que vencieron a la caballería e infantería británicas. La feroz tormenta que se desató sobre el campo de batalla impidió a ambos bandos usar la artillería, por lo que finalmente la batalla se saldó con muy pocas pérdidas de ambas partes, pero Hawley tuvo que retirarse a Edimburgo, lo que los jacobitas interpretaron como una victoria. Sin embargo, no consiguen conquistar el castillo.
Derrotado Hawley, a partir de ahora será Cumberland quien se dirija a Escocia para acabar con el levantamiento. Pasado el invierno, durante el que los jacobitas habían conseguido tomar algunos fuertes como Fort Augustus (pero no Fort William) y la ciudad de Inverness, Cumberland se dispone a acabar con los rebeldes de una vez por todas. Ante el avance del duque de Cumberland y su ejército, los jacobitas, que estaban concentrados en Culloden, muy cerca de Inverness, planearon tomar la iniciativa y atacar al ejército británico aprovechando la oscuridad de la noche. Pero la organización resultó un desastre, y el plan tuvo que abortarse antes de tiempo, con fatales consecuencias. A la mañana siguiente, el 16 de abril de 1746, se produce la batalla final, en el páramo de Culloden.
El intento de la noche anterior por sorprender al ejército de Cumberland había dejado desperdigados y exhaustos a los hombres, que no habían podido descansar ni alimentarse adecuadamente antes de la batalla. Otros factores también estaban en contra de los escoceses: eran inferiores tanto numéricamente (5000 jacobitas, frente a 8000 soldados británicos), como en la organización del propio ejército. El mismo campo de batalla tampoco era el mejor para los jacobitas, pues favoreció a la ya de por sí superior artillería británica, que masacró las cargas a pie de los fieros guerreros highlanders. La artillería y caballería jacobita eran ridículas comparadas con las británicas. A pesar de la ferocidad de los highlander, y del optimismo de Carlos, la batalla se saldó con una rotunda derrota jacobita. Algunos clanes perdieron a casi todos sus hombres, que yacían muertos o heridos en el campo de Culloden. Y allí reposan hasta hoy, en grandes fosas comunes identificadas únicamente con un mojón de piedra.
La represión británica
Después de la derrota jacobita en Culloden, Carlos Eduardo Estuardo perdió las ganas de volver a luchar por recuperar el trono de su abuelo, a pesar de que aún seguía teniendo algunos partidarios entre los clanes escoceses. Tras unos meses en los que vivió como un fugitivo, consiguió huir en barco a Francia. Murió en Roma en 1788 como un anciano alcohólico que había perdido la simpatía de sus partidarios católicos por su escandalosa vida privada. Para evitar nuevos levantamientos jacobitas, Cumberland inició una represión para pacificar las rebeldes Tierras Altas, donde se construyeron nuevos fuertes para controlar el territorio. Los escoceses que no se rindieron tras Culloden vieron como sus bienes eran requisados por los británicos, y ellos eran encarcelados y hacinados en prisiones, donde muchos murieron de hambre o enfermedad. Otros fueron ejecutados, o enviados a realizar trabajos forzados a las colonias británicas en Norteamérica o el Caribe. Capillas y libros católicos fueron destruidos, así como las insignias del ejército jacobita.
La misma suerte corrieron las propiedades de algunos jefes jacobitas. La población también sufrió las consecuencias en forma de robos por parte de algunos soldados británicos descontrolados, causando hambre y muerte a su paso. Una de las consecuencias principales de la represión es que puso fin al sistema de clanes escoceses. Elementos tan característicos como las gaitas, los kilts o el propio idioma gaélico fueron prohibidos. La cultura escocesa no volvería a resurgir hasta el siglo XIX.
Bibliografía
“La rebelión jacobita”, en Desperta Ferro Historia Moderna, nº 29, 2017.
FLORISTÁN, A. (2005): Historia moderna universal. Ariel, Barcelona.
Artículo escrito por María Isabel Cubas Contreras, licenciada en Historia.
Para saber más
Mª Isabel Cubas Contreras nació en la localidad toledana de Talavera de la Reina en 1989. Su afición por el antiguo Egipto comenzó desde pequeña y fue lo que la llevó a estudiar la licenciatura en Historia en la Universidad de Alcalá de Henares entre 2007 y 2012. Actualmente es bloguera de ‘’El templo de Seshat’’, dedicado al mundo del antiguo Egipto, bloguera en ‘’La gaceta de Menfis’’, donde se pueden encontrar las últimas noticias egiptológicas, y colaboradora habitual en la revista online “Egiptología 2.0”. Además es colaboradora esporádica en el blog sobre Historia Universal ‘’Historiae’’.