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HISTORIAE

La monarquía aragonesa

Entrada de Jaime I, de la monarquía aragonesa, a Valencia en 1238 según las pinturas del Castillo Caltravo de Alcañiz
Artículo escrito por Luis Galan Campos, doctorando en historia medieval

Introducción

Según relató el cronista Bernat Desclot, a finales del siglo XIII el poder de los reyes de Aragón era tal que ningún pez del Mediterráneo osaba alzar el lomo sobre las aguas sin llevar pintadas las cuatro barras de la Casa de Aragón. Esta frase, sin duda una exageración que Desclot ponía en la boca de un almirante, se convirtió, sin embargo, en un símbolo del poder de la monarquía aragonesa, que llegó a dominar vastos territorios de la Península Ibérica y buena parte del Mediterráneo occidental. En esos lugares, esos monarcas de la Corona de Aragón ejercieron una hegemonía comercial, marítima y política durante la baja edad media.

La Corona de Aragón en su mayor expansión tras la integración definitiva de Nápoles en 1506
La monarquía aragonesa en su mayor expansión tras la integración definitiva de Nápoles en 1506 (Fuente: Wikimedia Commons)

Monarquía aragonesa, Casa de Aragón y reyes de Aragón

Primero que todo, hemos de aclarar algunos términos. Llamamos monarquía aragonesa o Corona de Aragón al conjunto de reinos y territorios cuyo soberano era el titular del reino de Aragón. Esto comprendía principalmente los que se encontraban en la Península Ibérica (Aragón, Cataluña y el reino de Valencia), pero con el tiempo llegó a incluir otros territorios como los reinos de Sicilia, Mallorca o Nápoles.

Cada una de estas regiones era independiente y tenía sus propias instituciones, leyes y élites; de hecho, tan solo compartían el rey. Por su parte, la Casa (o Casal) de Aragón era la dinastía de los reyes de Aragón que reinó entre 1137 (con la unión de Pernelle, hija de Ramiro II de Aragón, y Ramon Berenguer IV de Barcelona) y 1410 sobre estos territorios.

La corona pasaba de padres a hijos por vía primogénita, pero algunas ramas secundarias reinaron de forma independiente en Mallorca (entre 1276 y 1343) o Sicilia (entre 1295 y 1392), por lo que podemos decir que estos reinos estaban gobernados por la Casa de Aragón pero que no formaban parte de la Corona.

Detalle de los retratos de la Pernelle y Ramón Berenguer IV de Barcelona. Procede del Palacio del Buen Retiro de Madrid y es copia de un original de Filippo Ariosto de 1586
Detalle de los retratos de Pernelle y Ramón Berenguer IV de Barcelona. Procede del Palacio del Buen Retiro de Madrid y es copia de un original de Filippo Ariosto de 1586 (Fuente: Wikimedia Commons)

A partir de 1412, tras la extinción por vía masculina de la Casa de Aragón, subió al trono Fernando I de Aragón (1412-1416), de origen castellano, y con él la Casa de Trastámara. No obstante, dado que los soberanos de la Corona de Aragón fueron independientes hasta la muerte de Fernando el Católico en 1516, es correcto referirse a los Trastámara aragoneses también como “Casa de Aragón”.

El rey y la corte de Aragón

Como ya hemos señalado, el rey y su administración eran las únicas instituciones centrales compartidas por los reinos de la monarquía aragonesa. Esta administración fue creciendo y haciéndose cada vez más sofisticada entre los siglos XII y XIV. Al principio se componía solo del propio rey, su consejo o Curia regis, que lo asesoraba en sus decisiones, y la cancillería, órgano que se encargaba de poner por escrito las órdenes del rey.

La cancillería empezó a funcionar regularmente desde la década de 1260, pero no fue hasta la primera mitad del siglo XIV cuando tomó su estructura definitiva con los diferentes cargos —canciller, vicecanciller, protonotario, escribanos…— y los diferentes tipos de registros según su contenido.

