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HISTORIAE

La Corona de Aragón en el siglo XIII

Artículo escrito por Luis Galan Campos, graduado en Historia

Introducción

A la muerte de Pedro II el Católico, su heredero Jaime (1208-1276) es un niño de apenas seis años, fruto del matrimonio de Pedro II con la heredera de uno de los pequeños señoríos del sur, Maria, baronesa de Montpellier, quien por otro lado permanece cautivo. Por su parte, los señores feudales de Aragón y los condados catalanes aprovechan el vacío institucional para imponerse a la monarquía. El joven soberano habrá de enfrentarse a duras pruebas que le permitirán consolidar la estructura política de sus reinos y encabezar una expansión territorial inédita. Las principales fuentes para el reinado de Jaime I el Conquistador son el Llibre dels Feyts (ca. 1270), una biografía del monarca dictada por el propio rey, y las Cròniques de Bernat Desclot (ca. 1290) y Ramon Muntaner (ca. 1326), redactadas bajo sus sucesores, además de una ingente cantidad de documentación en decenas de archivos, sobre todo el Arxivo de la Corona de Aragón o ACA.

Retrato de Jaime I el Conquistador hecho a posteriori, en el siglo XV

Unos comienzos difíciles

El joven príncipe es liberado en 1214 gracias a la intervención papal y es puesto bajo la tutela del Maestre del temple, Guillem de Mont-Rodon. Ipso facto, el Papa interviene en la instauración de una regencia. Se instituye al tío del rey Sanç d’Aragó, conde de Rosellón y Provenza, y junto a él un Consejo de Procuradoría que incluye a los principales catalanes y aragoneses. Sin embargo su poder es cuestionado por otra facción liderada por Fernando, abat de Mont-aragon, quien logra hacerse con la regencia en 1218. Para evitar que los partidos nobiliarios se apropien de la corona, Jaime es declarado mayor de edad y casado con la princesa castellana, Eleonor (1221).

Sin embargo el poder del joven monarca sigue muy débil. Entre 1220 y 1227 se suceden los alzamientos de los aristócratas catalanes y aragoneses encabezados por los principales linajes. Ante la dificultad para someterlos militarmente, el rey se ve obligado a ceder y pactar con ellos, lo que permite al monarca tener el acuerdo de los nobles. Otra consecuencia de la crisis política durante los primeros años del reinado es que las ciudades o brazo popular han afianzado su voto en las asambleas de los grandes para regir el territorio, especialmente en Barcelona lo que da lugar al nacimiento de las Cortes. Esto permite al monarca disponer de mayores consensos y de unas bases firmes para su obra política.

La Batalla de Muret en septiembre de 1213 según las Grandes Chronqiues de France, siglo XIV

La conquista de las Islas Baleares

Generalmente, se apuntan tres causas para explicar la gran expansión hacia el sur y el Mediterráneo que protagonizan Jaime I y sus sucesores. En primer lugar, el bloqueo de la Corona de Aragón por el oeste (donde extiende su influencia Castilla) y el norte, donde se ha impuesto la hegemonía francesa. En segundo lugar, el colapso del Imperio Almohade tras la derrota sufrida a manos de una coalición de príncipes cristianos -entre ellos Pedro II el Católico– en la batalla de Las Navas de Tolosa (julio de 1212). En tercer lugar, el programa político de la monarquía, decidido a recuperar su poder y volver a unir a los nobles a su alrededor, para el cual las guerras exteriores eran un mecanismo ideal.

La iniciativa de conquistar Mallorca parte en origen de las ciudades catalanas que sufren los ataques de la piratería mora balear. En 1228, las cortes de Barcelona acuerdan su apoyo al monarca y efectúan el repartimiento de las futuras tierras. La expedición partió de Barcelona hasta Mallorca en septiembre de 1229 y a continuación inició el asedio de Palma, la principal ciudad de la isla. Palma cayó el 31 de diciembre siguiente, pero la resistencia se mantuvo durante los dos años siguientes en la Serra de Tramuntana al norte. En 1231, Menorca decidió rendirse ante el rey de Aragón y, mediante el Tratado de Capdepera, reconoció su soberanía a cambio del mantenimiento de la población y sus autoridades. Por último, en 1235 una expedición por cuenta del obispo de Tarragona conquistó Ibiza. Excepto en el caso menorquín, la población nativa fue deportada y sustituida enteramente por cristianos. Uniendo Mallorca e Ibiza, Jaime I crea un nuevo reino, el reino de Mallorca.

