Artículo escrito por Luis Galan Campos, doctorando en historia medieval
Introducción
Cuando estudiamos historia, muchas veces nos damos cuenta de que las sociedades del pasado podían ser tan complejas como las nuestras y que muchas cosas que consideramos “recientes” en realidad ya estaban ahí, sólo que quizás con otro nombre o concepción muy diferente. Entre otros muchos ejemplos, tenemos las diferentes orientaciones sexuales o las diversas maneras de entender el género. Por ello, en este artículo vamos a hablar de la homosexualidad masculina en la edad media.
En primer lugar, hablaremos de ello porque creemos que es necesario comprender cómo se entendían las relaciones sexuales y afectivas no normativas en la edad media. En segundo lugar, porque es más fácil encontrar hombres que tenían relaciones sexuales con otros hombres en las fuentes medievales; cosas que no ocurre, por ejemplo, con las relaciones lésbicas. Por último, otras realidades que conciernen la identidad de género, por ejemplo, son casi imposibles de rastrear y permanecen por tanto invisibles.
La homosexualidad en la edad media: el concepto de sodomía
Los conceptos y los nombres que damos a las cosas son importantes, sobre todo porque nos permiten ver cómo en otras épocas eran comprendidas. Por ejemplo, la palabra homosexual no nació hasta 1869 y no fue hasta un siglo más tarde que empezó a usarse la palabra gay en inglés para referirse a las personas homosexuales (no sólo los hombres).
Esto coincidió con el nacimiento de un movimiento político para reclamar derechos para las personas homosexuales, bisexuales, transexuales, etc. Por tanto, con el nacimiento de una “identidad gay”, es decir, de personas que se definían como homosexuales y pertenecientes a un colectivo oprimido.
En la edad media, además de que no existían estos nombres tampoco existía una “identidad gay”. En otras palabras, nadie se definía en base a su orientación sexual ni tampoco entendía lo que era una orientación. Entre los siglos VII y XV sólo se entiende que tener relaciones sexuales entre hombres era un pecado igual que robar, comer en exceso, ser vanidoso, etc.
Por lo tanto, no se ve como una orientación o, siquiera, como una preferencia, sino simplemente como algo que está mal. Por eso, solamente se define al que comete este acto por el nombre del pecado de “sodomía” como sodomitas y otras variantes del mismo.
Fuentes para conocer la homosexualidad en la edad media
¿Dónde encontramos por tanto a estos “hombres sodomitas” o que practican el pecado nefando (literalmente “del que no se puede hablar)? Hay tres tipos de fuentes a las que podemos acudir para encontrar a hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres.
En primer lugar, las fuentes eclesiásticas como son los manuales para confesores y las homilías de los predicadores. Aunque podemos encontrar referencias a “prácticas homosexuales”, hay que ir con cuidado porque estas reflejan únicamente la postura de la Iglesia en materia de sexualidad.
Por otro lado, tenemos fuentes judiciales. Esto es porque, a partir del siglo XIII, la sodomía se convirtió en numerosos países y ciudades en un delito perseguido por las autoridades, con lo cual vamos a poder encontrar procesos judiciales y multas contra hombres acusados de sodomía. Esto se va a dar especialmente cuando, a finales de la edad media, se crearon tribunales especiales mixtos (laicos y eclesiásticos) destinados a perseguir delitos religiosos (como la herejía o la sodomía) cuyo mayor exponente fue la Inquisición Española (que estuvo operativa entre 1478 y 1811).
En tercer lugar, existen las fuentes literarias, que exhiben un peligro claro. Por una parte, corremos el peligro de sobreinterpretar muestras de amor y cariño o relaciones entre hombres que aparecen, por ejemplo, en las novelas caballerescas y que en su época no se interpretaban de manera sexual (por ejemplo, dormir juntos, besarse, etc).
Por otro lado, muchas crónicas usan la acusación de “sodomía” como insulto para denigrar a un personaje de la época, como ocurría por ejemplo con Álvaro de Luna (favorito del rey Juan II de Castilla entre 1420 y 1453) o los reyes Ricardo II de Inglaterra (1377-1399) o Enrique IV de Castilla (1454-1474). Nos queda la duda de saber si realmente tuvieron relaciones afectivas con otros hombres o si fue simplemente una forma de desprestigiarlos por parte de cronistas poco favorables.
Historias de hombres perseguidos
En términos generales, estos “sodomitas” no tenían identidad antes del siglo XIII. Eran los protagonistas de los discursos eclesiásticos sobre el pecado o los integrantes de grupos de herejes y pecadores —siempre según estos mismos hombres de Iglesia—, como los cátaros del sur de Francia o los “bugres” del este de Europa.
En Europa occidental renacieron las instituciones públicas a partir del siglo XIII. Esto supuso un cambio fundamental, ya que la sodomía pasó de ser un pecado a ser un delito perseguido por los tribunales municipales y reales. Ello se debe al mayor poder que van acumulando las ciudades, los parlamentos y los monarcas, a una mayor preocupación por el orden público y a la vigilancia de los comportamientos individuales, por ejemplo, en materia sexual.
