Introducción
Las Guerras Médicas fueron una serie de conflictos bélicos que enfrentaron al imperio persa de la dinastía aqueménida contra las ciudades-Estado del mundo griego a lo largo de la primera mitad del siglo V a.C. En concreto, la Segunda Guerra Médica es el segundo intento de invasión del territorio griego por parte del rey Jerjes, soberano del imperio persa, entre el 480-479 a.C. Particularmente, la batalla de las Termópilas fue un enfrentamiento entre las tropas terrestres de la coalición militar griega y las tropas terrestres del ejército del imperio persa de la dinastía aqueménida. Tuvo lugar en el verano del 480 a.C. en el estrecho paso de las Termópilas, un desfiladero de paso imprescindible para pasar del norte al centro de Grecia.
¿Quién fue Leónidas?
Como ya se explicó en su momento, en Esparta estaba establecido el sistema de la diarquía. A la cabeza del gobierno y del poder ejecutivo se encontraban dos reyes, cada uno perteneciente a una de las dos mayores familias de Esparta, los Agíadas y los Euripóntidas. Leónidas I de Esparta fue un rey agíada que reinó desde el 489 a.C. hasta el 480 a.C., cuando murió en batalla. Acerca de la vida de este famoso soberano espartano sabemos poco. Todo nuestro conocimiento se basa en los escritos de autores como Heródoto, Jenofonte, Tucídides, Plutarco y Aristóteles.
Leónidas no estaba destinado a reinar, pues al nacer ocupaba el tercer puesto en la línea sucesoria. Sin embargo, cuando su hermanastro, el rey Cleómenes, se suicidó poco después de morir su hermano Dorieo, fue proclamado rey. Al contrario de lo que se puede ver en el cine, Leónidas tenía en torno a 50 años cuando se convirtió en rey. Como no se esperaba que llegara a ser rey, no recibió la educación de un príncipe heredero, sino la de cualquier joven espartano, la agogé. Esto lo llevó a tener un carácter humilde y a estar muy unido al ejército con el que se había criado.
Leónidas y los 300 espartanos
Avergonzado por la falta de ayuda de Esparta diez años atrás en la batalla de Maratón, Leónidas tomó la iniciativa en la Liga Panhelénica. El rey espartano defendía la idea de esperar a los persas en alguno de los pasos de montaña que éstos tenían que atravesar para llegar al Ática. A pesar de que las fiestas carneas volvían a impedir cualquier guerra, Leónidas consiguió que le dejaran cumplir esa misión acompañado de una guardia personal de 300 espartanos. La fama que alcanzarían no solo fue por la gran gesta heroica que hicieron, sino también porque era la primera vez que un diarca espartano moría en combate.
Leónidas eligió el estrecho paso de las Termópilas por ser el punto más meridional de Tesalia. Esta era la primera región griega que los persas pisarían después de pasar sin dificultades por Tracia y Macedonia, donde se rindieron a su paso. Aunque el paso del tiempo lo ha agrandado por la erosión, en ese momento el paso no debía medir más de 30 metros de ancho por 1.5 kilómetros de largo. Leónidas confiaba en que la estrechez de este espacio compensara la ventaja numérica de los persas, ya que no podrían desplegar todo el potencial de su ejército si querían pasar por el desfiladero.
La lucha en la batalla de las Termópilas
De camino a las Termópilas, a los 300 espartanos se sumaron unos 1000 periecos, 1000 hilotas, 400 tebanos, 700 tespios, 1000 focideos y locrios opuntos… En total, unos 7000 guerreros griegos tenían que hacer frente al ejército terrestre de Jerjes, de unos 200.000 soldados. Cuando llegaron acamparon junto a un antiguo muro que reconstruyeron paralelo al acantilado que daba a la costa. Después de varios días de espera por el mal estado del mar, los persas llegaron y empezó la batalla.
Desde los primeros ataques quedó claro la superioridad táctica y armamentística de los griegos. Estos consiguieron vencer tanto a los contingentes medos y cisios como al ejército de Inmortales. Ante aquel desastre, Jerjes ordenó que su flota se enfrentara a la ateniense en el cabo Artemisio para intentar desembarcar en la retaguardia del campamento griego. Dicha batalla finalmente quedó en tablas, tanto por el mal estado del mar como por la desorganización de la flota persa.
Cuando parecía que los griegos podían seguir resistiendo indefinidamente, la suerte favoreció a los persas. Un lugareño favorable a los persas llamado Efialtes le reveló a Jerjes el secreto mejor guardado por los griegos. Existía un camino oculto que iba por la cima de las montañas y permitía rodear el paso. Hasta ahí condujo a Hidarnes, uno de los generales de Jerjes, y al resto del ejército de los Inmortales.
La derrota espartana
Sabiendo ya que la batalla conduciría casi sin duda a un suicidio colectivo, Leónidas tomó una heroica decisión. Dio permiso a la mayor parte de su contingente para que abandonaran sus posiciones y volvieran a sus ciudades de origen, para guardar el máximo número posible de soldados para futuras batallas. Solo permanecieron en su puesto los tebanos, los tespios y los 300 espartanos.
En la madrugada de su tercera jornada de batalla, los persas consiguieron rodearlos y los mataron a casi todos. De hecho, solo sobrevivieron dos espartanos, que morirían poco tiempo después. Por orden expresa de Jerjes, el cadáver de Leónidas fue decapitado y colgado de una cruz. Sin aquella hazaña tan inspiradora quizás el resultado de la batalla naval de Salamina habría sido muy distinto. No obstante, su muerte no había sido en vano. La batalla de las Termópilas y la de Artemisio habían demostrado la vulnerabilidad del ejército y la flota persa.
Y no solo eso. La batalla de las Termópilas había sido un éxito como maniobra para ganarle tiempo a la flota ateniense, y más de 20.000 persas murieron, entre ellos dos hermanos de Jerjes. Poco después de que Leónidas cayera, las naves supervivientes de la flota ateniense consiguieron replegarse hacia el sur, esquivando las fuerzas navales y terrestres de Jerjes.
Bibliografía
BARCELÓ, P. (2001): Breve historia de Grecia y Roma. Alianza, Madrid.
CÁNFORA, L. (2003): Aproximación a la historia griega. Alianza, Madrid.
DE SOUZA, P. (2008): La guerra en el mundo antiguo. Editorial Akal, Madrid.
GÓMEZ ESPELOSÍN, F. (2001): Historia de la Grecia antigua. Akal, Madrid.
LANE, R. (2008): El mundo clásico. La epopeya de Grecia y Roma. Crítica, Barcelona.
PENADÉS, A.: «La batalla de las Termópilas», en Historia National Geographic, nº 56, 2008.
POMEROY, S. [et.al.] (2012): La antigua Grecia. Historia política, social y cultural. Crítica, Barcelona.