Artículo escrito por Ricardo Núñez, graduado en Historia
Introducción
La rebelión de los macabeos es uno de los conflictos más interesantes del periodo helenístico, tanto porque supuso el resurgir de un Estado judío tras varios siglos de sumisión frente los grandes imperios como porque constituyó el movimiento de resistencia más destacado frente al avance de la cultura griega en el Próximo Oriente y Asia Central.
Tal es así que a día de hoy el acontecimiento se celebra como uno de las festividades más relevantes del calendario judío, la Janucá. A continuación, hablaremos de la situación de Judea y el Imperio Seléucida en el momento de la rebelión, de las facciones implicadas en el conflicto y del desarrollo, características y consecuencias del mismo.
Judea y el Imperio Seléucida
En la larga historia del Próximo Oriente antiguo los judíos habían constituido uno de tantos pequeños estados del corredor celesirio a merced de los grandes imperios de la época. Si bien los judíos se organizaron en uno o más reinos, su independencia tocaría a su fin con la expansión de Asiria (701 a. C.) y Babilonia (595 a. C.), solo para después ser sometidos por los persas aqueménidas, Alejandro Magno, los Ptolomeos y, por último, los Seléucidas. Es en estos últimos donde debemos centrar nuestra atención, pues son los enemigos contra quienes los judíos más ortodoxos, bajo la guía de Judas Macabeo, alzaron sus espadas en defensa de su fe y costumbres en la rebelión de los macabeos.
A inicios del siglo III a. C., el Imperio Seléucida había recuperado gran parte de su poder perdido bajo la dirección de Antíoco III el Grande (223-187 a. C.). En el año 200 a. C. Antíoco III resolvió su disputa con los rivales ptolemaicos y les arrebató la región estratégica de Celesiria. Dentro de esta zona se encontraban los judíos, quienes, expulsando a la guarnición ptolemaica de Jerusalén, se ganaron el favor de Antíoco.
Antíoco III, agradecido, les correspondió con una exención de impuestos durante tres años, el mantenimiento de su forma de gobierno y la financiación para la reparación del templo y de la ciudad. Las relaciones entre la casa Seléucida y los judíos parecían ir por buen camino, pero la derrota de Antíoco III ante los romanos y la creciente conflictividad entre la aristocracia hebrea auguraban unas relaciones turbulentas para las décadas sucesivas.
Antecedentes a la rebelión de los macabeos
A partir del siglo II a. C. llegó a Jerusalén un fenómeno que se estaba produciendo en otras partes de Asia y Egipto: la helenización. Este proceso, que da nombre al periodo helenístico, se basaba en la adopción de costumbres griegas por comunidades tradicionalmente ajenas a ésta. No era un proceso extraño para los judíos, pues las comunidades de Alejandría o Babilonia habían adoptado hace tiempo elementos de la cultura griega y eran férreas colaboradoras de las dinastías helenísticas. Sin embargo, Jerusalén, debido su ubicación más aislada, no se había visto afectada todavía por este fenómeno.
Así pues, la aristocracia judía se dividió en dos: los filisteos (separados) y los “hasidim” (devotos). Estas dos facciones aristocráticas pugnaron por el control político de Jerusalén, regido por un Consejo de Ancianos (Gerusía/Γερουσια) liderado por el sumo sacerdote.
La disputa aristocrática tuvo como consecuencia el derrocamiento del sumo sacerdote Onías III, partidario de los hasidim, a manos de su hermano Jasón, de perfil filohelénico. Jasón, quién tomó el poder en el 173 a. C., quiso garantizar su poder mediante el aumento del tributo enviado al rey seléucida Antíoco IV (175-164 a. C.), pero esto no evitó que fuese derrocado por otro judío helenizado llamado Menelao en el 170 a. C. Curiosamente, Menelao lo hizo con la misma fórmula de su predecesor: aumentar el tributo de 300 talentos a 360 y favorecer, aún más, la cultura griega en Jerusalén.
Los “hasidim” se revolvieron ante esta situación y generaron un gran tumulto en la ciudad, hasta el punto de motivar la intervención directa de Antíoco IV en el conflicto con el gran ejército que lo acompañaba de vuelta de su frustrada conquista de Egipto. Aquello fue el origen de lo que después sería la rebelión de los macabeos.
