Introducción
Alejandro III de Macedonia (356 – 323 a.C.), más conocido como Alejandro Magno, es uno de los personajes históricos más atractivos de estudiar no solo de la Historia antigua, sino de la Historia en general. Su breve pero intensa vida, la trascendencia de todas sus hazañas militares y el cambio radical que provocó en todo el mundo ha propiciado que en los últimos siglos se hayan publicado miles de estudios sobre todo lo referido a su vida y obra. De todos los aspectos de su vida, uno de los más polémicos siempre ha sido el tema de sus relaciones sentimentales. Hoy vamos a hacer un breve acercamiento a diversas cuestiones: ¿quiénes fueron las esposas de Alejandro Magno? ¿cuántos amantes tuvo? ¿qué relación tuvo con Hefestión?
Roxana, la primera esposa de Alejandro Magno
En su campaña para vengarse de los asesinos de Darío III, el último emperador persa aqueménida, Alejandro Magno conquistó la satrapía oriental de Sogdiana. En este contexto, en la primavera del año 327 a.C. Alejandro capturó una fortaleza conocida como la Roca Sogdiana, donde se había refugiado el príncipe Oxiartes pensando que estaba en un bastión inexpugnable.
Entre los prisioneros que allí capturaron estaba una de las hijas del príncipe, Roxana, de la que Alejandro supuestamente se habría enamorado a primera vista. No en vano, según muchas de las fuentes antiguas, Roxana era «la dama más hermosa de toda Asia». Así, Alejandro Magno, el hombre más poderoso del mundo, se casó por primera vez en abril del año 327 a.C., cuando tenía 29 años y ella unos 20.
Independientemente de si tuviera sentimientos reales hacia ella o no, lo cierto es que fue un matrimonio de conveniencia política muy calculado. A pesar de que fue un enlace muy criticado entre sus propias filas, lo cierto es que los lazos que ahora unían a Alejandro con la princesa irania implicaban un doble beneficio: por un lado, se aseguraba que esta región, que tan difícil había sido de conquistar, estuviera en paz y cordial amistad; por otro lado, ahora podía contar con sus nuevos parientes sogdianos para que siguieran nutriendo su ejército de cara a las campañas venideras.
Alejandro tuvo dos hijos con Roxana. El primero de ellos, al que dio a luz probablemente en el 325 a.C., murió poco tiempo de nacer; y el segundo de ellos, Alejandro IV de Macedonia, fue su hijo póstumo, ya que, cuando el conquistador murió en Babilonia en el 323 a.C., Roxana estaba embarazada de seis meses. Después de la muerte de su esposo, Roxana se trasladó con su hijo a Macedonia, donde viviría hasta que ambos serían asesinados en el año 309 a.C. por orden de Casandro, antiguo general de Alejandro y nuevo soberano de Macedonia.
Parisatis y Estatira, las otras esposas de Alejandro Magno
Después de su victoria en la batalla del Hidaspes, parecía que la ambición de Alejandro Magno no tenía fin. Sin embargo, la excepcional dureza de sus posteriores operaciones en la India tuvo una inesperada consecuencia: la desobediencia del ejército. Por primera vez, sus propias tropas se negaron a continuar, por lo que a Alejandro Magno no le quedó más remedio que emprender el largo viaje de regreso hacia Occidente.
Para la primavera del año 324 a.C. Alejandro volvió a pisar la ciudad de Susa casi siete años después de haberlo hecho por primera vez. El acontecimiento más importante de su estancia en la urbe persa fue un enorme festejo nupcial que recibe el nombre de las bodas de Susa. En este colosal evento, casi un centenar de los más destacados representantes del ejército macedonio se casaron con mujeres de la nobleza persa.
Para mostrarse como el primer interesado, Estatira, la hija mayor del rey persa Darío III, y Parisatis, la hija menor del rey persa Artajerjes III (358-338 a.C.) se convirtieron al mismo tiempo en las nuevas esposas de Alejandro Magno. Asimismo, todas las relaciones de los soldados macedonios con mujeres orientales de toda clase quedaron legalizadas. Después de la muerte de Alejandro, Roxana mandó asesinar a ambas esposas para asegurarse de que su hijo, Alejandro IV, era el único sucesor legítimo de Alejandro Magno.
Los amantes de Alejandro Magno
Uno de los temas más tratados de la vida personal de Alejandro Magno es, sin duda, su relación con Hefestión, su más leal e íntimo general y amigo. A lo largo de los siglos y hasta la actualidad se ha pensado muchas veces que Alejandro Magno y Hefestión fueron amantes durante muchos años. Aun así, lo cierto es que no existe ninguna fuente de conocimiento que confirme que ambos mantenían una relación. De hecho, ni siquiera sabemos con seguridad si ambos fueron amigos desde niños, si estudiaron juntos con Aristóteles, o si eran de la misma edad.
No obstante, esto no quita que pudieran mantener relaciones sexuales. En el mundo de la antigua Grecia la homosexualidad era una conducta sexual totalmente normalizada, y Macedonia no era una excepción. Precisamente, las escenas sexuales entre hombres es un tema recurrente dentro de la cerámica griega.
Una de las razones por las que se ha creído que Alejandro y Hefestión mantenían una relación homosexual es por su paralelismo con la pareja homérica de Aquiles y Patroclo. Esta similitud ya se habría manifestado al principio de la campaña, en Troya, donde Alejandro habría honrado la tumba de Aquiles y Hefestión la de Patroclo. Sin embargo, a diferencia de lo que se suele creer, la Iliada de Homero no presenta una relación homoérotica entre ambos personajes, sino una relación de amistad íntima conocida con el nombre de camaradería heroica.
Más allá de Hefestión, Alejandro tenía otras relaciones. Por ejemplo, diversas fuentes antiguas cuentan como Alejandro besaba en público, delante de su ejército, al eunuco Bagoas, que se había unido al séquito del conquistador tiempo después de haber asesinado al rey persa Artajerjes III. Si bien se piensa que la relación entre Alejandro y Hefestión era más sentimental que sexual, lo contrario se piensa de la relación del rey macedonio con este eunuco.
Por otra parte, cuando Alejandro Magno era solo un recién nacido llegó a la corte real de Macedonia el sátrapa persa Artabazo, que se había rebelado contra el rey Artajerjes III. Le acompañaba su familia, entre la que se encontraba su joven hija Barsine, un par de años mayor que Alejandro. Al cabo de los años, Barsine se convertiría en el primer gran amor de un adolescente Alejandro Magno y se mantendría en su círculo íntimo. Mucho tiempo después, probablemente en la India, Barsine daría a luz al hijo primogénito, pero ilegítimo, de Alejandro, Heracles, que nunca fue considerado como heredero de su padre en ningún sentido. Finalmente, tanto la madre como el hijo fueron asesinados por Poliperconte, antiguo general de Alejandro, en el 309 a.C.
Bibliografía
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