Introducción
El Coloso de Rodas fue una estatua colosal de bronce construida a finales del siglo IV a.C. por los habitantes de la ciudad de Rodas, en la isla griega del mismo nombre. Por sus extraordinarias dimensiones, esta estatua, erigida en honor al dios Helios, personificación del sol y dios principal de la isla, pronto se convirtió en una de las Maravillas de la Antigüedad. El encargado de construir tal monumento fue Cares de Lindo, discípulo de Lisipo, el escultor favorito de Alejandro Magno.
Causas de la construcción del Coloso de Rodas
Rodas es una isla situada al suroeste de la península de Anatolia, la actual Turquía. Su economía se basaba fundamentalmente en el comercio, ya que se encontraba estratégicamente ubicada en la unión de dos importantes rutas marítimas de la Antigüedad: la que unía Mileto con Egipto y la Cirenaica (la actual Libia), y la que iba de la Grecia continental hacia Chipre y Siria.
A finales del siglo IV a.C., el mundo helénico estaba dividido a causa de las guerras entre los diádocos, los generales y sucesores de Alejandro Magno. En el contexto de un enfrentamiento entre Ptolomeo I, soberano egipcio de la dinastía ptolemaica, y Antígono I, soberano de Macedonia, los rodios se pusieron de lado del bando egipcio. Como consecuencia, Antígono mandó a su hijo, Demetrio Poliorcetes, a asediar y someter la ciudad de Rodas. Después de un año de infructuoso asedio, Rodas y Macedonia llegaron a un acuerdo de paz: los rodios serían aliados de los macedonios para luchar contra todos sus enemigos menos contra los egipcios, y a cambio, los macedonios les permitirían seguir con su autonomía política y economía. Los habitantes de Rodas atribuyeron esta victoria a su dios principal, Helios, por lo que encargan en su honor la construcción de una estatua colosal a Cares de Lindo.
Características del Coloso de Rodas
Por lo que sabemos, las obras de construcción del Coloso de Rodas se extendieron entre el 304 y el 292 a.C. Su altura no se conoce a ciencia cierta, ya que difiere según la fuente clásica a la que nos refiramos. No obstante, todas le atribuyen una altura de entre 30 y 35 metros. Su ubicación, y hasta su propio aspecto, también es desconocida, puesto que no es como se presenta en las imágenes idealizadas posteriormente. Las imágenes donde se representa al Coloso de Rodas con las piernas abiertas en la entrada del puerto de Rodas fue una invención de artistas medievales del siglo XIV que se popularizó en la Edad Moderna con los grabados de van Heemskerck y otros artistas.
Para conocer la estructura del Coloso de Rodas contamos con una fuente de conocimiento imprescindible, la obra Sobre las Siete Maravillas, atribuida a Filón de Bizancio y fechada entre el siglo IV y VI. Según esta, el Coloso de Rodas estaba formado de un armazón de hierro de casi ocho toneladas de peso, y contaba con bloques de piedra escuadrados que servirían de lastre. A su vez, este armazón estaba envuelto en una especie de piel de bronce de unas doce o trece toneladas que le daba su estética final.
Además, desconocemos parcialmente como fue el procedimiento usado para construirlo. Según la obra ya mencionada, el Coloso de Rodas fue construido piso a piso, como si de un edificio se tratara. Sobre una base de mármol se habrían construido primero los pies, y a partir de ahí, sobre cada parte acabada se construiría la siguiente. Para fundir el bronce, en cada nivel de la estatua se iría levantando un terraplén que enterraba cada parte de la escultura una vez era terminada. De ese modo, se podría continuar trabajando en cada nuevo nivel sobre una superficie firme y estable.
El final del Coloso de Rodas
El Coloso de Rodas, tal y como fue concebido, tuvo una vida muy corta, de apenas 60 años. En el año 226 a.C. hubo un gran terremoto que destruyó parte de la ciudad y se llevó consigo también la colosal estatua, que quedó rota de rodillas para arriba. A pesar de contar con financiadores interesados como Ptolomeo III de Egipto, los rodios no se atrevieron a reconstruir el Coloso de Rodas, pues un oráculo les advirtió que caerían grandes desgracias sobre la ciudad si lo hacían.
De esa manera, los descomunales restos del gigante, roto por las rodillas, estuvieron a la vista de todo el mundo durante los siguientes 900 años. No fue hasta el año 654 de la era cuando el califa Muawiya tomó la ciudad de Rodas y acabó de demolerlo. Según fuentes bizantinas, el califa habría necesitado cerca de 900 camellos para transportar todo el bronce de la estatua hasta su nuevo dueño, un comerciante judío de Edesa, en el sureste de la península de Anatolia.
La imagen idealizada e icónica del Coloso de Rodas como una colosal estatua con un pie en la punta de cada puerta de entrada al muelle se originó en el siglo XIV. Un peregrino italiano, Nicolás de Martoni, visitó la ciudad en 1394 y describió el coloso como lo imaginaron después artistas como Marten van Heemskerck. Asimismo, esta reconstrucción de la estatua también quedó idealizada gracias a su representación en películas como El Coloso de Rodas (1960), del famoso director Sergio Leone.
Bibliografía
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