Campañas de la conquista de Mallorca, 1229-1231

La conquista del Reino de Valencia

Tras la caída del Imperio Almohade, la fachada mediterránea de la Península se hallaba dividida en  pequeños territorios controlados por reyezuelos asentados en ciudades y fortalezas diseminadas. La conquista se alargó entre la primavera de 1243 y febrero de 1245. Aunque la fragmentación facilitó el avance cristiano, la ocupación del territorio se dilató en el tiempo  a causa de la mayor extensión del territorio, el carácter abrupto del interior y el centro de las tierras valencianas, y la continuidad de las operaciones baleares que sustraían efectivos.

La longitud de la conquista propició la multiplicación de sus protagonistas. En un primer momento el rey recibe una gran ayuda de las milicias urbanas catalanas y aragonesas y de las órdenes militares, que reciben grandes donaciones en el tercio septentrional del país. En la segunda fase de la conquista, entre 1237 y 1239, participó una gran parte de la nobleza de Aragón y una sección de los linajes catalanes enfrentados. Este fue un momento clave que culminó con la toma de Valencia -a la cual el rey entro triunfalmente el 9 de octubre de 1238– y el territorio al norte del Júcar.  Al igual que en Mallorca, el rey decidió erigir las nuevas conquistas en un reino propio en lugar de anexarlo a Aragón o Barcelona. Por último, a diferencia del caso balear, tuvieron una gran importancia los pactos con los señores musulmanes locales, lo que permitió la permanencia de la población local, sobretodo en el centro y el sur del país (al sur del Júcar). Las fronteras del primitivo reino de Valencia fueron fijadas entorno de Biar-Bussot en el Tratado de Almizra de 1244 con Castilla, a la que se reconoce la soberanía sobre las tierras al sur de esta línea.

Representación de la entrada de Jaime I el Conquistador a Valencia el 9 de octubre de 1238 según las pinturas del Castillo Caltravo de Alcañiz (Aragón).

La siguiente fase de la conquista se extiende entre 1248 y 1257. Básicamente responde a la rebelión de los musulmanes del sur y el centro  del reino dirigidos por pequeños caudillos de las montañas, destacando el llamado Al-Azraq («Ojos azules»). Por su carácter de guerrilla resultó larga y difícil de aplastar, por lo que la principal medida que tomó el rey es la expulsión de buena parte de las élites musulmanas, sobre todo de las ciudades. A continuación, en  1265 los musulmanes de Murcia se rebelan contra el rey castellano, lo que obligó al Conquistador a acudir en su ayuda y conquistar el territorio, aunque este siguió en manos de Castilla. Por último, en 1270 estalla una nueva revuelta en el centro montañoso encabezada por Al-Azraq. La revuelta ha de ser sofocado por el Conquistador, y su hijo el príncipe Pedro, futuro Pedro III el Grande. Aunque hasta el siglo XVII los musulmanes fueron la población predominante en el centro y sur del reino, las comunidades quedaron desarticuladas con la extinción de sus élites. De ahora en adelante los musulmanes del reino de Valencia o mudéjares solo serían un enemigo en la imaginación de los cristianos. Un nuevo reino ha sido creado aún a costa de la destrucción de todo aquello precedente.

Representación de Al-Azraq en Alcalá de la Jovada (Alicante, CCVV).

Bibliografía

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BALCELLS,A. (coord): Història dels Països Catalans. Barcelona, Edhasa, 1982.

IRADIEL, P., et alii: Historia medieval de la España cristiana. Madrid, Catedra, 1989.

BENNASSAR,B., et alii, Historia Moderna. Madrid, Akal, 2005.

FLORISTAN, A., Historia de España en la Edad Moderna. Barcelona, Ariel, 2011.

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       Luis Galan Campos es graduado en Historia por la Universidad de Valencia. Actualmente cursa el Máster de Formación en el Mundo Occidental en la misma universidad. Su periodo histórico de investigación es la Edad Media (s. V – XV), contando entre sus áreas de trabajo la aristocracia occidental, la ideología de las élites, la Historia de las religiones y la construcción y establecimiento de los Estados.

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