Fragmento de un artículo sobre el machismo en el cine musical de Hollywood publicado originalmente por mí en la web de La Trova el día 27/06/2018. Puedes acceder a la versión original y completa del mismo a través de este enlace.
Introducción
A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, el machismo en el cine musical perpetuó la transmisión de estereotipos que pretendían construir el ideal de mujer para la sociedad. A continuación he seleccionado los que creo que constituyen los cuatro mejores ejemplos de esta perpetuación del machismo en el cine musical hollywoodiense: West Side Story (1961), My fair lady (1964), Sonrisas y lágrimas (1965) y Grease (1978).
West Side Story, el machismo en el cine más exitoso
West Side Story (1961) no es solo uno de los musicales más populares de la Historia del cine, sino también una de las películas más premiadas. La idea de trasladar la historia shakesperiana de Romeo y Julieta a los barrios marginales de la Nueva York contemporánea fue un gran éxito de crítica y taquilla. En vez de los Capuleto y Montesco de la ciudad de Verona, nos presentan a dos bandas de jóvenes que se enfrentan por la hegemonía en uno de los barrios marginales de Nueva York: los Sharks, inmigrantes puertorriqueños, y los Jets, estadounidenses de origen irlandés.
Sin embargo, también escondía un fondo machista, fruto del contexto en el que se hizo. La angelical María (Natalie Wood), hermana del jefe de los Sharks, se enamora de Tony (Richard Beymer), ex miembro de los Jets, y, como en la obra de Shakespeare, la película termina con la muerte de Tony.
En diversas canciones de la película, se puede ver como las protagonistas transmiten la idea de que todo lo que una mujer necesita en la vida es un amor verdadero, “pertenecer a un hombre”, tal y como dice María en una de sus canciones. También se hace referencia a que los requisitos que una mujer tiene que cumplir para ser amada por un buen hombre son ser “guapa, encantadora, modesta, pura, cortés y refinada“. En otra famosa escena, otra de las actrices dice que le gusta vivir en América “porque aquí tengo una lavadora”, dando cuenta así de la gran revolución que supuso para tantas mujeres y esposas amas de casa la introducción de los electrodomésticos.
La figura del benefactor
Dos famosísimos musicales como My fair lady (1964) y Sonrisas y lágrimas (1965) tienen muchos puntos en común más allá de haberse estrenado en el cine con poco tiempo de diferencia. En ambas películas, las mujeres protagonistas pasan de una posición socioeconómica mediocre a una notablemente mejor gracias a la ayuda de un hombre rico y generoso que o se enamora de ella o se compadece de ella.
El machismo en My fair lady
En My fair lady, Audrey Hepburn interpreta a Eliza Doolittle, una vendedora de flores de las clases más bajas y barriobajeras de Londres que representa la antítesis del ideal de mujer: huele, habla y viste muy mal, se muestra altiva y orgullosa, es rebelde, y, sobre todo, independiente, sabe sobrevivir sin una presencia masculina que la guíe.
Gracias a la ayuda de su mentor, el distinguido profesor Higgins, Doolittle se convierte en una mujer totalmente distinta, una dama de la alta sociedad: discreta, consciente de todas las reglas y convenciones sociales, poco habladora, y, en fin, una mujer que solo quiere complacer todos los deseos del hombre que le ha cambiado la vida. Por tanto, en esta ocasión el mensaje que se intenta hacer llegar a las espectadoras es que nunca prosperarás en la vida si no eres el arquetipo fijo de mujer que la sociedad patriarcal espera que seas.
El machismo en Sonrisas y lágrimas
El caso del personaje de Maria en Sonrisas y lágrimas, interpretado por Julie Andrews, es un ejemplo similar al del musical de Hepburn. El contenido del mensaje que se transmite es sencillo de comprender: María es una joven novicia que, cuando entra a trabajar como institutriz para los siete hijos del viudo capitán Von Trapp, se encuentra muy perdida en la vida. Los niños, muy infelices desde que su madre murió, van a encontrar en la novicia la figura maternal que echaban de menos, al igual que el capitán, que se va a ir enamorando de ella, a pesar de que está prometido a la pérfida y malvada baronesa Schroeder (la contraposición de María).
Gracias a su trabajo como institutriz, María va a encontrar su lugar en el mundo siendo la madre perfecta para esos niños faltos de cariño y la esposa perfecta que ablande el corazón del estricto capitán. En comparación con My fair lady, podemos observar que en ambas contamos con un personaje femenino que, hasta la irrupción del hombre en su vida, estaba desamparada y sin ningún futuro.
Bibliografía
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Fragmento de un artículo sobre el machismo en el cine musical de Hollywood publicado originalmente por mí en la web de La Trova el día 27/06/2018. Puedes acceder a la versión original y completa del mismo a través de este enlace.