Artículo sobre los druidas escrito por Enol Alonso Capín, graduado en Historia.
Introducción
Bienvenidos a esta nueva saga en la que se abordará el tema del druidismo y los druidas en la religión celta. El objetivo de esta saga será conocer el contexto en el que se desarrolló el druidismo y cómo fue evolucionando históricamente en relación con los romanos. En esta segunda entrega nos acercamos ya totalmente a la figura de los druidas, principales representante del druidismo. A partir de las fuentes y estudios empleados desgranaremos las funciones de estos hombres, así como su organización y presencia dentro de la sociedad celta.
¿Quiénes eran los druidas?
Aunque tenemos a los druidas como los máximos exponentes de la religión celta, sabemos que había otras figuras. Estrabón (ss. I a.C.-I d.C.), Diodoro Sículo (s. I a.C.) y otros autores nos hablan de los druidas, bardos y vates o filidh, distinguiendo entre sus funciones de dirigir rituales, realizar cantos y realizar adivinaciones. La excepción es César (s. I a.C.), que es el único que nos habla de los druidas como la única figura y los encargados de los rituales. Lo que sabemos sobre los druidas es que tenían un papel religioso capital que los convertía en el principal vínculo entre el mundo real y el onírico. A esto se suma su capacidad de imponer castigos y expulsar a miembros de la tribu, ya que podrían excomulgar a quienes ofendieran a los dioses o cometieran algún delito importante. De esta forma los expulsaban de los rituales religiosos, y con ello de la sociedad.
Esto entraba en relación al ser considerados tanto como los máximos exponentes de la magia como quienes guardaban los secretos y también la escritura ogámica, la lengua dada por el dios Ogma (dios de la sabiduría). Esta sería la razón por la que los druidas serían los encargados de educar e instruir a futuros druidas en las diferentes nociones que debían tener. Estos aprendices debían estudiar durante unos veinte años, empleando el griego sólo para cuestiones no relacionadas con sus funciones.
¿Qué hacían los druidas?
Estrabón y Diodoro Sículo decían que los druidas leían el futuro a través de las agonías finales de víctimas humanas, relatando el primero que “golpeaban, por ejemplo, en la espalda con una espada a un hombre elegido ritualmente como víctima y practicaban la adivinación a partir de sus convulsiones” (Str. 4.5). Algo similar repite César, si bien lo que explica es que son quienes “interpretan los misterios de la religión” (Caes. Gal. 6.13).
En este sentido, en el Ciclo Mitológico irlandés y el Ciclo de Ulster se muestra a los druidas como profetas; y en esa capacidad de predicción sabemos que además empleaban el vuelo de las aves, la observación de las vísceras de los animales y puede que también la observación de las estrellas, algo que se relaciona con el Calendario de Coligny, lo que les habría conferido una gran influencia entre los celtas. En cuanto al Calendario de Coligny, este organizaba los diferentes rituales que se sucedían a lo largo de su recorrido. Sabemos que tenía una mayor elaboración que la del juliano y con una sincronización lunar de cinco años, lo que es una evidencia del alto nivel de conocimientos en astronomía que tenían los druidas.
Sabemos por autores como Dion Casio (ss. II-III d.C.) que hubo algunos personajes destacados que tenían estas habilidades, y en el caso de este escritor, decía que el rey Ambigato de los biturigos podía llevar a cabo adivinaciones y estaba capacitado para realizar sacrificios. Por su parte, Cicerón, a diferencia de César, trataba a Diviciaco (s. I a.C.) de druida; y de Deiotaro (ss. II-I a.C.) de Galacia que era el caudillo y líder religioso más poderoso de entre los gálatas.
