Introducción
Alejandro III de Macedonia (356 – 323 a.C.), más conocido como Alejandro Magno, es uno de los personajes históricos más atractivos de estudiar no solo de la Historia antigua, sino de la Historia en general. Su breve pero intensa vida, la trascendencia de todas sus hazañas militares y el cambio radical que provocó en todo el mundo ha propiciado que en los últimos siglos se hayan publicado miles de estudios sobre todo lo referido a su vida y obra. A mediados del año 326 a.C., en el contexto de su campaña por la India, Alejandro Magno se enfrentó a la última gran batalla campal que viviría en su corta pero intensa carrera: la batalla del Hidaspes.
Antecedentes a la batalla del Hidaspes
Desde el principio de su campaña en India, Alejandro Magno no estuvo solo, ya que tenía en el rey local Ambhi, soberano de Taxila, a un valioso aliado. Gran conocedor de su país, Ambhi le sirvió como enlace con los príncipes indios vecinos. A cambio, esperaba que el apoyo de Alejandro a su causa le permitiera derrotar a sus enemigos del este: Abisares, rey de Kashmir, y sobre todo Poro, cuyo reino comprendía todas las tierras situadas entre el río Hidaspes y el Acesines, en la región histórica del Punjab.
Abisares no fue un problema. Desde que supo que estaba en el objetivo del conquistador macedonio, envió embajadores y regalos a Taxila como muestra de que estaba dispuesto a rendirse y cooperar. En contraposición, Poro rechazó cualquier tipo de colaboración o sumisión, lo que incitó a Alejandro a marchar con su ejército (ya completo, reunido otra vez al llegar a Taxila) hacia el este, hasta el río Hidaspes.
Una vez llegó allí, en junio del 326 a.C., se encontró con muchos problemas para atravesar el río e invadir el reino de Poro. La caudalosa corriente medía casi un kilómetro de anchura, y todos los pasos posibles estaban ocupados por las tropas enemigas, ya que Poro había estacionado todo su ejército en la orilla contraria del río para defender su territorio. Ante esta situación, Alejandro Magno estuvo durante semanas intentando hallar el momento y el lugar perfectos para trasladar su ejército a la otra orilla.
Finalmente, la maniobra pudo llevarse a cabo, y como reacción inmediata, Poro trasladó el grueso de su ejército allí donde se había producido la llegada enemiga. Sin embargo, tuvo que dejar reservas suficientes en su campamento original, puesto que el general Crátero permanecía en la orilla opuesta del río esperando el momento para entrar con sus refuerzos en el campo de batalla.
De esta manera, Alejandro había conseguido una ventaja estratégica, pues tenía a su adversario atrapado entre dos flancos y, en caso de que fuera capaz de mover todas sus fuerzas simultáneamente, podía hacer una pinza con ellos. La batalla del Hidaspes estaba a punto de comenzar.
La disposición de los ejércitos
Para la batalla del Hidaspes, el soberano indio alineó su ejército, inferior en caballería pero mucho más numeroso en cuanto a infantería, en dos columnas. En las líneas de vanguardia puso su arma más letal, los elefantes de guerra. Estos gigantescos animales eran muy valiosos en un enfrentamiento. Por un lado, desempeñaban una función psicológica, debido a que sembraban el pánico cuando cargaban frontalmente contra las tropas enemigas, causando múltiples bajas por aplastamiento. Por otro lado, podían ser usados contra los jinetes enemigos, pues los caballos se asustaban y no obedecían a sus amos. Detrás de los elefantes colocó su principal contingente de infantería, cuyos flancos estaban protegidos a ambos lados por los escuadrones de caballería y los carros de guerra.
Por su parte, Alejandro ordenó sus fuerzas siguiendo un esquema táctico similar al utilizado en las batallas de Issos y Gaugamela. Los hipaspistas (su infantería de élite), los tracios y las tropas de infantería tomaron la posición central en su frente. A su izquierda y a su derecha se situó la caballería, reforzada por los arqueros iranios. El objetivo central del inicio de la batalla sería impedir el avance de los 200 elefantes que puso en juego el rey Poro para romper las filas del conquistador macedonio.
Desarrollo de la batalla del Hidaspes
Una vez que se colocaron las fichas sobre el tablero, la batalla del Hidaspes comenzó. Una parte de la caballería macedonia cargó al mando de Alejandro contra el ala izquierda enemiga obligando a Poro a concentrar toda su caballería en aquel lugar. Como consecuencia, su ala derecha quedó desprotegida, y fue arrollada por la otra parte de la caballería macedonia a cargo de Ceno. Así cerraron las filas desde atrás y dejaron a la caballería y la infantería enemigas en el medio, paralizando su capacidad operativa.
Entre tanto, los hipaspistas y los tracios atacaron a los elefantes, lanzando flechas y lanzas a sus conductores y cortando los tendones de sus piernas con hachas. De esta manera, más de 50 elefantes fueron masacrados y otros muchos, mutilados y heridos, emprendieron la huida, aplastando por igual a tropas de ambos bandos. Mientras tanto, las tropas de refuerzo de Crátero, que hasta el momento habían permanecido inactivas, se movieron a la otra orilla del río para perseguir a las tropas de Poro que huían.
Consecuencias de la batalla del Hidaspes
Cuando concluyó la batalla, miles de cadáveres de ambos bandos cubrían el campo de batalla. La mayor parte de las fuentes antiguas coinciden en precisar que la batalla del Hidaspes fue una de las victorias más amargas de Alejandro Magno, tanto por la larga duración del enfrentamiento y sus numerosas bajas como por otro motivo: la muerte de Bucéfalo, el caballo que Alejandro poseía desde que era adolescente, su fiel compañero en toda la expedición en Asia. Su muerte afectó tanto al emperador macedonio que, en su memoria, Alejandro construyó allí una ciudad a la que puso su nombre, Alejandría Bucéfala.
El rey Poro, gravemente herido, impresionó a Alejandro con sus dos metros de altura y lo valerosamente que había combatido sobre un elefante. El macedonio, consciente de que no podría ocupar un territorio como aquel, se conformó con que el rey vencido hincara la rodilla y le jurara lealtad y sumisión. Además, para más desgracia de Ambhi de Taxila, Alejandro pondría bajo la autoridad de Poro todas las regiones que se le sometieran en su marcha hacia el este, creando así un Estado-tapón en el flanco de su imperio. Y cuando parecía que la ambición del conquistador no tenía fin, sucedió algo imprevisto y todo el ejército dio marcha atrás. La expansión del Imperio Macedónico había terminado.
Bibliografía
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CASALS MESEGUER, J.M. (2018): Alejandro el conquistador. Gredos, Barcelona.
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