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HISTORIAE
destacada sexto pompeyo

Introducción

Sexto Pompeyo, hijo menor de Pompeyo Magno, tuvo una vida adulta extraordinaria. Apenas tenía diecisiete o dieciocho años cuando estalló la guerra civil que enfrentó a Julio César contra su padre y solo un año más cuando este fue asesinado en Egipto. Luego estuvo un tiempo intentando vengarlo en batallas como Tapso (46 a.C.) o Munda (45 a.C.), pero el popular siempre salió victorioso. Más tarde aprovechó la fama de su nombre y la inestabilidad política posterior al magnicidio de Julio César para hacerse poderoso en el mar gracias a una numerosa armada. Una vez que los asesinos del dictador fueron derrotados en la batalla de Filipos (42 a.C.), Sexto Pompeyo supo que había llegado su destino: el heredero de Pompeyo Magno y el heredero de Julio César lucharían a muerte por el control del Mediterráneo Occidental.

Augusto de Prima Porta, la estatua más famosa del emperador César Augusto
Augusto de Prima Porta, la estatua más famosa del emperador César Augusto (Fuente: Wikimedia Commons)

Sexto Pompeyo, el último republicano

Tras la batalla de Filipos, los cientos de buques de guerra a las órdenes de Bruto y Casio se dividieron, pasando a repartirse entre los partidarios de Marco Antonio en Oriente y los de Sexto Pompeyo en Occidente. Con una escuadra total de más de 300 embarcaciones se apoderó de Sicilia, Córcega y Cerdeña, desde donde interceptaba el comercio marítimo y los envíos de grano a Italia, y organizó saqueos a sus costas entre el 42 y el 40 a.C.

La mayor parte del grano consumido en Roma provenía del exterior, de Sicilia, África y Cerdeña, por lo que pronto el suministro empezó a escasear. En consecuencia, el precio de la comida creció alarmantemente y la hambruna empezó a hacer estragos. Así, una estrategia dirigida contra los triunviros inevitablemente afectó a la mayoría de la población.

No obstante, no todos lo pasaron tan mal. En el momento en que comenzaron las proscripciones Sexto Pompeyo ofreció refugio en Sicilia a todas las víctimas y a cualquiera que escapara del gobierno del triunvirato. Su armada recorría las costas de Italia lista para rescatar fugitivos y pagar a sus captores hasta el doble de la recompensa ofrecida por sus cabezas. De esta manera, cientos de personas le debieron la vida, lo que a la larga le ofrecía una red de apoyo político.

Moneda romana emitida en el 37 a.C. en la que aparece representado Sexto Pompeyo
Moneda romana emitida en el 37 a.C. en la que aparece representado Sexto Pompeyo (Fuente: Wikimedia Commons)

El Tratado de Miseno

La gente pronto perdió la poca paciencia que retenía. Durante un largo periodo habían soportado las guerras, las proscripciones y los reasentamientos forzados, pero la hambruna era intolerable. Por ello exigieron a través de manifestaciones y disturbios que sus líderes negociaran el final del bloqueo con Sexto Pompeyo.

Dicho acuerdo de paz se materializó mediante el llamado Tratado de Miseno, firmado en la bahía de Nápoles en el verano del 39 a.C. A cambio de la obligación de limpiar los mares de piratas y garantizar la llegada de grano a la metrópolis, Sexto Pompeyo fue nombrado oficialmente gobernador de Sicilia, Córcega y Cerdeña, con la promesa de añadir a sus dominios en el futuro el Peloponeso, en Grecia.

Entre otros honores, Sexto Pompeyo fue incluido en el Senado, se le admitió en el colegio sacerdotal de los augures, se le concedió el consulado para el año 33 a.C. (una prueba más de lo muerta y enterrada que estaba ya la República) y logró poner punto y final a las proscripciones. A partir de ahí, todos los proscritos supervivientes (excepto los implicados en el asesinato de Julio César) pudieron volver a Italia y reclamar una cuarta parte de sus propiedades confiscadas.