Tampoco debemos olvidar el papel que tenían como maestros, ya que no sólo se encargaban de educar a los futuros druidas, sino que también mantenían las tradiciones de la comunidad, observaban y administraban la ley. Del mismo modo, eran muchas veces los encargados de las tareas diplomáticas de guerra y paz, algo que Diodoro Sículo nos menciona de la siguiente forma:
Tanto en los asuntos de tiempos de paz como en los de la guerra, los galos obedecen especialmente a estos filósofos y a los poetas cantores, y obedecen no sólo los amigos, sino también los enemigos. Frecuentemente, en efecto, en las formaciones en orden de batalla, cuando los ejércitos se aproximan con las espadas en alto y las lanzas tendidas, estos hombres se adelantan en medio de las formaciones y los hacen parar, como si encantaran a unos animales salvajes. De este modo, también entre los bárbaros más salvajes, el furor cede ante la sabiduría y Ares respeta a las Musas. (D.S. 5.31.5)
Plinio afirmaba que los druidas eran quienes poseían los conocimientos médicos y mágicos tradicionales debido a que eran los que detentaban el papel de sanadores. De este mismo modo, estaban capacitados tanto para el uso de hierbas como para la cirugía. Ese papel podría haberse desdibujado, puesto que esa sabiduría médica se habría transmitido a gente que no fueran druidas. Esto es porque sabemos que existían médicos en la Irlanda tardoantigua con conocimientos en las propiedades médicas botánicas, el uso de pócimas curativas y venenos.
Es posible que contaran además con un fuerte papel político, que se manifestaba en una importancia capital para los celtas, tal y cómo se mostraba en la reunión anual de todos los druidas galos en el Bosque de los Carnutes, y la posible relación con la victoria gala en Gergovia, y en el ataque romano del 61 d.C. sobre la isla de Anglesey.
Privilegios de los druidas
Probablemente, esta importancia para la comunidad fuera la razón por la que los druidas estaban exentos de impuestos y de los servicios militares. Tampoco estaban obligados a servir a reyes ni líderes, manteniendo su independencia de las relaciones entre las tribus, razón por el papel diplomático. A este respecto no podemos saber si fuera real debido a ejemplos que se presentan en fuentes como el Leabhar Ghabhála (El libro de las invasiones) con los druidas de Partholon. A este respecto bien pudiera tratarse la pérdida de sacralidad de las figuras druídicas. Por ello mismo serían personajes investidos de una sacralidad tan relevante como la de los filidh y bardos, aunque es posible que los druidas fueran los que mayor nivel tuvieran. A cambio de sus servicios, los druidas recibían objetos de prestigio y riquezas (joyas, metales preciosos…), así como alimentos y productos animales y vegetales.
En cuanto a su imagen, Plinio (siglo I d.C.) nos describe a los druidas con blancas túnicas, salvo la del archidruida, que tendría bandas doradas, si bien es algo que considera poco plausible; aunque es muy posible que se trate de una idealización. Esta era la máxima figura entre los druidas, del que nos habla César sin mencionarlo. De él sí que nos dice que, de entre todos, “preside uno con autoridad suprema. Muerto éste, le sucede quien a los demás se aventaja en prendas. En caso de haber muchos iguales, se hace la elección por votos de los druidas, y aun tal vez de mano armada se disputan la primacía” (Caes. Gal. 6.13).
Bibliografía
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CÉSAR, La guerra de las Galias. Miguel Marietan (red.) [ebook kindle] (Amazon 2015)
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Leabhar Ghabhála (Libro de las invasiones). Sainero Sánchez, R. (Ed. Akal, Madrid, 2018)
POMPONIO MELA, De Chorographia, Javier Martínez (ed.). Disponible en este enlace.
Artículo sobre los druidas escrito por Enol Alonso Capín, graduado en Historia.
Para saber más
Enol Alonso Capín es graduado en Historia por la Universidad de Oviedo, con especialización en Historia Antigua en Sevilla y en Historia Militar en la UNED-IUGM. Actualmente es doctorando en la Universidad de Oviedo en el área de Historia Antigua, compaginando esta labor con el estudio de las oposiciones de secundaria.