Artículo sobre los sacrificios romanos escrito por Marco Almansa, doctor en Historia.
Introducción a la religión romana
Según las costumbres de los antiguos romanos, era innegable la existencia de unos seres sobrenaturales, al igual que en otras culturas del mundo en las que pensaban en unos entes superiores que regían la vida de toda la naturaleza, incluyendo humanos, animales y plantas.
Más que creyentes, los romanos eran supersticiosos, dado que, aunque pensaban en la existencia de las miles de divinidades con las que coexistían, no creían en ellos tal como lo entendemos nosotros hoy en día. Se regían por un “contrato religioso por superstición” que lo denominaban “do ut des”, es decir, te doy para que me des. Explicado de otra manera, los romanos ofrecían un sacrificio para poder recibir un beneficio por parte de la divinidad.
Los antiguos romanos realizaban rituales de adoración a los dioses. En estas liturgias se pedía que la divinidad remediara una catástrofe alimentaria, un terremoto, elementos atmosféricos adversos como caídas de rayos, eclipses, parhelios que podían suceder, etc. Incluso se realizaban rituales sacrificiales si veían posarse un ave en una estatua determinada, si observaban nacimientos extraños, tanto de animales como humanos, que aparecieran cosas extrañas… Sin embargo, lo más extendido eran las inmolaciones, destinadas a honrar a ciertas divinidades en sus fiestas señaladas a lo largo del año.
Los sacrificios romanos
Muchos de estos rituales requerían de unos sacrificios que, por lo general, consistían en la muerte de animales. No obstante, también existían sacrificios incruentos en los que se ofrecían productos de origen vegetal o derivados de los animales (como miel, leche, queso, etc.), así como frutas, flores o semillas de todo tipo.
Hasta que se decretó su prohibición en el año 97 a.C., también existía el sacrificio humano. Tanto hombres como mujeres eran inmolados, presumiblemente por un hachazo, un martillo o un corte en el cuello, y posicionados sobre el altar, como hacían con los animales. Además, en algunas ocasiones les enterraron vivos, como a la pareja de galos y otra de griegos (hombre y mujer, en cada caso) bajo el Foro Boario en Roma en los años 228 a.C., 216 a.C. y 114-113 a.C. Según Tito Livio, estos recibieron el nombre de hostiae humanae, es decir, víctimas humanas.
Los sacrificios romanos se realizaban con un orden y unas fases concretas, pues debía de ejecutarse todo correctamente. De lo contrario, se temía que la divinidad castigara a quien lo concibiese defectuosamente. Por ejemplo, cuando un animal ponía resistencia, mugía o chillaba, o la cuerda que le ataba iba tensa, se obligaba a repetir la procesión o, si se decretaba, repetir el sacrificio, siempre con un nuevo animal. En estos rituales, si el sacerdote principal se equivocaba al recitar las oraciones, coger el instrumental con la mano izquierda, oír o ver un movimiento o ruido extraño, debía paralizar el ritual y reiniciarlo; por eso los romanos se tapaban la cabeza, para no ver y concentrarse en el ritual. Todo esto viene a decirnos que los romanos eran muy supersticiosos y que actuaban así por el miedo y repercusiones negativas de los dioses.
Los sacrificios tenían unos períodos concretos, en los que se realizaba una procesión hasta la zona de inmolación. Después se situaba a la víctima ante el altar, en donde un ayudante, el victimarius, le daba un golpe en la cabeza para que el animal se adormilara. A continuación, otro ayudante con un cuchillo grande y bien afilado cortaba el cuello derramando abundante sangre, tanto sobre el propio cuchillo y el suelo como en un cuenco que era echado sobre el altar. Este mismo asistente cortaba el abdomen desde el cuello hasta los genitales, abriendo el cuerpo, para poder extraer todos los órganos del cuerpo del animal o humano.
Lo que se advertía sería de un gran impacto visual para nuestros ojos, pues estar viendo un gran charco de sangre, vísceras en las manos de los ayudantes y sacerdotes, el altar pintado de sangre del animal o animales sacrificados, sería algo asombroso. Recordemos que, en algunos momentos, se sacrificaron diez toros, junto con cerdos y ovejas, así como en otras más especiales, unos cien animales todos distintos, una hecatombe.
Al inspeccionar las vísceras manchadas de sangre comprobaban que el animal tenía buena salud, y que por tanto las decisiones de los dioses fueron favorables al demandante. De hecho, un autor romano de finales del s. I a.C., Cicerón, se cuestionaba cómo un animal sin corazón podía seguir vivo, o cómo ciertos órganos desaparecían de repente en unos animales u otros.
Podemos observar actualmente algunos de estos rituales entre judíos y musulmanes en sus fiestas correspondientes. En éstas, ciertos animales son sacrificados para el consumo y reparto de los mismos entre los de la comunidad, con unas fases o rituales muy similares a lo que los romanos, y griegos antes, realizaban.
Sacrificios romanos y recreación histórica
Hoy en día todo esto y mucho más se lleva a la difusión mediante la recreación histórica que realizan grupos como Mos Religiosvs. En ellos se hace una simulación de sacrificio (no se mata a ningún animal), magia, adivinación, rituales religiosos, etc., en el que se lleva a la práctica para que el público conozca las costumbres de los romanos. No se trata de neopaganismo ni creencias actuales, es recreación y divulgación histórica llevada a museos, eventos, yacimientos, colegios, en donde poder enseñar la historia de Roma de una forma diferente. Siempre abiertos a aceptar a nuevas personas y proyectos que quieran participar, así como lugares donde acudir a difundir la historia de Roma.
Mos Religiosvs es un grupo fundado en 2009 que recrea la religión romana desde los orígenes de Roma (753 a.C.) hasta el s. IV d.C. con los inicios del paleocristianismo, siendo el primer grupo de recreación de España que llevó la religión a los eventos. Aun así, abarcamos muchos aspectos de la vida del romano, participando con el tema religioso en eventos militares, gladiatorios, civiles, etc. como ya han hecho en multitud de eventos en Astorga, Lugo, Mérida, Villa romana de Almenaras-Puras, Carranque, Valeria, Lezuza, Segóbriga, Carnuntum (Austria), Lyon (Francia), Roma (Italia) y en otros lugares.
Bibliografía
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ALMANSA FERNÁNDEZ, M., (2019): “El delito religioso en el sacrificio romano. The religious crime in the roman sacrifice”, Tesis Doctoral, Univ. Complutense de Madrid, 2019.
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Artículo escrito por Marco Almansa, doctor en Historia.