
Introducción
Si nos paramos en medio de una calle muy concurrida y preguntamos a la gente sobre el peor emperador romano, la mayoría seguro que no nos responden por desconocimiento. Dentro de los que sí digan algo, estoy seguro de que saldrán nombres como Calígula, Nerón o Cómodo. No en vano, son los que están más instalados en el imaginario colectivo por sus famosas apariciones en películas de Hollywood. Por eso he visto necesario hacer una trilogía de artículos para contribuir en la lucha por desmontar los bulos históricos sobre Calígula. Al igual que en el primer artículo de esta trilogía sobre sus primeros meses en el poder, veremos en esta segunda parte cómo el gobierno de Calígula en realidad tuvo muchos aspectos positivos, al menos para el pueblo llano. Cabe aclarar que mi intención no es blanquear a Cayo y defender que fue un líder maravilloso que lo hizo todo bien, sino tratar de revelar su biografía tal y como fue, sin la leyenda negra que todavía hoy le persigue.

El gobierno de Calígula y las necesidades primarias
Muchos de los autores clásicos que escribieron sobre el gobierno de Calígula quisieron vender a sus lectores la idea de que era un emperador loco y tiránico que provocó hambrunas intencionadas solo por diversión.
Dion Casio afirmó que «originó mucha hambre tanto en Italia como, de manera especial, en Roma». Suetonio fue más explícito al indicar que «a veces, ordenó incluso cerrar los graneros y condenó al pueblo a pasar hambre».
Séneca llegó a decir que cuando murió Calígula únicamente «sobraban víveres para siete u ocho días cuando menos». No contento con ello, fue más allá al sostener lo siguiente:
Mientras él tendía puentes de barcos y jugaba con las fuerzas del imperio, se presentó la que también para quienes están sitiados es la última de las calamidades, la escasez de alimentos. Por poco no desembocó en muerte y hambre y lo que sigue al hambre, la destrucción de todas las cosas.
Vamos a presentar ahora las razones por las que creo que esto es un bulo, una exageración intencionada de los autores clásicos en su cruzada negrolegendaria contra el gobierno de Calígula.
Roma era una metrópolis gigantesca, por lo que las operaciones para garantizar el suministro de grano eran colosales. Consciente de los problemas experimentados con sus predecesores, Calígula tomó medidas para cubrir las necesidades básicas del pueblo llano.

Para empezar, emprendió la mejora a gran escala del puerto de Rhegium, punto central al que llegaban los barcos mercantes que traían grano desde Egipto. Incluso un autor hostil al emperador como fue Flavio Josefo admitió que «esta obra todo el mundo conviene en que fue importantísima y sumamente útil para los navegantes».
Asimismo, para aumentar el abastecimiento de agua en la urbe, ordenó comenzar la construcción de dos nuevos acueductos —el Aqua Claudia (con un trazado de cerca de 70 kilómetros) y el Anio Novus (de 86 kilómetros)— y mandó reparar uno de los siete existentes, el Aqua Virgo.
Estas eran soluciones a largo plazo, por lo que es bastante probable que los problemas de suministro continuaran (sobre todo en invierno), pero serían pequeños en cuanto a gravedad y extensión en el tiempo.
Aparte, está el hecho de que Calígula fuera tremendamente querido por la plebe hasta el día de su muerte. Evidentemente, si el princeps hubiera cometido actos tan ruines como los descritos por Suetonio, su popularidad se habría desplomado y la violencia se habría multiplicado.

Más acciones de buen gobierno de Calígula
Más allá del beneficio directo sobre la salud que supone el acceso al agua, da la impresión de que Calígula estaba particularmente preocupado por la limpieza. Al menos esto es lo que se transmite en un fragmento de la biografía del emperador Vespasiano escrita por Suetonio:
Más tarde, siendo Vespasiano edil, irritado Gayo César porque no se había ocupado de hacer barrer las calles mandó que lo cubrieran por completo de barro, que los soldados acumularon en el pliegue de su pretexta.
Lejos de reaccionar con frialdad o disfrutar con las desgracias ajenas, Calígula actuaba como se esperaba de un gobernante cuando sucedía una catástrofe. Cuando un devastador incendio destruyó gran parte de un barrio de Roma en otoño del año 38, el princeps no sólo ayudó directamente a apagarlo con los vigiles, sino que compensó las pérdidas económicas de los afectados.
Otra acción de auxilio, esta vez en Oriente, es la que tiene que ver con la ciudad de Antioquía, que había sufrido daños debido a los efectos de un terremoto en el año 37. De esta manera lo describe el cronista Juan Malalas en el siglo VI. El pasaje no se considera fiable por completo, pero parece verosímil.
En el primer año de su reinado Antioquía la Grande. sufrió de la ira de Dios. […] El emperador Cayo aportó grandes sumas de dinero para la ciudad y sus habitantes supervivientes. Construyó allí un baño público cerca de la montaña de Cayo César, enviando al prefecto Saliano desde Roma a Antioquía para construir el baño público. Saliano también construyó un gran acueducto desde Dafne, que atravesaba la montaña y llevaba el agua a las termas que había construido. También construyó templos.

