Artículo sobre el origen histórico de Halloween escrito por Laura Wagner, graduada en Historia.
Introducción
Cada 31 de octubre al atardecer las calles se llenan de niños, jóvenes y adultos que suelen disfrazarse encarnando toda una suerte de cuentos de miedo para pedir caramelos. Es una noche mágica para rememorar a brujas, fantasmas, monstruos y distintos terrores, como si aquello que nos causase temor pudiésemos dominarlo por una noche. Pero, ¿cuál es el origen histórico de Halloween, esta popular fiesta cada vez más extendida por el mundo?
El origen histórico de Halloween
El término anglosajón Halloween deriva de la fiesta de todos los santos, en inglés «The Feast of All Saints» o «All Hallow’s Day«, y más concretamente de «All Hallow’s Eve«, esto es la denominación a la tarde previa a Todos los Santos, es decir al 31 de octubre. La Fiesta de Todos los Santos se celebra el 1 de noviembre para conmemorar a todos los santos del santoral católico.
Aunque hay fuentes que afirman que el origen histórico de Halloween está en la fiesta de Samain/Samhain (originadas sobre todo a partir de autor del siglo XIX y su estudio de las tradiciones de la isla de Mann), lo cierto es que no hay ninguna prueba lo suficientemente sólida y fiable que nos permita afirmar tal hecho. Eso no implica que no hubieran distintos rituales, entre ellos el Samain, que marcaban la transición entre una época de luz y el tiempo de oscuridad del invierno.
A lo largo de la Historia, no han sido pocas las ocasiones que la Iglesia ha adaptado fiestas paganas a la tradición cristiana en un intento de que sus propios fieles no se alejasen de la doctrina de la Iglesia, ya que los sustratos paganos siempre han sido muy fuertes en algunos lugares. Sin embargo, cabe destacar que en realidad el propio término de Halloween ha acabado desgajándose de la festividad católica, siendo más bien una festividad no religiosa.
Irlanda, Gales, Escocia, el mundo céltico en su totalidad, tenía un calendario que regía sus vidas y cuyos orígenes parecen hallarse en la Edad del Hierro. Para los antiguos celtas el año quedaba dividido fundamentalmente en dos estaciones: la estación cálida (el verano), conocido como samon, samrad o haf; y la estación fría (el invierno), denominada como giamon, gaeaf o gaimred. Estas estaciones a su vez se dividían en dos medias, representando el mes de octubre uno de los momentos en que se cambiaba de estación, un nexo de unión que propiciaba la salida de poderes extraterrenales y de malos augurios.
Samain fue una de las festividades por excelencia del mundo celta antiguo, la más poderosa, la más peligrosa. Hay muchos autores que indican que era la festividad del Nuevo Año, el paso entre estaciones, de la luz a la oscuridad. Dicha festividad era clave en el discurrir de las estaciones y los años, por ello se celebraban las asambleas más importantes, entre otros motivos para lograr protegerse contra las oscuras fuerzas que les acechaban.
No obstante. nuevamente hay que decir que no hay ninguna evidencia inequívoca de que este día fuera el año nuevo celta o que tuviera alguna relación directa con los muertos.
Aun así, sí que es cierto que el 31 de octubre era un día de mucha actividad sobrenatural porque se abría una puerta al Más Allá. Durante unas horas, la brecha que separa el mundo de los vivos y el de los muertos se desvanecía, permitiendo que los espíritus de los muertos vagaran por el mundo. Fantasmas que deambulan para dar la oportunidad de comunicarse a sus descendientes con ellos, sea para pedirles consejo o ayuda.
Pero también brujas, espíritus, fuerzas oscuras que practicaban horribles y crueles trucos de los que los hombres, ignorantes, apenas podían protegerse. Comenzaba entonces un momento estremecedor, oscuro, donde los seres humanos son vulnerables, pues no hay barreras que lo protejan del mundo sobrenatural. Los pastores retornaban a casa, al hogar, para buscar refugio frente al cínico e impío invierno.
Es este además el día en el que se desarrollan numerosas leyendas como la de “La gran batalla de los dioses de Irlanda”, o las “Tres noches de Samain”, entre otras muchas leyendas e historias tradicionales del folclore celta. Se dice que Julio César hizo referencia a esta festividad diciendo que se veneraba al dios de la muerte y para ello se sacrificaban vidas humanas ahogándolas en grandes barriles.
Con el paso de los siglos, los modernos países que pertenecieron al antiguo mundo celta no olvidaron sus raíces ni aquella señalada fiesta. Por ello, cada 31 de octubre al caer la noche, igual que hacían sus antepasados, pero esta vez fusionados con creencias cristianas, se tomaban precauciones para protegerse de espíritus oscuros dejando Biblias abiertas y escobas sobre las puertas. En el caso de Gran Bretaña, muchos creyentes acudían esa noche a la Iglesia, bebían, jugaban, incluso encendían fuego, mientras las campanas sonaban. Además, continuó teniendo ese halo de misterio, mezcla de miedo y ansías de saber sobre lo desconocido. Era una fecha especial para realizar diversos rituales de adivinación, donde satisfacer la curiosidad de averiguar cuando te casarías o realizar el intento para lograr hablar con uno de tus seres queridos fallecidos.
Y es que, con el paso del tiempo en la zona de Gran Bretaña e Irlanda, la noche del 31 de octubre empezó a conmemorarse mediante distintos juegos, hogueras, se extraían de la tierra verduras (calabazas entre ellas) y se tallaban dándoles distintas formas, la gente se disfrazaba con máscaras e iba de casa en casa buscando hacer tratos y enfadándose si no los lograban. Así pues, podemos ver como la moderna fiesta de Halloween se remonta a las tradiciones celtas y como estas con el paso de los siglos han ido transformándose, siendo su auge en la actualidad una consecuencia de la inmigración irlandesa del siglo XIX a los Estados Unidos, que ha acabado dando lugar a la festividad tal y como la conocemos hoy.
Artículo escrito por Laura Wagner, graduada en Historia.
Bibliografía
ALBERRO, M. (2004): «El antiguo festival céltico de Samain y su continuación en la fiesta laica de Halloween, el día de los difuntos cristiano y el día de los muertos en México», en Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, vol. 5, num. 12, segundo semestre de 2004. p. 3-31.
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PFANDHEL, G. (2009): «Halloween and Seventh Day Adventist (The Associate Editor’s Desk)», en Perspective Digest, vol. 14, Iss. 4, article 6.
Laura Wagner Tinoco es graduada en Historia por la Universidad de Málaga. Ha estudiado el Máster de Documentos y Libros. Archivos y Bibliotecas en la Universidad de Sevilla y el Máster de Igualdad y Género en la Universidad de Málaga. Es una apasionada de su trabajo, centrado en la Historia del Libro y en la Historia de la mujer.