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HISTORIAE

El asesinato de Julio César

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Introducción

El asesinato de Julio César en los idus de marzo del 44 a.C. es uno de los mayores magnicidios no solo de la Antigüedad, sino de toda la historia. Por ello, la historia de su muerte en una reunión del Senado en Roma ha sido narrada y representada en un gran número de pinturas, obras de teatro, novelas, películas, series… En este artículo vamos a hacer un resumen del asesinato de Julio César para entender sus causas, el orden de los acontecimientos y sus consecuencias para la historia romana.

"Muerte de Julio Cesar", obra hecha por Jean Leon Gerome en 1867
«Muerte de Cesar», obra hecha por Jean Leon Gerome en 1867 (Fuente: Wikimedia Commons)

Causas del asesinato de Julio César

La muerte de Julio César fue totalmente inesperada para todo el mundo en Roma, de modo que es imposible decir con seguridad que habría hecho y cuántos éxitos adicionales habría sumado de haber seguido vivo. No obstante, los conspiradores sí que tenían claro el relato que justificaba el magnicidio: la República estaba gravemente amenazada de muerte porque Julio César aspiraba a la monarquía.

En la República romana, una de las peores acusaciones que se le podía lanzar a un adversario político era que quería ser rey. Desde la expulsión del rey Tarquinio el soberbio, la aristocracia romana pensaba que todos los reyes eran ejemplos paradigmáticos de tiranía, corrupción y maldad, por lo que al identificar a César con uno esperaban que el pueblo viera el asesinato como un acto de liberación en beneficio del Estado y el bienestar común.

En realidad, lo cierto es que no existe ninguna prueba que demuestre el interés de César en asumir el título de rey, aunque de facto tuviera los poderes de uno; de hecho, hay muchos más argumentos en contra. El suceso más conocido tuvo lugar justo un mes antes del asesinato, el 15 de febrero del 44 a.C., durante la celebración de la fiesta de la Lupercalia. El mayor aliado de César en aquel momento, Marco Antonio, se acercó hasta donde estaba sentado el dictador observando los rituales, se arrodilló, le presentó una corona real y le pidió dos veces que la aceptara y se convirtiera en rey. En las dos ocasiones, Julio César rechazó la corona, lo que provocó una fuerte aclamación popular. Acto seguido, ordenó que la misma fuera enviada al templo del dios Júpiter en el Capitolio porque Roma solo tenía ese rey.

"César rechaza la diadema de rey que le ofrece Marco Antonio", grabado de John Clark Ridpath hecho en 1894
«César rechaza la diadema de rey que le ofrece Marco Antonio», grabado de John Clark Ridpath hecho en 1894 (Fuente: Wikimedia Commons)

¿Por qué fue asesinado Julio César?

Más allá de la versión oficial, las motivaciones de los conspiradores fueron más bien de carácter político. En el pasado habían existido dictadores que habían tratado de concentrar el poder —Lucio Cornelio Sila unas décadas antes, sin ir más lejos—, pero ninguno de ellos había permanecido en el cargo demasiado tiempo. En cambio, Julio César no solo había ostentado la dictadura varias veces, sino que se le había concedido por un periodo de diez años y luego de forma vitalicia. Así, la esperanza de que restituyera el funcionamiento normal de la República y se apartara del poder máximo se esfumó.

Una parte de la aristocracia romana estaba muy descontenta con el hecho de que un solo hombre tuviera tanto poder, ya que eso significaba que sus carreras políticas, y con ello el prestigio social y la riqueza económica que llevaban asociadas, dependían de lo bien que le cayeran a ese hombre. Las instituciones habían perdido en la práctica su capacidad de decisión porque no existía la libre competencia en condiciones de igualdad de sus integrantes. El Estado solo marchaba gracias a las decisiones que César y un grupo de amigos íntimos tomaban a puerta cerrada.

