Introducción
Hacia el 1150-1100 a.C., los centros palaciegos de la espléndida civilización micénica estaban en ruinas o deshabitados, del mismo modo que con muchas de las grandes ciudades y aldeas de panorama estatal. Más que pérdidas humanas, estamos hablando de muy grandes y permanentes pérdidas culturales, que afectarían a la Historia antigua griega durante los cuatro siglos siguientes. Del mismo modo, se produjo una gran sequía en cuanto a fuentes de conocimientos se refiere, tanto escritas como materiales, lo que hace que esta etapa adopte ese nombre, la “edad oscura”. En esta entrada vamos a aprender acerca de los gobiernos de la Edad Oscura.
A nivel cronológico, la Edad Oscura griega se divide en dos periodos: una primera mitad (1150-900 a.C., aprox.) en la que Grecia fue víctima frecuente de invasiones y movimientos de población, aunque se ven algunas pruebas de la paulatina recuperación y evolución material, y una segunda mitad (900-750 a.C., aprox.) en la que se va produciendo una lenta aceleración del progreso que sienta las bases del renacimiento cultural del siglo VIII a.C.
La descentralización en los gobiernos de la Edad Oscura
La situación política y material de la Antigua Grecia descrita en anteriores entradas había hecho que los antiguos centros y las aldeas periféricas vivieran ahora una situación de gran independencia económica y política. En otras palabras, los gobiernos de la Edad Oscura en esas comunidades eran sencillos, puesto que lo más probable es que se volviera a dar de forma similar el sistema de jefes locales de la Edad del Bronce Medio, antes de la consolidación del sistema micénico.
Por lo que se cree, la vida de los jefes y sus familias no era demasiado distinta de la de los demás, tal y como estaría probando la poca diferenciación social que encontramos en las tumbas y edificios de los siglos XI y X a.C. Por otra parte, el descenso de la población hizo que sobraran las tierras libres, por lo que solo se usaban las llanuras más fértiles y se reservaban las menos fértiles, del mismo modo que las lejanas altiplanicies y los valles de montaña quedaron para labores de pastoreo. Debido a esto, lo más probable es que la caza, las aves, la fauna y flora silvestre, y otros tipos de recursos naturales abundaran y fueran fáciles de conseguir.
Gobiernos de la Edad Oscura: del pasireu al basileus
Gracias a las tablillas micénicas de escritura lineal B podemos saber que, durante el mundo micénico, existía el cargo de pasireu, una especie de representante local del wanax para cada una de las ciudades o aldeas del Estado. Probablemente, las destrucciones y la descentralización política que acabó con el sistema político micénico no afectaron a estos funcionarios, que habrían seguido gobernando en sus respectivas comunidades, aunque con la diferencia de que ahora eran independientes y no tenían que rendir cuentas a ningún wanax, y que pasaron a llamarse basileus.
Consecuentemente, la sociedad de la Edad Oscura solo conservaría el nombre de wanax para referirse a Zeus, el «wanax de dioses y hombres». Hay que aclarar que, aunque la historiografía tradicional (basándose en textos literarios como los poemas homéricos), suele calificar a los basileis como reyes, esta asociación es errónea, ya que el basileus de la Edad Oscura no contaría con los poderes autocráticos que se le atribuyen a un rey.
Gobiernos de la Edad Oscura: Lefkandi
Afortunadamente, hay variadas pruebas arqueológicas que demuestran la pervivencia de estos cargos de los gobiernos de la Edad Oscura griega. El caso más llamativo sin duda es el del yacimiento arqueológico del poblado de Lefkandi, en la isla de Eubea. Lefkandi era una ciudad micénica muy poblada que entró en decadencia durante el hundimiento de las destrucciones y empezó a recuperarse durante el periodo submicénico, viviendo una nueva y excepcional prosperidad para la época hasta finales del s. VIII a.C., cuando fue abandonada.
Ciñéndonos a lo que nos importa ahora, hay que decir que fue aquí donde en 1981 los arqueólogos encontraron el edificio más grande de la Edad Oscura griega (de 27 x 44 metros), construido a finales del s. XI a.C. La tumba situada en el pavimento de la sala principal del edificio contenía un ánfora de bronce en la que se conservaban los restos incinerados de un hombre y a su lado una espada de hierro, una punta de lanza, y una piedra de amolar.
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Junto a este ajuar funerario se encontraba el esqueleto de una mujer, la que probablemente fuera su esposa, enterrada con diversas joyas de oro, y junto a los dos humanos se encontraron enterrados los esqueletos de cuatro caballos. Atendiendo a este singular y complejo enterramiento, estaba claro casi desde el principio que se trataba del basileus de Lefkandi y sus alrededores.
Gobiernos de la Edad Oscura: Nichoria
Otros ejemplos arqueológicos que confirman la existencia del cargo de basileus los encontramos en yacimientos como el del poblado de Nichoria, situado en el extremo sur occidental de la península del Peloponeso. Ésta había sido una importante ciudad subsidiaria del reino de Pilos que fue abandonada hacia el 1200 a.C. cuando llegaron los merodeadores. No obstante, había revivido a mediados del s. XI a.C. en forma de una pequeña aldea cuya población estaba en torno a los 200 habitantes.
Sin embargo, como en el otro caso, lo que nos importa es que aquí se halló un gran edificio (11 x 7 metros) del siglo X a.C., formado por una gran sala y un pequeño pórtico, por lo que podría tratarse de la casa del jefe del pueblo. Por lo que se ha podido estudiar, el pavimento era de tierra apisonada, las paredes eran de adobe, y el techo era de paja a dos aguas.
Se sabe que vivió una remodelación a comienzos del siglo IX a.C., por la cual se añadió una nueva sala en la parte trasera y un gran patio delantero que añadía cinco metros a la longitud del edificio. Aun así, quizás lo más destacado es que, aunque la casa fue abandonada a finales del siglo IX a.C., a su lado se construyó otra de mejor calidad y más grande, la cual tampoco duraría mucho, ya que Nichoria quedó desierta a mediados del s. VIII a.C.
Bibliografía
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