Por otro lado, también se debe a la difusión del pensamiento de algunos autores como Pedro Damian, Gil de Roma o Tomás de Aquino, que señalaron la gravedad de algunos pecados como la herejía o la sodomía y que el deber de los gobernantes era mantener los países libres de estos pecadores.
La conversión de la sodomía en delito fue una transformación fundamental puesto que, a diferencia del pecado (que era perdonado con la penitencia del pecador), se castigaba con la muerte, sobre todo en la hoguera. La mayoría de los “sodomitas” que podemos encontrar en las páginas de los registros judiciales pertenecen a los grupos populares, y en muchos casos son individuos marginales.
Esto, sumado a que muchas veces se pone énfasis en la “reincidencia” de los acusados, nos permitiría establecer un perfil de trabajadores manuales precarios jóvenes itinerantes (quizá huyendo de la persecución hasta su final).
Esto no significaba que no hubiera hombres sodomitas entre las filas de la nobleza o la burguesía. Simplemente, por distintas razones (entre ellas sus conexiones políticas), raramente eran procesados por los tribunales ordinarios. De hecho, en los pocos casos en que esto ocurría cabe sospechar también de una inquina política que usara la acusación de sodomía como medio para aniquilar a un adversario, como le sucedió, por ejemplo, al infante Fadrique, hermano del rey Alfonso X “el Sabio” (1252-1284), y su yerno, que fueron ejecutados por orden del rey sabio presuntamente por traidores y por haber intentado introducir prácticas sodomíticas en Castilla.
La persecución de la homosexualidad en la edad media
De nuevo, acaeció otro cambio fundamental a finales del siglo XV. Las nuevas monarquías modernas crearon nuevos tribunales o dotaron a los ya existentes de poderes para perseguir delitos de orden moral o religioso, entre ellos la sodomía. Para el caso de los “sodomitas”, esto implicaba una nueva vuelta de tuerca a su persecución.
Para empezar, en la mayoría de casos la “reincidencia” dejó de ser posible puesto que la hoguera era el destino automático de muchos de ellos. En segundo lugar, las élites dejan de estar a salvo, ya que varios de ellos fueron procesados por la Inquisición o la Star Chamber inglesa (que se puede considerar equivalente de la Inquisición en algunos aspectos, aunque fue más un tribunal para los delitos de lesa majestad) acusados de haber mantenidos relaciones con otros hombres,
De nuevo, en el caso de los aristócratas, hay la sospecha de que la acusación de sodomía fue usada con fines políticos. El rey Felipe II de la Monarquía Hispánica (1558-1598) y su corte fueron especialmente prolijos, ya que, a través de la Inquisición, fueron procesados por sodomía su antiguo secretario (y presunto traidor) Antonio Pérez y el noble valenciano Pere Lluis Galceran de Borja, Maestre de Montesa y Marqués de Navarrés, con un éxito relativo.
Borja aceptó su culpabilidad y aceptó vivir el resto de su vida en un retiro mientras el rey logró hacerse con la orden y sus posesiones mientras que Antonio Pérez logró escapar de la Inquisición y se exilió a Inglaterra. Para los historiadores, estos procesos son una ventana a la intimidad de los hombres presumiblemente homosexuales en el pasado: el amante de Borja llegó a admitir ante los inquisidores que se acostaba con Borja y otros aristócratas por dinero y a describir gráficamente las posturas sexuales en que mantenían relaciones.
Estas historias alimentan la curiosidad de los historiadores, aunque la mayoría de historias, sobre todo las de la gente humilde, quedaron silenciadas, a no ser que por mala suerte cayeran en manos de un tribunal más que dispuesto a ejecutarlos. Quedaron, por lo tanto, muchas preguntas que hacerse y mucho que descubrir sobre los hombres perseguidos por haber amado a otros hombres.
Artículo escrito por Luis Galan Campos, doctorando en historia medieval
Bibliografía
Carrasco, R. (2022). Contra la estirpe de Sodoma: la persecución inquisitorial de la sodomía en la Corona de Aragón durante la Edad Moderna. Diputación de Valencia.
Mills, R. (2015). Seeing Sodomy in the Middle Ages. University of Chicago Press.
Toldrá, A. (2017). El plaer de la carn: sexe i temperament en la cultura medieval. Diputación de Valencia.
Luis Galan Campos es graduado en Historia por la Universidad de Valencia y ha cursado el Máster de Formación en el Mundo Occidental en la misma universidad. Actualmente está haciendo el doctorado. Su periodo histórico de investigación es la Edad Media (s. V – XV), contando entre sus áreas de trabajo la aristocracia occidental, la ideología de las élites, la Historia de las religiones y la construcción y establecimiento de los Estados.