"Asesinato de César", obra hecha por Carl Theodor von Piloty en 1865
«Muerte de César», obra hecha por Carl Theodor von Piloty en 1865 (Fuente: Wikimedia Commons)

La conspiración de los idus de marzo

La conspiración de los idus de marzo que acabó en el asesinato de Julio César estaba liderada por dos pompeyanos: Marco Junio Bruto y Cayo Cassio Longino. Sin embargo, en ella participaron unos sesenta senadores, de los cuales conocemos los nombres de dieciséis. Paradójicamente, la mayoría de los conspiradores fueron cesarianos de la guerra civil o de la guerra de las Galias que ahora veían con malos ojos el no poder acceder por méritos propios a los cargos, honores y distinciones.

Por lo que sabemos, nunca hubo una reunión de todos los conspiradores. Para no levantar sospechas, se organizaron en pequeños grupos para poder verse en sus casas como si de una visita social cotidiana se tratara. El plan de matarlo cuando estuviera solo y desarmado en una sesión del Senado no fue la primera idea que habían tenido, pues antes ya habían descartado otras iniciativas: atacar a César por la calle enfrentándose a sus guardaespaldas, lanzarlo por un puente durante unas elecciones, prepararle una emboscada en la Vía Sacra del Foro, sorprenderlo cuando entrara al teatro…

Finalmente, los conspiradores tomaron una decisión acerca de la fecha y lugar del asesinato de Julio César: sería el 15 de marzo al principio de la sesión del Senado que iba a desarrollarse en uno de los edificios anexos del teatro de Pompeyo. Para tensionar más el asunto, los magnicidas solo disponían de una oportunidad para ejecutar su plan, ya que César tenía pensado abandonar Roma el 18 de marzo para emprender una colosal guerra contra el Imperio Parto que previsiblemente podía llevarle varios años.

Ilustración medieval que representa el asesinato de Julio César
Ilustración medieval que representa el asesinato de Julio César (Fuente: Wikimedia Commons)

El asesinato de Julio César, ¿una muerte anunciada?

No podemos saber si Julio César tenía alguna sospecha sobre la conspiración, aunque podemos afirmar sin duda que recibía informes de posibles complots. El problema es que estos rumores eran tan vagos, frecuentes e infundados que los ignoraba, de manera que, si alguien le contó lo que tramaban Bruto y Casio, no le dio importancia.

Un aspecto que tienen en común todas las fuentes de conocimiento respecto al asesinato de Julio César es que están llenas de augurios y prodigios que advertían del evento que iba a suceder. El más famoso de ellos fue el que implicó al adivino Espurina, que supuestamente le dijo a César la cita célebre «¡Cuídate de los idus de marzo!«. Ese día, en su entrada a la reunión del Senado, se cuenta que el dictador se encontró con el vidente y le dijo altivamente que ya habían llegado los idus de marzo y él se encontraba perfectamente, a lo que Espurina le contestó «Han llegado, sí; pero no han acabado«.

Aparte, parece ser que en la noche del 14 al 15 de marzo Calpurnia, la esposa de Julio César, había tenido una pesadilla premonitaria del desastre, por lo que intentó convencer a su marido de que no fuera al Senado aquel día. De hecho, solo la visita apremiante de uno de los conspiradores, Décimo Junio Bruto, logró que César cambiara de parecer y se trasladara finalmente a la reunión. El todavía no era consciente, pero había cometido el error que le costaría la vida.

El asesinato de Julio César en los idus de marzo, obra de Apollonio di Giovanni hecha a mediados del siglo XV
«El asesinato de Julio César», obra de Apollonio di Giovanni hecha a mediados del siglo XV (Fuente: Wikimedia Commons)

¿Cómo fue el asesinato de Julio César?

Julio César llegó al edificio del teatro de Pompeyo donde se celebraba la reunión casi a mediodía y, en cuanto se bajó de la litera que lo transportaba, el plan se puso en marcha. Décimo Junio Bruto se llevó a un lado a Marco Antonio para entretenerlo deliberadamente mientras César entraba para sentarse en su silla de oro.

Antes de que la reunión comenzara formalmente, un grupo de conspiradores se apiñaron en torno a él fingiendo que tenían conversaciones pendientes que realizar. El primero en acercarse fue un tal Lucio Tilio Címber, que se arrodilló a sus pies para pedirle que hiciera regresar del exilio a su hermano. Al mismo tiempo, Publio Servilio Casca había aprovechado la distracción para dar la vuelta y situarse detrás de la silla de César.

