Fragmentos de un artículo publicado originalmente por mí en el nº9 de la revista online gratuita «Egiptología 2.0». Puedes acceder al artículo y la revista al completo a través de este enlace.
Alejandría, capital del mundo
Alejandría fue una ciudad egipcia antigua fundada por Alejandro Magno a principios del año 331 a.C. Al ser su capital, fue concebida desde el comienzo de la dinastía Ptolemaica (305-30 a.C.) como el mejor escaparate en Occidente de la riqueza y el esplendor cultural y económico de Egipto, por lo que pronto se convirtió en una de las ciudades más importantes del mundo helénico. Buena prueba de ello fue su famoso Faro, considerado una de las Maravillas del mundo antiguo, y la biblioteca de Alejandría. La leyenda dice que fue el propio Alejandro el que, acompañado de sus ingenieros y arquitectos, habría trazado en el suelo con harina los ejes principales de la ciudad cruzados en ángulo recto, así como la ubicación de los principales edificios.
Según los autores antiguos, la ciudad habría llegado a un tamaño de hasta diez o doce kilómetros cuadrados, y en ella habrían llegado a vivir al menos 600.000 personas en su mejor momento. Alejandría era una gran sede del multiculturalismo, ya que en ella residían gentes de origen griego o macedonio, de origen egipcio, de origen en otras partes del Mediterráneo, y originarios de otros lugares del continente africano. No obstante, estos grupos no convivían todos juntos, ya que se agruparían según sus orígenes en barrios diferenciados.
Fundación de la Biblioteca de Alejandría
La Gran Biblioteca de Alejandría fue fundada en torno al año 295 a.C por Ptolomeo I como parte de una institución mayor, el Museion, una fundación real. No obstante, el hecho confirmado de que existiera un puesto específico de jefe de la biblioteca indicaría que ambas instituciones tenían administraciones independientes, a pesar de no contar con edificios separados. La creación de esta biblioteca no fue una novedad egipcia, ya que, desde que Alejandro Magno creara una biblioteca real en Pella siguiendo los consejos de Aristóteles, el interés real por fundar bibliotecas se había extendido a su muerte entre las dinastías de los imperios resultantes de la división de su territorio: seléucida, atálida, antigónida y ptolemaica.
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Las adquisiciones de la Biblioteca de Alejandría
La primera problemática a la que tuvo que enfrentarse Ptolomeo I, y sobre todo Ptolomeo II, auténtico iniciador de la gran colección de fondos de la biblioteca, fue precisamente la adquisición de obras. A pesar de que Egipto presumía de una larga y noble cultura e Historia, solo se podían adquirir libros no escritos en egipcio en Atenas, Rodas y otros reputados centros de la cultura griega.
Por este motivo, los primeros Ptolomeos enviaron multitud de agentes por todos los sitios conocidos del mundo para comprar y traer a Alejandría el máximo número de libros posibles, de cualquier clase y sobre cualquier tema. Además, no podía ser cualquier libro y en cualquier estado, tenían que ser originales lo más antiguos posibles, ya que así el proceso de creación de copias a lo largo del tiempo habría dejado el menor número de errores posible. Del mismo modo, lo que los agentes no podían comprar lo requisaban o lo confiscaban contra la voluntad de su dueño anterior, otorgándoles en el mejor de los casos al cabo de un tiempo una copia perfecta del original que se habían llevado a la biblioteca.
Un caso conocido de esta política de adquisiciones ocurrió durante el reinado de Ptolomeo III, quien ansiaba tanto hacerse con las obras de Esquilo, Sófocles y Eurípides que no dudó en pagar quince talentos (el equivalente actual a varios millones de dólares) a los atenienses para conseguir los originales y devolverles solo unas copias de lujo hechas en papiro de la mejor calidad.
Los bibliotecarios de la Biblioteca de Alejandría
El puesto de director de la Gran Biblioteca era de nombramiento real, por lo que muchas veces era un gran intelectual que ejercía a su vez de tutor de los hijos reales. Aunque Demetrio de Falero fue la primera persona encargada de la biblioteca, lo cierto es que, después de su caída en desgracia en el reinado de Ptolomeo II, el primer bibliotecario de Alejandría en la práctica fue Zenódoto de Éfeso.
Famoso por sus eminentes estudios sobre los poemas homéricos, Zenódoto fue el encargado de diseñar el sistema utilizado en la Biblioteca para clasificar y archivar sus fondos. Si tal y como se cree siguió las enseñanzas de Aristóteles sobre cómo organizar una biblioteca, su primer paso tuvo que ser clasificar los rollos según la naturaleza de su contenidos: verso o prosa, literario o científico, género literario y ámbito científico…
La destrucción de la Biblioteca de Alejandría
No se sabe con seguridad hasta que fecha perduró la Gran Biblioteca de Alejandría. Algunos autores señalan que fue destruida en un gran incendio ocurrido en el 48 a.C., en tiempos de Julio César y Cleopatra, aunque lo más probable es que tal incendio no afectara a la biblioteca. Sin embargo, seguramente su final definitivo no sobrevino hasta el 296 d.C., cuando las tropas del emperador romano Dioclesiano arrasaron la zona del palacio, y muy probablemente, la biblioteca. Aun así, la biblioteca menor del Serapeum continuó existiendo hasta el año 391, cuando fue arrasada siguiendo la política de destrucción de bibliotecas paganas del emperador Teodosio.
Hay sólidos indicios para confirmar que, después de la conquista de Egipto por Roma en el año 30 a.C., los emperadores mantuvieron en perfecto funcionamiento tanto el Museo como la Gran Biblioteca. No obstante, el periodo de esplendor cultural ya había finalizado, sobre todo por el hecho de que en el Egipto romano los miembros del Museo y los directores de la Biblioteca no eran mayoritariamente eruditos, sino individuos destacados del gobierno o el ejército romano. Después de varias crisis y muchos años de decadencia en su prestigio y dotación económica, los libros y el conocimiento que contenían se perdieron en la bruma de la historia.
Bibliografía
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AUTORES, VARIOS (2013). Egipto. National Geographic. Barcelona: RBA.