El gobierno de Calígula y la lucha anti corrupción
La lucha contra la corrupción no fue inusual en el gobierno de Calígula. Desde el año 21 d.C. al menos tenemos constancia de cómo se procesó y condenó a varias personas encargadas del mantenimiento de las calzadas por malversación de fondos públicos.
Casi veinte años después, en el 39 d.C., el problema no se había solucionado. Dion Casio cuenta que Calígula colaboró con el senador Cneo Domicio Corbulón para perseguir las actividades corruptas de algunos curatores viarum, es decir, los magistrados encargados del mantenimiento de las calzadas de Italia.
La arqueología confirma esta preocupación del princeps por la construcción y el mantenimiento de la red de calzadas. Así se desprende de los numerosos miliarios con su nombre que hay en muchos territorios. Siete de ellos, por ejemplo, estaban en vías de las tres provincias de Hispania.
Otra buena práctica que se suele asociar con la calidad de un gobierno es la transparencia. En este sentido, Calígula hizo algo más o menos por ese estilo. En el año 38 presentó ante el Senado las rationes imperii, una especie de informe de estado de cuentas de la administración financiera y militar del imperio. La medida fue introducida por Augusto, pero no había sido continuada por Tiberio. De hecho, Calígula sería el segundo y último emperador que haría algo así.

El gobierno de Calígula fuera de Italia
César Augusto fue un emperador que pasó muchos años fuera de Roma haciendo giras por las provincias. En contraposición, Tiberio no va a salir de Italia ni una sola vez en sus veintitrés años de gobierno. Eso si consideramos la isla de Capri como parte de Italia, obviamente.
Por su parte, la política exterior del corto gobierno de Calígula en África, Asia, Galia, Germania o Britania (de la que hablaré en un próximo artículo) fue complementaria a la visita a ciudades concretas.
Tenemos que mencionar el faro erigido en la actual Boulogne (norte de Francia), destinado a facilitar el movimiento de barcos de transporte entre Gran Bretaña y el continente para el abastecimiento del ejército.
Cabe destacar que la estructura no se terminó hasta época de Claudio (al igual que los dos nuevos acueductos), pero se mantuvo en pie hasta mediados del siglo XVI, por lo que conservamos dibujos de su aspecto. Tenía forma de pirámide poligonal, con una base de 19,5 metros y una altura mínima 35 metros.

Hacia el sur viajó a Sicilia a mediados del año 38, donde mandó reconstruir las viejas murallas y los ruinosos templos de la ciudad de Siracusa. Asimismo, se organizaron unos juegos para celebrar este acontecimiento.
No obstante, la presencia del princeps no era necesaria para que una ciudad se beneficiara de su evergetismo. Por ejemplo, ordenó que se reedificara el templo Didimeo de la ciudad de Mileto (Asia Menor) en honor del dios Apolo.
No muy lejos de ahí, en la isla de Samos, es probable que proyectara la reconstrucción del viejo palacio del tirano Polícrates, un personaje que había vivido seis siglos atrás. Quizás Calígula quisiera usar este lugar como residencia temporal si hubiera vivido lo suficiente como para hacer un viaje por las provincias orientales.
Conclusiones
Calígula es un ejemplo paradigmático de manipulación histórica por parte de los autores clásicos que escribieron sobre él. La versión literaria del gobierno de Calígula como un periodo de tinieblas en el que un malvado loco hacía todo tipo de fechorías sin que nadie se lo impidiera choca frontalmente con la versión aportada por la arqueología y el estudio crítico de las mismas fuentes.
Por eso, este y otros artículos sobre el gobierno de Calígula sirven y servirán para acercarnos a su verdadera biografía y su compleja personalidad. Quizás ahora, cuando han pasado casi 2000 años desde su muerte, podamos hacerle justicia y dejar de verlo como uno de los peores emperadores de la historia de la antigua Roma.

Fuentes primarias
Dion Casio (2016). Historia romana. Libros L-LX. (Trad. Juan Manuel Cortés Copete). Gredos.
Flavio Josefo (1997). Antigüedades judías. Libros XII-XX. (Ed. José Vara Donado). Akal clásica.
Juan Malalas (1986). Cronografía. (Trad. E. Jeffreys, M. Jeffreys, R. Scott, B. Croke, J. Ferber, S. Franklin, A. James, D. Kelly, A. Moffatt, A. Nixon). Australian Association for Byzantine Studies
Séneca (2008). Diálogos. (Trad. Juan Mariné Isidro). Gredos.
Suetonio (2018). Vidas de los doce césares. (Trad. Rosa Mª Agudo Cubas). Gredos.
Bibliografía
Barrett, A. (2001). Caligula: the corruption of power. Routledge.
Nony, D. (1991). Calígula. Edesco.
Roldán Hervás, J.M. (2012). Calígula. El autócrata inmaduro. La esfera de los libros.
Wilkinson, S. (2005). Caligula. Routledge.
Winterling, A. (2006). Calígula. Herder editorial.

