Artículo escrito por Alejandro Barreda Beltran, graduado en Historia.
Introducción
El mundo funerario de la mayor parte de las sociedades del pasado constituye un ámbito privilegiado para su estudio. El enterramiento intencional hace a priori más fácil la conservación de los restos arqueológicos. Pero más allá, las sepulturas guardan muchísima información sobre los enterrados. Y no solo sobre los ritos y las creencias religiosas, sino también sobre las causas de muerte, la demografía o incluso las diferencias internas de las sociedades. Estas prácticas, visibles o invisibles para los ojos de la arqueología, han sido una constante, según nuestro conocimiento actual, desde el Paleolítico Medio. Vamos a hacer un repaso a cómo eran los ritos funerarios en la antigua Grecia.
Ritos funerarios hacia la tumba
Después de la muerte, el cuerpo era lavado, cubierto de ungüentos y vestido por las mujeres de la casa. Así quedaba preparado para el primero de los ritos funerarios griegos: la próthesis, la exposición pública en su casa, rodeado de su familia, que lo lloraba. Incluso existía la posibilidad de contratar a plañideras (mujeres contratadas para que lloraran al muerto). La próthesis se alargaba al menos un día.
Llegado el momento de proceder al enterramiento, se celebraba el siguiente de los ritos funerarios griegos, la ekphorá. Se trataba de una procesión nocturna hasta el lugar de descanso del finado junto a una gran comitiva. También brindaba a la familia la oportunidad de ostentar sus riquezas y su posición. Desde los testimonios iconográficos de época geométrica hay constancia de que los muertos más adinerados realizaban este viaje en carro.
Ritos funerarios de descenso a la tumba
Los enterramientos en la antigua Grecia
Los enterramientos griegos habían cambiado sustancialmente con la caída del mundo micénico. Si anteriormente la norma había sido la inhumación colectiva, a partir del 1200-1000 a.C. se difundieron la incineración y las tumbas individuales. Es sintomático que, en los poemas homéricos, todas las referencias a ritos funerarios de la antigua Grecia implicaran la incineración de los cuerpos. Aun así, a partir de la época arcaica se reintrodujo minoritariamente la inhumación.
Por lo que respecta a los lugares de enterramiento, las leyes impusieron que los muertos se incineraran y se enterraran fuera de las murallas de las ciudades. Las necrópolis se situaron en torno a los caminos de entrada y salida de la ciudad, buscando la visibilidad de las tumbas. En el mundo griego, el principal exponente es la necrópolis del Cerámico de Atenas. Estas normas tenían dos excepciones: el enterramiento de neonatos en las casas y el enterramiento en el ágora u otros espacios públicos a personajes de especial en virtud de su relevancia.
Ajuares funerarios en la antigua Grecia
Una vez concluido la ekphorá, los muertos podían ser incinerados en una pira cercana al lugar de su posterior enterramiento. Junto a los restos, se depositaba también un ajuar, que variaba según la capacidad económica de la familia, de la edad y del sexo del muerto. Así, el ajuar de un hombre era más propenso a incluir armas, y el de una mujer, joyas y vestidos. También podían incluir vasos de cerámica, conteniendo o no de alimentos, y vasos. Pero las ofrendas más icónicas serían las monedas, entendidas en clave mitológica como el pago al barquero Caronte.
Con el ajuar, se dedicaban también al muerto sacrificios de animales y libaciones (ofrendas en forma de derrame de un líquido) generalmente de vino, pero también agua, leche, aceite, miel o sangre de un sacrificio. Asociados a estos, se celebraban también banquetes fúnebres, originalmente junto a las mismas tumbas. A todos estos ritos se añadía la posibilidad, particularmente en los enterramientos de grandes personajes y en épocas más antiguas, de la celebración de juegos fúnebres.
Ritos funerarios griegos tras el enterramiento
En los días siguientes al enterramiento se repetían algunos de estos actos, particularmente en el tercero y el noveno. El luto duraba treinta días y se cerraba con otro banquete fúnebre. Aun así, el culto al muerto no concluía en ese momento. Como mínimo tenía que prolongarse una generación entera. Durante diferentes festividades se rendía culto a los muertos, particularmente a través de la libación sobre la tumba. Estos cultos, que implicaban mantener y adornar la tumba, solían ser responsabilidad femenina.
Para acabar, el último elemento material de una tumba seria precisamente su señalización. Las modalidades fueron muy variadas y evolucionaron notablemente a lo largo de los siglos. Durante la edad oscura, fueron características las grandes cerámicas (cráteras para los hombres, ánforas para las mujeres) y en momentos posteriores se esculpieron lecitos o lekythoi (cerámicas alargadas con un característico fondo blanco, que además estaban vinculadas al mundo funerario) en mármol para este mismo fin.
De la época arcaica cabe destacar los kuroi y las korai (representaciones humanas de bulto redondo), así como el inicio del desarrollo de las grandes estelas. Estas llegarían a desarrollarse ampliamente en época clásica con epígrafes y relieves de gran calidad. Las opciones de la temática eran muy variadas; desde la representación del muerto y las figuras mitológicas a escenas de la vida cotidiana.
Conclusiones
En conclusión, los ritos funerarios griegos representaban un punto crucial en la sociedad y concernían a numerosos aspectos. A nivel material, creaban grandes necrópolis junto a las ciudades. Por otra parte, prevenían problemas sanitarios asociados a la descomposición del cadáver. En el plano religioso, aseguraban que el viaje del alma del muerto al Más Allá se realizara correctamente. En el plano psicológico, permitían a la comunidad humana superar el trauma vinculado a la muerte e integraban al muerto en la memoria colectiva del grupo.
Artículo escrito por Alejandro Barreda Beltran, graduado en Historia.
Bibliografía
BURKERT, W. (2007): Religió griega arcaica y clásica. Abada editores, Madrid.
ZARZALEJOS PRIETO, M. (2010): Historia de la cultura material del mundo clásico. UNED, Madrid.
Para saber más
Alejandro Barreda Beltran es graduado en Historia en la Universitat de València y actualmente estudiante del Máster de Formación en el Mundo Occidental en la misma universidad. Sus principales intereses en materia de investigación histórica son la historia de las religiones y el mundo antiguo.