Introducción
El inesperado asesinato de Filipo II, uno de los mayores magnicidios de toda la Antigüedad, precipitaría en el año 336 a.C. el ascenso al trono de su hijo, Alejandro III, más conocido mundialmente como Alejandro Magno, con apenas 20 años. Es evidente que sabemos mucho del Alejandro adulto, gracias a los ríos de tinta que se han escrito sobre él, pero… ¿cómo fue su niñez? ¿Cómo se fraguó la personalidad de uno de los mayores conquistadores de la Historia? Sumerjámonos pues en el entorno macedonio de la infancia de Alejandro Magno.
Nacimiento e infancia de Alejandro Magno
Alejandro III de Macedonia, que en el futuro se ganaría el sobrenombre de «El Magno», nació en Pella en julio del año 356 a.C. como hijo de Olimpia/Olimpíade de Epiro y Filipo II, que en el momento de su nacimiento se encontraba en una campaña contra la ciudad de Potidea, una de las pocas aliadas atenienses en la región. Para Filipo era su segundo hijo, ya que Olimpia era la cuarta de las siete esposas que llegó a tomar en su vida. Casualidades del destino, Alejandro llegaría a reinar un día porque su hermanastro mayor, el primogénito de Filipo, Filipo III Arrideo, fue declarado no apto para gobernar debido a su discapacidad intelectual.
Los primeros catorce años de vida de Alejandro transcurrieron en el palacio real de Pella en compañía de su madre y de Lánice, su ama de cría, y en ausencia de su padre, sumido en campañas de conquista interminables por todo el mundo griego. Educado por sus primeros maestros, entre los que estaban Lisímaco de Acarnania y Leónidas, la infancia de Alejandro Magno transcurrió aprendiendo matemáticas, literatura, música o geometría. Gracias a sus enseñanzas, en el pequeño Alejandro despertó la fascinación por la literatura griega, y en concreto, por los relatos y héroes homéricos, sintiéndose identificado con Aquiles, héroe de la Guerra de Troya, y con Heracles.
Junto a esta educación intelectual, la infancia de Alejandro Magno también estuvo marcada por el entrenamiento físico. Entre los jóvenes aristócratas macedonios la actividad preferida era la caza, por lo que desde muy joven el pequeño Alejandro comenzó a practicarla. En cuanto a su personalidad decían que, ya desde estos primeros años, destacó por su carácter pasional, por dejarse llevar por arrebatos de furia o de afecto, y por su valor y ansias de gloria.
La escuela de Pajes, la juventud de Alejandro Magno
A partir de los 14 años, Alejandro Magno pasó a educarse en la Escuela de Pajes. Era una institución creada por su padre por la que los jóvenes de las familias nobles más importantes de Macedonia se trasladaban a vivir a la corte de Pella para ser instruidos militarmente junto al príncipe heredero en la escala de valores griegos deseables. A lo largo de los siguientes años estos jóvenes se convertían en los asistentes personales del futuro rey, aprendían juntos, compartían su mesa, le custodiaban y combatían a su lado.
Pertenecer al cuerpo de pajes reales era considerado un gran honor para cualquier familia, por lo que no podía ser rechazado. Así, con este sistema Filipo II cumplía dos objetivos, a largo y a corto plazo: por un lado, reforzaba la fidelidad, la amistad y el compañerismo hacia el futuro rey; y por otro lado, garantizaba el buen comportamiento de sus familias, las cuales no serían desleales mientras su hijo estuviera en poder del rey.
Aristóteles, maestro de Alejandro Magno
De entre todas las personas que ejercieron de maestros en la infancia de Alejandro Magno, ninguno es tan famoso ni importante como Aristóteles. El sabio no era un desconocido en Macedonia, ya que su padre Nicómaco había ejercido como médico en la corte de Pella. La relación entre Aristóteles y Alejandro Magno se extendió durante años, concretamente entre el 343 y el 335 a.C. Siempre junto a sus compañeros de la alta nobleza, Aristóteles les enseñó una gran variedad de temas: Historia, literatura, geografía, matemáticas, ética, política, filosofía, medicina… De hecho, en el futuro curiosamente sería el propio Alejandro el que curaría muchas enfermedades de sus soldados recetándoles fármacos y terapias.
En el terreno literario, Aristóteles hizo especial hincapié en la Íliada de Homero, que se convertiría en el libro favorito del joven príncipe; y en las obras de Herodoto, Tucídides o Jenofonte, que le marcarían profundamente a la hora de emprender la conquista de Asia. Asimismo, según Calístenes, sobrino de Aristóteles y cronista de Alejandro en sus campañas, el heredero macedonio también era un gran admirador de la poesía de Píndaro y de la tragedia griega, en especial de Eurípides. Cabe destacar que durante todo este proceso de formación intelectual la formación física y militar no cesaba, siendo constantes los entrenamientos en hípica, gimnasia, atletismo y resistencia.
Primeras hazañas militares
Cuando Alejandro Magno cumplió 16 años empezó a gobernar Macedonia como regente en ausencia de su padre. En esos primeros tiempos, el joven príncipe logró sus primeros éxitos al tratar con una embajada persa en Pella y sofocar una rebelión de una tribu tracia. Además, para celebrar este primer éxito militar, fundaría en el año 340 a.C. su primera ciudad, Alejandrópolis, tal y como había hecho su padre años atrás con la ciudad de Filipópolis. También padre e hijo lucharon codo con codo en el campo de batalla, En la trascendental batalla de Queronea (338 a.C.), fue el joven Alejandro, con 18 años, quien capitaneó a la caballería de élite que daría el golpe de gracia definitivo a la coalición militar encabezada por los atenienses.
A pesar de todos estos logros y hazañas, la sucesión al trono de Alejandro no estaba asegurada, dada la mala relación entre sus padres y sus potenciales rivales en el camino al trono. De hecho, solo la oportuna intervención de Antípatro, uno de los generales más veteranos de Filipo, allanó el camino a Alejandro sin que se produjeran enfrentamientos por el poder. Inmediatamente después del asesinato de Filipo y la ejecución de Pausanias y sus cómplices, Antípatro presentó a Alejandro a las tropas macedonias en Egas para que fuera aclamado y proclamado nuevo rey. Aun así, al joven rey le esperaban muchos retos que superar dentro y fuera de sus fronteras. El camino hacia la gloria eterna no iba a ser fácil.
Bibliografía
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