Retrato de Jaime el Conquistador hecho por Jaume Mateu en el siglo XV
Retrato de Jaime el Conquistador hecho por Jaume Mateu en el siglo XV (Fuente: Wikimedia Commons)

Al principio, la lengua usada por la Cancillería era el latín, pero de 1300 en adelante el aragonés, y sobre todo el catalán, ganaron terreno, aunque el latín nunca desapareció del todo y se siguió reservando para ciertos usos. La casa del rey además fue reformada por el rey Pedro IV (1336-1387) con sus Ordinacions de Casa y Cort en 1343, donde instituyó los diferentes cargos domésticos que atendían al rey —camarlengo, camarero, copero, halconero, cortador de carne…— y la administración económica.

La gestión de los recursos se encargaba al tesorero del rey y a los despenseros de la reina y los infantes. Desde finales del siglo XIII, para supervisar el trabajo del tesorero y los demás oficiales, existía la figura del maestre racional, que auditaba todas las cuentas anualmente.

Un siglo después, desde finales del siglo XIV, los cargos de la corte empezaron a descentralizarse. Por ejemplo, en 1387 el cargo de vicecanciller se dividió en tres (Cataluña, Valencia y Aragón) y en el reinado de Alfonso el Magnánimo (1416-1458) se creó un consejo y un puesto de maestre racional en cada uno de estos territorios. Además, Valencia y Aragón crearon sus propios archivos administrativos diferentes al de la corte, los cuales hoy perduran.

Retrato de Alfonso el Magnánimo, de la Corona de Aragón, hecho a mediados del siglo XVI
Retrato de Alfonso el Magnánimo hecho a mediados del siglo XVI (Fuente: Wikimedia Commons)

La sucesión en la monarquía aragonesa

A diferencia de otras monarquías, la monarquía aragonesa nunca tuvo leyes escritas que regularan la sucesión. Esta se regía por una costumbre no escrita más o menos inspirada en los testamentos del rey Jaime el Conquistador (1213-1276), de tal modo que la corona se transmitía por vía masculina al primogénito barón.

Las mujeres estaban excluidas de la sucesión, pero sí podían transmitir los derechos al trono a sus descendientes masculinos. El primogénito jugaba un rol constitucional muy importante, por lo que en el siglo XIV se creó el cargo de Procurador o Gobernador General, que debía ocupar el heredero para de esta forma asociarlo al trono y prepararlo en las tareas de gobierno.

Cuando el rey moría, el heredero debía cumplir una serie de requisitos. En primer lugar, el rito eclesiástico de la coronación. Los reyes de Aragón fueron coronados y ungidos desde principios del siglo XIII. Esta ceremonia tenía lugar normalmente el Domingo de Pascua en la Seo de Zaragoza por ser la capital del “reino primogénito” de la Corona.

Página de las Ordinacions de Casa i Cort de Pedro IV “el Cerimomioso”, uno de los reyes de la monarquía aragonesa
Página de las Ordinacions de Casa i Cort de Pedro IV “el Ceremonioso” (Fuente: Wikimedia Commons)

Sin embargo, aunque tenía una gran importancia simbólica para realzar la “elección divina” del rey, no era esencial. Hubo reyes como Juan I (1387-1396) —debido al estado ruinoso de sus finanzas— que no se coronaron. Lo que sí era esencial era la visita a la capital de Cataluña y de sus otros reinos para jurar las leyes y privilegios de cada territorio. La entrada del rey en cada territorio era celebrada con una gran fiesta llamada “entrada real” donde el rey era agasajado por las élites de cada territorio.

Los símbolos de la monarquía aragonesa

Diversos autores han señalado la “gran visibilidad” que tenía la dinastía en contraposición con la poca personalidad de los reyes (esto es, tenían poca preocupación por distinguirse de sus antecesores). Por tanto, la monarquía aragonesa contaba con un programa «dinástico» de símbolos que señalaba la legitimidad de la sucesión y que fue adoptado perfectamente por los Trastámara tras su llegada al trono.

El principal de estos símbolos eran las cuatro barras de oro y gules, un símbolo de los condes de Barcelona que podemos rastrear hasta finales del siglo XI, aproximadamente, y que posiblemente tuvo su origen en los símbolos papales. Al contrario de la creencia popular, las cuatro barras no representaban a ningún territorio (ni Cataluña ni Aragón), sino únicamente a la familia del rey y, por tanto, se heredaban por vía masculina como el “apellido”.