La ocupación de Jerusalén
Truncada la conquista de Egipto por los romanos, Antíoco IV marchó sobre Jerusalén y la tomó por la fuerza en el año 168 a. C. Ocupada la ciudad, el soberano seléucida tomó la decisión de aplicar la política helenizadora que estaba llevando a cabo en otros lugares del imperio. En este sentido, el rey se avino a aplicar medidas restrictivas del culto judío en Jerusalén, así como a crear una ciudadela cercana al templo conformada por una guarnición siriomacedonia.
De igual manera, se prohibió la celebración del “Shabat” (el día religioso del judaísmo) y se reconvirtió el templo de Jerusalén en un templo dedicado a la deidad siria Baal Shaman. La prohibición del culto, junto con la elevada presión fiscal y la presencia de una guarnición militar forastera, motivó la acción de Matatías y sus hijos, quienes iban a liderar la importantísima rebelión de los macabeos contra el helenismo en Judea.
La rebelión de los macabeos contra el helenismo
En el año 167 a. C., Matatías y sus hijos, miembros de la familia de los asmoneos, iniciaron un levantamiento en las zonas rurales de Judea, territorio donde la presencia helenística apenas contaba con aprobación debido al carácter conservador de sus gentes. La rebelión de los macabeos tuvo su origen en Modi’in (actual Tel al-Ros), donde Matatías y sus seguidores realizaron acciones contra los judíos filohelenos de los alrededores de Jerusalén y contra los oficiales seléucidas que actuaban en el territorio.
Aquel primer conjunto de acciones motivó la primera acción militar de los seléucidas, desembocando en la muerte de Matatías. Tras eso, el mando de los rebeldes fue dado a su hijo Judas, quién sería conocido más adelante como Judas Macabeo, es decir, “Martillo”. Judas era consciente de que sus fuerzas, escasas en número y pobremente armadas, no eran rival para la infantería pesada seléucida, así que optó por la guerra de guerrillas con ataques por sorpresa y emboscadas.
Judas Macabeo
Tras hacerse cargo de la rebelión de los macabeos, Judas hubo de enfrentar a las primeras fuerzas seléucidas comandadas por Apolonio y Zenón. Apolonio, descrito como “comandante de los misios”, fue el primero en perder la vida en batalla, supuestamente en una emboscada camino de Jerusalén. Misma o peor suerte corrió Zenón, quién fue derrotado en la emboscada de Beth Horán llegando a perder, según Macabeos I (3. 13-26), ocho mil soldados.
Las últimas batallas de esta etapa de la rebelión de los macabeos estuvieron determinadas por los acontecimientos en el Imperio Seléucida. En el 166 a. C. Antíoco IV Epífanes marchó con la mayor parte de sus fuerzas a Oriente, dejando los asuntos de Occidente a su lugarteniente Lisias.
Así pues, Lisias se dispuso a poner fin al molesto asunto judío y mandó un ejército comandado por Ptolomeo contra Judas Macabeo. Judíos y seléucidas se enfrentaron en la batalla de Emaús (166 a. C.), que resultó en victoria macabea, lo que instigó la organización de dos expediciones más de Lisias que concluyeron en sendas derrotas seléucidas de Beth Zur (164 a. C.) y Beth Zacharia (162 a. C.).
El final de la rebelión de los macabeos
La derrota de Lisias en Beth Zur permitió a Judas Macabeo entrar en Jerusalén, aislar la guarnición siriomacedonia y purificar el Templo restituyendo el culto judío. Esto, sumado a la muerte de Antíoco IV en Elam (164 a. C.), forzó a Lisias, ahora como regente del imperio, a dar marcha atrás a la política helenizante y volver a los términos establecidos por Antíoco III el Grande.
Esta victoria no cerró los enfrentamientos entre las facciones hebreas ni las intervenciones de los reyes seléucidas que se sucedieron en las siguientes décadas, pero la rebelión de los macabeos cimentó las bases de un nuevo estado judío independiente que duraría hasta la llegada del Imperio Romano.
Artículo escrito por Ricardo Núñez, graduado en Historia
Bibliografía
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Ricardo Núñez es graduado en Historia por la Universitat de València, máster en Historia y Ciencias de la Antigüedad por las universidades Complutense y Autónoma y máster en Educación Secundaria por la UNIR. Es fundador y administrador del perfil de Instagram, YouTube y Facebook “Helenismo y Roma”, un proyecto de divulgación de la historia del mundo helenístico y romano.