
Artículo sobre Jaime II de Aragón escrito por Luis Galan Campos, graduado en Historia.
Introducción
A partir del siglo XIII la Corona de Aragón protagoniza una gran expansión por el Mediterráneo. En buena parte, se debe a que no puede seguir creciendo por el oeste o atrayéndose a los pequeños señores del sur de Francia donde se han impuesto Castilla y la monarquía francesa. También debido al florecimiento del comercio marítimo catalán, que impone como objetivos el control de las rutas comerciales y puertos del Mediterráneo occidental, así como no de los menos lucrativos centros de producción de trigo como son Baleares, Sicilia, Granada o el Norte de África y sus respectivos mercados.

Jaime II de Aragón y la conquista de Cerdeña
Los antecedentes a la conquista
En 1297 el Papa inviste a Jaime II con el reino de Córcega y Cerdeña. Aunque nominalmente sus habitantes eran católicos, la sociedad sarda presentaba un notable atraso respecto a la sociedad feudal del continente. No contaba con nobleza militar como la europea y su economía de mercado estaba muy poco desarrollada.
La isla estaba dividido en cuatro principados llamados Juzgados: Galura, Logudoro, Arborea y Cagliari/Càller. Cada uno de ellos estaba gobernado por príncipes hereditarios conocidos como jueces. El más poderoso era Arborea, cuyos jueces mantenían vínculos familiares con la aristocracia catalana. A finales del siglo XIII, había dejado de existir prácticamente, dado que estaban de facto bajo control de las repúblicas de Pisa y Génova. De hecho, también controlaban Córcega, impidiendo cualquier tentativa aragonesa en esta isla.

Las campañas de conquista
La conquista de Cerdeña se demoraría, no obstante, hasta que el monarca aragonés pudo contar con estabilidad en sus fronteras peninsulares y la ayuda de sus súbditos, principalmente catalanes. En verano de 1323 zarpó una expedición comandada por el infante Alfonso (futuro Alfonso IV de Aragón) y Francesc Carròs. Estos no tuvieron problema en poner en asedio las principales ciudades sardas y derrotar a los pisanos en la batalla de Lucocisterna. De este modo, en febrero de 1324 consiguieron una victoria decisiva para los aragoneses.
Dos años más tarde se producía la definitiva rendición de los pisanos y la fijación del dominio aragonés. Sin embargo, la salida de Pisa supone la entrada de Génova, que pretende ocupar los intereses de Pisa en la isla. Por otro lado, quedaba por resolver la cuestión de la permanencia de las autoridades locales. Esta fue la solución que se tomó al principio, sobretodo confiando en la alianza con el Juzgado de Arborea, en virtud de su parentesco con la nobleza catalana.
Sin embargo, no tardó en demostrarse un problema, pues a lo largo de todo el siglo se iban a suceder los alzamientos de los aristócratas locales de origen sardo o italiano apoyados por Génova. Así se dejaba una situación de guerra enquistada hasta las primeras décadas del siglo XV.

La frontera con el Islam
Paz y guerra con el Islam
Jaime II «el Justo» (1291-1327) va a mantener una importante interacción diplomática y militar con sus vecinos musulmanes en el Mediterráneo occidental, el Emirato nazarí de Granada y los emiratos del norte de África, además del Sultanato mameluco de Egipto.
Tradicionalmente se le ha visto como un rey cruzado influido por el proyecto Rex Belator. Se trató de un sistema de organización militar y diplomática destinado a recuperar Tierra Santa ideado por el filosofo y místico catalano-mallorquín Ramón Llull (1232- 1316). Proponía la unión de las fuerzas de todos los príncipes cristianos bajo un solo rey combatiente (rex belator). Aunque a priori no podemos descartar la influencia del ideario de la cruzada, su política se distingue por la salvaguarda de los intereses de los comerciantes catalanes y por la fluidez de las relaciones diplomáticas con estos territorios.
Desde mediados del siglo XIII, el comercio catalán se había extendido a los países musulmanes mediterráneos. Este comercio descansa en la protección lograda de los soberanos mediante métodos diplomáticos y militares acuerdos comerciales beneficiosos. A su vez, los monarcas obtienen beneficios del comercio con los impuestos al tráfico de mercaderías.

La política africana de Jaime II de Aragón
Por lo que respecta a su política africana, el principal aliado y competidor de Jaime II de Aragón sera el también emergente Reino de Castilla. Con la firma del Tratado de Monteagudo (1291) se reparten las áreas de influencia, de modo que Aragón se reservaba los emiratos más orientales de Tlemecen, Bugía Tunez. Les impone acuerdos comerciales y tributos anuales a cambio de una eventual protección militar, en 1301, 1308 (Túnez) y 1309 (Tlemecén). Por otro lado, mediante el Tratado de Alcalá (1308), participa en la Guerra castellanogranadaina (1309 -1319). Tiene como objetivo tomar el control del área del Estrecho de Gibraltar y alejar de Granada a los sultanes de Fez. Aunque fracasa en el intento de tomar Almería, su colaboración es determinante para imponer la presencia castellana en torno del área gaditana.
Conclusiones
Al final de su reinado, la Corona de Aragón ha llegado al máximo de su expansión territorial a la par con la pujanza agrícola, comercial y demográfica. Sin embargo, la madurez de las estructuras de la Corona de Aragón todavía deberán ser puestas a prueba por las transformaciones políticas, sociales económicas y culturales que sacudirán el Occidente en los dos siglos siguientes.

Bibliografía
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Artículo escrito por Luis Galan Campos, graduado en Historia.
Para saber más
Luis Galan Campos es graduado en Historia por la Universidad de Valencia. Actualmente cursa el Máster de Formación en el Mundo Occidental en la misma universidad. Su periodo histórico de investigación es la Edad Media (s. V – XV). Entre sus áreas de trabajo la aristocracia occidental, la ideología de las élites, la Historia de las religiones y la construcción y establecimiento de los Estados.