Cimera real en el casco de Martín I (ca. 1407), uno de los reyes de la monarquía aragonesa. Real Armería de Madrid
Cimera real en el casco de Martín I (ca. 1407). Real Armería de Madrid (Fuente: Researchgate)

El otro gran símbolo era el “drac alat” o “cimera” que representaba al dragón del Apocalipsis. Este símbolo se originó en los trabajos del alquimista y profeta franciscano Jean de Rochetaillade (m. 1366), como el Liber Ostensor, que alcanzaron una gran difusión en la corte aragonesa.

Según estos, un rey de la Tierra (interpretado como el rey de Aragón) sobreviviría a la Segunda Venida de Cristo y se convertiría en su lugarteniente en la lucha final contra el Anticristo. Esto no significa que cada rey no tuviera sus emblemas o divisas personales. Por ejemplo, Martín el Humano (1396-1410) instituyó una empresa con una liga para los hombres y una correa para las mujeres que formaban parte; Alfonso el Magnánimo (1416-1458), por otra parte, adoptó los colores blanco y rojo como divisa personal.

El final de la Corona de Aragón

Tras la unión dinástica con Castilla (1469), los reyes de Aragón pasaron a vivir en Castilla y adoptaron el ceremonial y las instituciones castellanas. En las cortes de 1488 se crearon virreyes para gobernar cada territorio en ausencia y en 1494 el Consejo de Aragón para ocuparse de los asuntos de la Corona de Aragón.

Entrada de Jaime I de la Corona de Aragón a Valencia en 1238 según las pinturas del Castillo Caltravo de Alcañiz
Entrada de Jaime I a Valencia en 1238 según las pinturas del Castillo Caltravo de Alcañiz (Fuente: Fundación Quílez Llisterri)

Aunque esta no desapareció formalmente hasta el siglo XVIII, pasó a formar parte de un “imperio plurinacional” de la Casa de Habsburgo. De esta manera, los débiles lazos entre sus territorios facilitaron su integración en la administración de la Monarquía Hispánica, cuyos intereses económicos y políticos estaban en el Atlántico en lugar del Mediterráneo, donde un día había florecido la monarquía aragonesa.

Artículo escrito por Luis Galan Campos, doctorando en historia medieval

Bibliografía

Belenguer, E.; Garín, F. (coords). La corona de Aragón, siglos XII-XVIII. Generalitat Valenciana, 2006.

Sabaté, F. (ed). The Crown of Aragon: a Singular Mediterranean Empire. Brill, 2017.

Ladero, M.A.: “El ejercicio del poder real en la Corona de Aragón: Instituciones e instrumentos de gobierno (siglos xiv y xv)”, en la España Medieval, 17 (1994), pp. 31-94

Galan, L.: “Entreteniment i entreteniments en la cort d’Alfons el Magnànim (1424-1430)”, en Scripta: revista internacional de literatura i cultura medieval i moderna, 14 (2019), pp. 34-47.


       Luis Galan Campos es graduado en Historia por la Universidad de Valencia y ha cursado el Máster de Formación en el Mundo Occidental en la misma universidad. Actualmente está haciendo el doctorado. Su periodo histórico de investigación es la Edad Media (s. V – XV), contando entre sus áreas de trabajo la aristocracia occidental, la ideología de las élites, la Historia de las religiones y la construcción y establecimiento de los Estados.

Resumen
La monarquía aragonesa: una institución medieval singular
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La monarquía aragonesa: una institución medieval singular
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Los reyes de la monarquía aragonesa o Corona de Aragón dominaron terrenos de la Península Ibérica y el Mediterráneo occidental durante siglos
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Comentarios (2)

Yo no soy historiador, y desconozco de donde saca que las barras de Aragón se pueden rastrear hasta finales del s. XI de Ramón Berenguer IV y de su casa de Barcelona, cundo tengo entendido que la primera datación autentificada es en el s. XII cuando Ramón Berenguer IV era ya princeps de Aragón. Le rogaría que completará su afirmación por favor. No obstante, que le cambie el nombre a Petronila por Pernelle, eso sí le puedo decir que es erróneo. A no ser que me complete ese argumento también. A parte de esos detalles, un artículo bastante bueno.

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Artículo muy interesante, fácil de leer y entender, excepto, quizás para los catalanes.

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