De repente, Címber agarró la toga de César y tiró de ella, dejando al descubierto su hombro; aquella era la señal acordada para sacar las dagas que todos llevaban escondidas en la ropa. El primero en apuñalar a César fue Casca desde su posición trasera, pero con el nerviosismo solo acertó a darle en el hombro. César se volvió dolorido y parece que dijo algo como: «¡Malvado Casca!, ¿qué haces?«. Enseguida, los otros conjurados se lanzaron contra él para ensañarse con sus dagas. En todo momento, la sangre manchó los ropajes de todos los implicados y se derramó por el suelo, llegando hasta los pies de una estatua de Pompeyo Magno.

El asesinato de Julio César en los idus de marzo (1798), de Vincenzo Camuccini
«La muerte de César», obra de Vincenzo Camuccini hecha en 1798 (Fuente: Wikimedia Commons)

Julio César luchó contra ellos, forcejando para intentar zafarse, e incluso llegó a herir a varias personas. Sin embargo, parece ser que se detuvo cuando vio que uno de los conspiradores era Marco Junio Bruto, quien era hijo de Servilia, su amante favorita. Entonces, según nos cuentan los historiadores Suetonio y Dion, Julio César pronunció en griego, no en latín, sus últimas palabras: «¿tú también, hijo mío?«. A continuación, el dictador dejó de resistirse y simplemente se cubrió la cabeza con su toga. Poco después, tras recibir veintitrés puñaladas, su cuerpo se desplomó en el charco de sangre que estaba en el suelo.

Consecuencias del asesinato de Julio César

El asesinato de Julio César en los idus de marzo fue tan súbito e imprevisto que cientos de senadores se quedaron al principio horrorizados viendo la escena y después salieron corriendo lo más rápido posible. Hay que tener en cuenta que solo un pequeño porcentaje de los senadores formaba parte de la conspiración, por lo que la inmensa mayoría no tenía ni idea de lo que iba a pasar aquel día.

La plebe reaccionó primero con indiferencia y luego con hostilidad evidente hacia los tiranicidas. Cabe decir que estos no tenían planes a corto o medio plazo para hacerse con el poder porque esperaban que las circunstancias políticas se modificaran por sí mismas a su favor. Pronto se darían cuenta de que no solo no habían restaurado la República romana tradicional, sino que la habían asesinado del todo al mismo tiempo que al dictador.

Moneda romana que celebra el asesinato de Julio César por parte de Bruto en los idus de marzo
Moneda romana que celebra el asesinato de Julio César por parte de Bruto (Fuente: blog Monedas Antiguas)

La muerte de Julio César no supuso un punto de inflexión en la historia romana, ni a nivel político ni socioeconómico. Lo que sí provocó en los trece años siguientes fue una serie de guerras civiles casi ininterrumpidas que desembocarían en algo realmente trascendental: el nacimiento del régimen imperial en la figura del heredero de César, el joven Cayo Octavio.

Bibliografía

CASALS, J.M.: «La muerte de Julio César. El complot de los idus de marzo», en Historia National Geographic, nº195, 2020, pp. 80-100.

GOLDSWORTHY, A. (2016): César. La biografía definitiva. Madrid: La esfera de los libros.

OSGOOD, J. (2019): Roma. La creación del Estado mundo. Madrid: Desperta Ferro.

PINA POLO, F. (1999): La crisis de la República (133 – 44 a.C.). Madrid: Síntesis.

ROLDÁN HERVÁS, J.M. (2007): Historia de Roma I. La República Romana. Barcelona: Cátedra.

SOUTHON, E. (2020): Sangre en el foro. Los asesinatos de la antigua Roma. Barcelona: Pasado&Presente.

Resumen
El asesinato de Julio César en los idus de marzo del 44 a.C.
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El asesinato de Julio César en los idus de marzo del 44 a.C.
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Resumen del asesinato de Julio César en el Senado en los idus de marzo del 44 a.C. para entender sus causas, su historia y sus consecuencias para Roma
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