Fragmento de un artículo sobre las maravillas del mundo antiguo publicado por Miguel Ángel Ferreiro en la web «El reto histórico» el día 27/06/2016. Puedes acceder a la versión completa de este artículo a través de este enlace.
Las variantes maravillas del mundo antiguo
Los antiguos griegos estaban orgullosos de sus logros artísticos, de sus esculturas, de su capacidad poética y de su literatura. Pero especialmente, estaban orgullosos de las arquitecturas, a las que consideraban piezas fundamentales que “daban forma a su mundo”. Trataron de reunir en listas las mejores y más perfectas obras de arte realizadas por el Hombre. Hoy conocemos esas listas como “Las siete Maravillas”; y hay que decir que no solo hay una, sino que existen varios listados con diferentes “siete Maravillas”.
Ni las listas eran muy diferentes, ni todas coincidían -excepto en el número siete que era considerado por los helenos el número de la perfección-, alguna como la que realizó Antípatro de Sidón, alrededor de 140 a.C., incluía las murallas de Babilonia. Se dice que Filón de Bizancio (aprox. 280 a.C. – 220 a.C.) incluía en su “De Septem Orbis Miraculis” localizaciones de lugares a los que había que viajar, está considerada como la primera lista, aunque no enumeraba monumentos concretos. En los listados aparecen monumentos no griegos, no obstante, cabe señalar que la mayoría de los inscritos pertenecen de una forma u otra a la koine cultural que formó el Imperio Macedonio de Alejandro. Por lo que todos estaban dentro de la órbita helena.
Las maravillas antiguas en la Edad Media
Ya en el siglo IV d.C., Gregorio Nacianceno, arzobispo de Constantinopla, recogió las siete Maravillas incluyendo las murallas de Babilonia, como lo había hecho Antípatro, y el conjunto de templos de Tebas. Como curiosidad, destacar al Coloso de Rodas, que fue la única “Maravilla” que aparecía en todas las listas antes de la Edad Media.
Es a partir de la Edad Media cuando Roma y lo romano empieza a tener un protagonismo destacado en el mundo de las “Maravillas”. Gregorio de Tours (siglo VI), menciona en su conocida lista, además del Faro de Alejandría y un Teatro de Heraclea que según decía “estaba construido todo él en un solo bloque de piedra” –seguramente sería un templo hipogeo, o tallado en la propia roca–, el Capitolio de Roma y el cuasi-legendario Templo de Salomón. San Beda, incluía también el Capitolio de Roma y el Teatro de Heracleala, al que sumaba una estatua de hierro de Belerofonte a caballo y el Baño de Apolotaneo.
Y podríamos estar llenando páginas y páginas de listas de “Maravillas”, a través de la Historia, con tantas variaciones como civilizaciones hay; siendo de gran influencia el factor religioso y la ubicación del autor de la lista,además del gusto estético del mismo.
Maravillas del mundo antiguo oficiales
Según varios expertos, el origen de la “lista oficial” -u oficiosa- de las Maravillas, se produjo al aparecer retratadas por Maerten van Heemskrerck y que difundió mediante estampas durante gran parte del siglo XVI, de ahí que sea esta la lista más extendida y la que se ha escogido para la mayoría de trabajos sobre estas construcciones. Estas estampas van a ser las que acompañen este artículo. Las Maravillas de la lista “oficial” las conocemos y eran: la Gran Pirámide de Guiza; el Coloso de Rodas; el Templo de Artemisa en Éfeso; los Jardines Colgantes de Babilonia; la estatua de Zeus en Olimpia; el Faro de Alejandría; y el Mausoleo de Halicarnaso.
¿Qué fue de las maravillas del mundo antiguo?
La Gran Pirámide, como bien podemos deducir, es la única de las maravillas que sigue en pie. Se trata de la que mandó levantar el faraón Keops (Jufu) y que fue terminada -según los egiptólogos- hacia el año 2570 a.C. Parece ser que aunque no ha desaparecido, si ha perdido su esplendor clásico. Ya que al haber perdido el recubrimiento de caliza blanca de su superficie el Sol ya no se refleja sobre ella como en tiempos de los griegos. A pesar de todo, es una maravilla y por eso se ha catalogado dentro de las Nuevas Maravillas del Mundo como la octava maravilla honorífica.
El Coloso de Rodas, aunque no se conoce exactamente su ubicación, siempre se ha pensado que estaba cerca de la entrada del puerto de la isla. Forjado en bronce hacia finales del siglo III a.C., tardó poco más de medio siglo en ser tumbado por un terremoto. Un oráculo advirtió a la población de Rodas que volverlo a levantar podría ofender a Helios y quedó tumbado por el resto de su existencia. Hay escritos que hablan de la colosal escultura tumbada en el suelo y desgastada por el paso del tiempo. Aún en el suelo era imponente. Plinio el Viejo escribió que era imposible rodear con los brazos lo que había sido el pulgar del Coloso.
Se cuentan dos historias sobre su desaparición total, ninguna de ellas contrastada ni demostrada. Una habla de que los musulmanes vendieron las partes de la estatua a un mercader judío tras tomar Rodas en el 654, a las órdenes de Muawiyah I. La otra, que cuando los cristianos llegaron y se hicieron con Rodas, la orden militar que allí se instauró -los Caballeros de San Juan– usaron la estatua como “cantera” de bronce, fundiéndolo con diversos usos.
Bibliografía
Plinio el Viejo (2007). LIBRO XXXVI TRATADO DE LA NATURALEZA DE LAS PIEDRAS. Madrid: Reformas Aereas SA.
River, C. (2012). The Seven Wonders of the Ancient World (en inglés). Massachusetts: Charles River Editors.
ÚCAR, V. (2015): «Un Coloso para Rodas en el siglo XXI», en La aventura de la Historia. Periódico El Mundo.
Fragmento de un artículo publicado por Miguel Ángel Ferreiro en la web «El reto histórico» el día 27/06/2016. Puedes acceder a la versión completa de este artículo a través de este enlace.