Icono del sitio HISTORIAE

Manetón, el historiador egipcio más famoso

destacada artículo manetón aegyptiaca
Fragmento de un artículo escrito por Óscar Hernández Abreu para el número 25 de la revista Egiptología 2.0. Se puede consultar de forma gratuita el artículo completo, y el resto de la revista, a través de este enlace. 

¿Quién fue el sacerdote Manetón de Sebenitos?

Manetón de Sebenitos fue un sumo sacerdote del dios Ra en el templo de Heliópolis que vivió en la primera mitad del siglo III a.C., en el inicio de la dinastía ptolemaica (305 – 30 a.C.). Su excelente preparación académica, su fluidez a la hora de leer la escritura jeroglífica egipcia y su profundo conocimiento de la historiografía griega hicieron que escribiera multitud de libros, entre los que destacan el Libro Sagrado, el Epítome de Doctrinas físicas, Sobre los festivales, Sobre la antigüedad y la piedad y Sobre la fabricación del Kyfti.

Su erudición le llevó incluso a corregir ciertos puntos del trabajo de uno de los historiadores más famosos de la historia antigua, Herodoto de Halicarnaso, al que atribuye múltiples errores en el libro de sus Historias dedicado a Egipto.

Sin embargo, si por algo el nombre de Manetón ha sido y será inmortal es por el encargo que le hizo el faraón Ptolomeo II Filadelfo (285 – 246 a.C.): Aegyptiaca, una obra que recopilaba toda la historia del antiguo Egipto, desde su fundación hasta la conquista del país por parte de Alejandro Magno. También conocida simplemente como Historia de Egipto, es una de las obras antiguas más importantes y relevantes que tenemos en la actualidad para conocer la historia política de los faraones que dominaron Egipto durante miles de años.

Ptolomeo Filadelfo en la biblioteca de Alejandría, obra de Vincenzo Camuccini hecha en 1813 (Fuente: Wikimedia Commons)

Manetón y la creación de Historia de Egipto

A pesar de que los antiguos egipcios dejaron para la posteridad algunos de los monumentos más impresionantes y famosos de la Antigüedad, no disponemos de una historia completa de su civilización escrita por los propios egipcios. Por supuesto, tenemos numerosos vestigios arqueológicos, fragmentos tallados en piedra o escritos en papiro para reconstruir la historia del país del Nilo, pero ninguno que abarque la totalidad.

Quizás consciente de ello, Ptolomeo II Filadelfo decidió actuar. Tras convertir Alejandría en la capital del reino para servir de foco de atracción para todo tipo de poetas, artistas e intelectuales, el monarca mostró especial interés en la divulgación y traducción de textos antiguos, sin discriminaciones sociales o religiosas.

Hay que tener en cuenta que para esta época, en pleno Egipto ptolemaico, el griego era la lengua de la administración, así que la Aegyptiaka de Manetón también va a estar escrito en este idioma. Más allá de esta finalidad cultural, tampoco hay que olvidar que esta obra tuvo un claro objetivo político: vincular a los reyes ptolemaicos con todos los anteriores soberanos de Egipto, legitimando su dominio del poder al presentarlos como sus herederos.

Busto romano de Herodoto de Halicarnaso (Fuente: Wikimedia Commons)

Para llevar a cabo Aegyptiaca, Manetón probablemente empleó los registros históricos que adornaban los muros de los templos y todas las reseñas escritas en papiro y guardadas en lugares de culto y archivos estatales. Por esa razón en su tiempo debió ser un autor muy fiable que escribió una historia cronológica de Egipto bastante exacta y precisa.

Aegyptiaca a través del tiempo

Desgraciadamente, ningún original de esta magna obra se ha conservado hasta la actualidad, de modo que solo podemos conocer Aegyptiaca a través de lo que otros escritores posteriores de la Antigüedad y la Edad Media escribieron sobre ella. Lo malo de estas versiones es que nos suministran una información fragmentaria, mutilada y adulterada que podemos asegurar que tenía poco que ver con el texto original.

Básicamente, los autores que nos han permitido conocer la Aegyptiaca de Manetón son Flavio Josefo (s. I d.C.), Sexto Julio el Africano (s. III), Eusebio de Cesarea (s. IV) y Jorge el Monje (s. IX). Ya el primero de ellos, Flavio Josefo, advirtió a sus lectores que estaba manejando dos copias diferentes de Aegyptiaka que tenían algunas diferencias entre sí, así que ya se puede imaginar la de alteraciones que debe haber sufrido en los veinte siglos siguientes…

Detalle de una representación de Eusebio de Cesarea en un manuscrito medieval de Armenia (Fuente: Wikimedia Commons)

Un par de siglos después nos encontramos con dos cronistas cristianos, Sexto Julio Africano y Eusebio de Cesarea. Estas fuentes no nos suministran relatos como en el caso de Flavio Josefo, sino únicamente epítomes del libro. En otras palabras, nos ofrecen resúmenes consistentes en nombres de faraones con las duraciones de sus reinados y unas breves anotaciones sobre algunos de ellos.

