Segunda parte de un artículo sobre Rodrigo Díaz de Vivar escrito por Luis Galan Campos, doctorando en Historia Medieval. Para acceder a la primera parte puedes clicar en este enlace.
Introducción
Rodrigo Díaz de Vivar, mejor conocido como el Cid Campeador, es sin duda uno de los personajes históricos más fascinantes del pasado medieval de la península Ibérica. Ha protagonizado novelas, películas y hasta series de televisión de dibujos animados. Sin embargo, la figura que nos ha llegado es ante todo producto de las películas y series y de la creación en el siglo XIX de una serie de mitos nacionales españoles en los que el Cid Campeador y otras figuras como Don Pelayo, Blas de Lezo o Agustina de Aragón encarnaban la defensa de la patria ante sus enemigos. Entonces… ¿qué sabemos realmente sobre el Cid Campeador? ¿Qué es verdad y qué es legendario en la historia del Cid, su caballo Babieca y su espada Tizona? Para averiguarlo haremos un resumen de Rodrigo Díaz de Vivar y de su aparición en las fuentes en estas dos entradas.
Biografía de Rodrigo Díaz de Vivar
La primera mención de Rodrigo Díaz de Vivar es en la batalla de Graus (1064), donde acompaña al infante Sancho en ayuda de su tío Ramiro I de Aragón. Es inverosímil que fuese un caballero de origen modesto puesto que su padre, Diego Flainez, ocupaba una posición destacada en la corte de Fernando I y el mismo Ruy Diaz formaba parte del séquito del primogénito.
Tras la guerra civil entre Sancho y sus hermanos Alfonso, Urraca y Elvira (que obliga a intervenir al abad de Cluny) vemos a Rodrigo Díaz de Vivar al servicio del nuevo rey. Sucede a su padre en la corte y toma como esposa a una rica heredera pariente del monarca, Jimena, que le dará por lo menos tres hijos: Diego, María y Cristina.
A finales del 1080 se produce el primer desencuentro de Rodrigo Díaz de Vivar con el rey y su primer destierro. Las causas no están del todo claras, pero todo apunta a que saqueó sin permiso la taifa de Toledo, aliada del rey leonés. Tras su expulsión se pone al servicio del rey taifa de Zaragoza, quien se encontraba en guerra con el rey taifa de Lleida y sus aliados, los condes de Barcelona, a los cuales la mesnada del Cid pone en jaque. Es probable que en este periodo haga sus primeras incursiones hacia el litoral oriental de la península, donde existían algunas taifas pequeñas pero ricas como Murcia, Denia y Valencia, amenazadas por los condes de Barcelona y sus aliados.
Rodrigo Díaz de Vivar, el emperador y los almorávides
La “jugada maestra” del rey Alfonso VI en abril de 1085 culmina de forma simbólica cuando adopta el título de Imperator totius Hispanie. («emperador de las Españas»). Según este título, teóricamente todos los poderes de la Península ibérica, tanto cristianos, como musulmanes, le debían pleitesía. Sin embargo, esto provoca que los reyes taifas teman que su ansia expansionista les haga perder sus territorios y piden ayuda a los almorávides.
En aquellos momentos, los almorávides constituían un imperio en crecimiento por el norte de África que partía de una visión guerrera e integrista del islam. Acudiendo a la llamada de los reyes taifas, desembarcan en la península en el verano de 1086 y derrotan a los castellanoleoneses en la batalla de Sagrajas, obligándolos a refugiarse tras el Tajo otra vez.
Rodrigo Díaz de Vivar, que se había reconciliado con su rey poco después de la toma de Toledo, vuelve a ser desterrado en 1088. El guerrero no había acudido a la llamada de auxilio de su señor cuando trataba de defender su posición en el sudeste contra los almorávides, en Aledo. Esta vez, el Cid Campeador lo tiene claro. Tras algunos años de saqueo y hostigamiento a las taifas de la costa oriental y de hacer temblar el poder de los barceloneses, no solo se convierte en el hombre más poderoso del oriente peninsular, sino que él y su hijo crean un señorío propio en Valencia y su taifa, que conquistan en junio de 1094.
La monarquía aragonesa
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Las Nuevas Poblaciones de Carlos III
La muerte de Rodrigo Díaz de Vivar
Pocos datos tenemos de la “Valencia del Cid”, quien pasó los últimos años de su vida tratando de defenderla de los almorávides. Rodrigo Díaz de Vivar permitió la existencia de la comunidad mozárabe y de los habitantes musulmanes bajo fuertes tributos y se limitó a crear un obispado para donarle una catedral en la persona del monje Jerôme de Perigord. Sin embargo, el señorío del Cid sobre dos religiones era ya una anomalía.
Las taifas autónomas estaban en retroceso ante el imperialismo almorávide. El único varón de los hijos de Rodrigo Díaz de Vivar, Diego, muere luchando contra ellos en la batalla de Consuegra (1097), tal y como le ocurrirá diez años más tarde al hijo del emperador Alfonso en la batalla de Uclés (1108). Tras la propia muerte de Rodrigo Díaz de Vivar, su familia abandona Valencia y regresa a León. Los almorávides limitarán la expansión de los cristianos del norte casi medio siglo hasta que su poder se diluya por causas internas ante la pujanza de nuevos poderes.
Mientras tanto, el papado protagoniza un acontecimiento histórico lanzando la Cruzada en 1095 hacia Jerusalén. Este hecho cambiará para siempre la historia de las dos religiones, el cristianismo católico y el islam, y definirá durante los próximos doscientos años las relaciones políticas en el Mediterráneo. Cuando los cristianos recuperen el impulso en tiempos de la segunda cruzada (1148) ya no se limitan a exigir tributos, sino que emprenden una verdadera conquista y colonización del territorio.
Con Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, murió una forma de hacer la guerra y de vivir y relacionarse entre los distintos poderes de la península ibérica. Mueren también los “híbridos” entre dos mundos cada vez más distantes, como los mozárabes que son deportados definitivamente por los almorávides en 1125. El mismo año que el sol se ponía por ultima vez para el Cid sobre las aguas de Valencia, los cruzados tomaban Jerusalén.
Bibliografía
FLETCHER, R. (1989): El Cid. Madrid: ed. Nerea.
GÓNZALEZ FERRÍN, E. (2016): Historia general de al-Ándalus: Europa entre Oriente y Occidente. Córdoba: Almuzara.
MARTÍNEZ DÍEZ, G. (2003): Alfonso VI: señor del Cid, conquistador de Toledo. Madrid: Temas de Hoy.
MARTÍNEZ DÍEZ, G. (1999): El Cid histórico. Un estudio exhaustivo sobre el verdadero Rodrigo Díaz de Vivar. Barcelona: Planeta.
Segunda parte de un artículo sobre Rodrigo Díaz de Vivar escrito por Luis Galan Campos, doctorando en Historia Medieval. Para acceder a la primera parte puedes clicar en este enlace.
Luis Galan Campos es graduado en Historia por la Universidad de Valencia y ha cursado el Máster de Formación en el Mundo Occidental en la misma universidad. Actualmente está haciendo el doctorado en Historia Medieval de la Corona de Aragón. Su periodo histórico de investigación es la Edad Media (s. V – XV), contando entre sus áreas de trabajo la aristocracia occidental, la ideología de las élites, la Historia de las religiones y la construcción y establecimiento de los Estados.