Obra del siglo XIX que recrea el momento justamente anterior al asesinato de Pompeyo Magno
Obra del siglo XIX que recrea el momento justamente anterior al asesinato de Pompeyo Magno (Fuente: Sheppard, 2009)

De nuevo, la guerra contra Sexto Pompeyo

El Tratado de Miseno no fue más que una tregua que los dos bandos se dieron para ganar tiempo de cara a lo que se avecinaba. Por un lado, Octaviano se divorció de mala manera de Escribonia (familiar de Sexto) justo después de parir a Julia, su primera y única hija. Asimismo, acusó al joven Pompeyo de estar negociando con los piratas a los que tenía que vencer. Por su parte, Sexto rompió relaciones por la ofensa con Escribonia y porque todas las condiciones del tratado no se estaban cumpliendo como deberían.

En el 38 a.C., a la vez que se retomaban las hostilidades contra Sexto Pompeyo, también regresó la escasez de alimentos a Roma. Sin embargo, ahora la situación era diferente porque Octaviano se había pasado el año de tregua construyendo una poderosa flota con la que hacer frente a su enemigo. Su ego se incrementó todavía más porque un tal Menas, almirante de confianza de Pompeyo, se pasó al bando de Octaviano y le otorgó el dominio de Córcega y Cerdeña. Ante este panorama, el joven César lo vio claro: había que conquistar Sicilia.

Lo que no esperaba Octaviano es que la campaña fuera desastrosa a todos los niveles. Los barcos eran peores que los de Pompeyo y sus tripulaciones y comandantes eran poco experimentadas, de modo que sufrieron varias derrotas seguidas. Aquel fue el peor momento de la guerra. Dicen las fuentes que Sexto Pompeyo se creía tan afortunado que comenzó a vestir con una capa azul marino y a llamarse a sí mismo hijo del dios Neptuno; Octaviano tenía que conformarse con contrarrestar su impopularidad en Roma y mantener alta la moral de sus soldados.

Moneda acuñada por un aliado de Sexto Pompeyo
Moneda acuñada por un aliado de Sexto Pompeyo. La cabeza de Pompeyo Magno aparece en el anverso, pero el añadido del delfín y el tridente lo convierten en Neptuno, el dios de los mares (Fuente: Osgood, 2019)

El acuerdo de Tarento y la nueva flota

A comienzos del 37 a.C. las cosas empezaron a mejorar para Octaviano. Él y Marco Antonio se reunieron en Tarento (en el extremo sur de Italia) para acordar una ayuda mutua: Antonio le prestaría 120 barcos para combatir a Sexto Pompeyo a cambio de que Octaviano le enviara en un futuro próximo 20.000 legionarios para su guerra contra los partos (Spoiler: nunca se los llegó a mandar). Además, en Tarento también se decidió que se prolongarían cinco años más las potestades del Segundo Triunvirato. Esta medida, tomada sin ningún tipo de apoyo popular, es una muestra más de hasta qué punto los triunviros hacían lo que les daba la gana sin rendir cuenta a nadie más que a sus ejércitos personales.

Nuevamente, todo estaba listo para una nueva guerra contra Sexto Pompeyo, pero esta vez preparada mucho más a conciencia; de hecho, todo el 37 a.C. y la primera mitad del año siguiente se pasó en preparativos. Al cargo de la operación estuvo Marco Vipsanio Agripa, el general que se convertiría con el tiempo en el más importante y eficaz aliado de Octaviano. Detrás de Cumas, en la bahía de Nápoles, excavó un canal que conectaba el lago Averno con el mar por medio de un lago más pequeño. El espacio, bautizado como Puerto Julio, combinaba un amplio puerto y una extensa porción de tierra para entrenar a las tripulaciones.