Entre los autores posteriores que hicieron perdurar en el tiempo a Manetón tenemos también a otro historiador cristiano, esta vez del siglo IX, llamado Jorge el Monje, también conocido como Syncello de Tarasio. Sin embargo, lo malo de este caso es que se basó en Julio el Africano y Eusebio para reconstruir su versión de Aegyptiaca, así que es igual de poco fiable que estos.

Algunas características de Aegyptiaca de Manetón

La Aegyptiaca de Manetón es la obra sobre historia egipcia más consultada a lo largo de los siglos. Al ser tan tratada, algún tiempo después de su publicación uno o varios redactores utilizaron los datos cronológicos de este sacerdote para componer una lista ordenada de todos los faraones de Egipto, agrupándolos en una distribución de treinta dinastías conocida como el Modelo Dinástico de Manetón.

Osiris en una tumba de la dinastía XIX (Fuente: Wikimedia Commons)

No obstante, hay que entender que estas dinastías no se pueden estudiar en el sentido moderno de la palabra, es decir, como si se tratase de familias reinantes como los Borbón, los Tudor, los Habsburgo… En varias ocasiones sabemos que el fundador de una determinada dinastía era el hijo o hermano del anterior monarca (pasa con la dinastía III y IV y con la XVII y XVIII) al cual ha sucedido con absoluta naturalidad; por el contrario, algunas veces son atribuidos a una misma dinastía personajes sin ningún parentesco conocido entre ellos, como pasó en la XIII.

Otro punto a tener en cuenta de Aegyptiaka es su división tripartita en tres libros, coincidiendo con una época arcaica del antiguo Egipto, una época clásica y una época de decadencia. A grandes rasgos, esto llevó a que en el siglo XIX se estableciera una división de la historia del país en Monarquía Menfita, de la Dinastía I a la X y centrada en el tercer milenio a.C.; Monarquía Tebana, de la Dinastía XI a la XX, en el segundo milenio a.C.; y Monarquía Saíta, de las Dinastías XXI a la XXX, ya durante el primer milenio a.C.

Los primeros reyes de la lista de Manetón

Entre otras muchas cosas, la última peculiaridad que quisiera destacar de la magna obra de Manetón es su visión del origen de Egipto y la monarquía. Según el célebre sacerdote, antes de Menes/Narmer y de cualquier otro rey mortal, los dioses egipcios de la Enéada de Heliópolis reinaron sucesivamente en el país.

Estatua del dios Horus en su templo de Edfu (Fuente: Wikimedia Commons)

En la comosgonía heliopolitana, el constructor del mundo fue Atum-Re, divinidad que se creó a sí mismo al emerger del Nun y abandonar la forma de serpiente inconsciente que tenía. En ese momento, al sentirse solo, decidió masturbarse o escupir (dependiendo de la versión) para crear la primera pareja de un conjunto de nueve dioses, la Enéada Heliopolitana: Shu y Tefnut. Esa pareja divina dio vida a Gueb y Nut, que a su vez tuvieron cuatro hijos que se emparejaron entre ellos: Isis con Osiris y Set con Netfis.

Esta última generación divina forma un mito monárquico para justificar el papel del monarca egipcio. Se explica que Set mató a su hermano Osiris por envidia y arrojó su cuerpo encerrado en un ataúd al río Nilo. Su esposa y hermana Isis lo encontró, pero antes de que pudiera enterrarlo Set lo despedazó y repartió los trozos por todo Egipto. Isis, desesperada, recorrió el país junto a su hermana Neftis para buscar y recomponer todos los pedazos, pero le faltó uno de vital importancia, el pene.

Aun así, la diosa fabricó un pene de barro y dotó de vida a Osiris el tiempo necesario para que ella engendrara al dios Horus, cuyos descendientes se convirtieron en los primeros reyes mortales de Egipto. De esta manera, por extensión, los reyes ptolemaicos de la época de Manetón no solo eran los soberanos legítimos del país, sino que eran los herederos políticos de una tradición milenaria que los entroncaba con los mismísimos dioses inmortales del país del Nilo.

Sir Alan Gardiner (Fuente: Art UK)
Fragmento de un artículo escrito por Óscar Hernández Abreu para el número 25 de la revista Egiptología 2.0. Se puede consultar de forma gratuita el artículo completo, y el resto de la revista, a través de este enlace. 

Bibliografía

Calle Mesa, Ó. D. (2003). Manetón, la XVIII Dinastía y el éxodo. Boletín de la Agencia Española de Egiptología, n.º 13, 207-234.

Ikram, S. (2021). Antiguo Egipto. Introducción a su historia y cultura. Almuzara.

Lara Peinado, F. (1998). Diccionario biográfico del mundo antiguo. Egipto y Próximo Oriente. Aldebarán.

Padró Parcerisa, J. (2019). Historia del Egipto faraónico. Alianza editorial.

Shaw, I. (2014). Historia del Antiguo Egipto. La esfera de los libros.

AA.VV. (2013). Egipto. National Geographic. RBA.

Resumen
Nombre del artículo
Manetón y la creación de "Aegyptiaca", la mayor obra de historia de Egipto
Descripción
Manetón de Sebenitos fue un sacerdote e historiador egipcio que escribió "Aegyptiaca", el libro de historia de Egipto más leído, consultado y traducido
Autor
Web
Historiae
Logo de la web
Salir de la versión móvil