Posible reconstrucción del sistema harpax de Agripa usado en la batalla de Nauloco en el año 36 a.C.
Posible reconstrucción del sistema harpax de Agripa usado en la batalla de Nauloco en el año 36 a.C. (Fuente: Arrecaballo)

La nueva armada octaviana alcanzó las 400 naves —entre trirremes, cuatrirremes y quinquerremes—, para las cuales reclutaron 20.000 hombres. Otro dato relevante a destacar es que todos los barcos fueron equipados con una nueva arma ideada por Agripa: el harpax. Era una especie de garfio sujeto a una larga pértiga seguida de una cuerda disparado por una catapulta con el objetivo de clavarse profundamente en el barco enemigo, forcejeando de tal modo que pudiera ser acercado para facilitar el abordaje.

El final de Sexto Pompeyo: la batalla de Nauloco (36 a.C.)

La campaña para atacar a Sexto Pompeyo se planteó desde tres direcciones: los buques de transporte del triunviro Marco Emilio Lépido vendrían desde África para trasladar a doce legiones y quinientos jinetes númidas a Sicilia, Octaviano alcanzaría la isla con una parte de la flota desde el mar Jónico y Agripa haría lo propio desde el mar Tirreno.

Sexto, acorralado al noroeste de Sicilia, con las rutas de suministro cortadas por tierra y mar, no tuvo otro remedio que arriesgarse a un enfrentamiento total contra las naves de Agripa. La lucha en cuestión fue la llamada batalla de Nauloco, librada en el verano del 36 a.C. Cada bando tenía aproximadamente trescientos navíos, pero la mayor habilidad de los hombres y la nueva arma de Agripa decantaron la balanza para la facción de Octaviano, que miraba la batalla desde tierra firme.

En consecuencia, Sexto Pompeyo perdió casi la totalidad de su marina de guerra; de hecho, cuando huyó hacia Oriente solo llevó consigo diecisiete de las más de trecientas naves que llegó a tener. Al margen de los veintiocho navíos que fueron hundidos, el resto se rindió y aceptó unirse a las fuerzas del triunvirato, que solo vio hundidos cinco. Asimismo, las legiones pompeyanas que estaban luchando en el interior de Sicilia contra los hombres de Lépido capitularon en cuanto se enteraron de la derrota de su jefe.

Campaña de Octaviano contra Sexto Pompeyo en la Sicilia del año 36 a.C
Campaña de Octaviano contra Sexto Pompeyo en la Sicilia del año 36 a.C. (Fuente: Arrecaballo)

Ni la suerte ni los dioses estaban ya del lado del joven Pompeyo. Huyó a las provincias romanas orientales e intentó demostrar que aun no se había acabado su carrera al enrolar a tres legiones, doscientos jinetes y una pequeña escuadra naval a base de recompensas en metálico.

Al principio Marco Antonio prefirió ignorarlo, pero se enfadó al saber que había ofrecido sus servicios a su gran enemigo, el rey de los partos. Entonces, el gobernador de la provincia de Asia, Cayo Furnio, movilizó un gran ejército contra él y lo venció en el 35 a.C. Aunque los hombres del triunviro le garantizaron que tendría un trato honorable si se rendía, Sexto Pompeyo prefirió que lo ejecutaran. No quedó claro, ni siquiera por esa época, si la muerte del último republicano fue por orden de Marco Antonio.

Bibliografía

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GOLDSWORTHY, A. (2014): Augusto. De revolucionario a emperador. Madrid: La esfera de los libros.

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ROLDÁN HERVÁS, J.M. (2020): Historia de Roma II. El Imperio Romano. Barcelona: Cátedra.

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SHEPPARD, S. (2009): César contra Pompeyo. Farsalia. Barcelona: Osprey Publishing.

Resumen
La guerra contra Sexto Pompeyo, el último republicano de Roma
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La guerra contra Sexto Pompeyo, el último republicano de Roma
Descripción
Resumen de los principales hechos de la guerra civil que enfrentó a Sexto Pompeyo, hijo de Pompeyo Magno, contra los miembros del Segundo Triunvirato romano
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