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HISTORIAE

Roma contra Antíoco III el Grande

Introducción

Se conoce con el nombre de Guerras Púnicas a la larga serie de conflictos que enfrentaron a Roma y Cartago durante más de un siglo, concretamente entre el 264 y el 146 a.C. La gran duración de las Guerras Púnicas a lo largo de 118 años no fue continuada e ininterrumpida en el tiempo, sino que se dividió en tres fases distintas: la Primera Guerra Púnica (264 – 241 a.C.), la Segunda Guerra Púnica (218 – 201 a.C.) y la Tercera Guerra Púnica (149 – 146 a.C.). En esta entrada vamos a ver un resumen de la guerra romano-siria (192 – 188 a.C.) que enfrentó al rey Antíoco III el Grande (223 – 187 a.C.), soberano del Imperio Seléucida, y su aliado Aníbal Barca, contra la Roma de los hermanos Escipión.

Antíoco III y Roma, una relación complicada

Antíoco III Megas (Antíoco III el Grande, para entendernos), soberano del Imperio Seléucida, no era un desconocido para los romanos. De hecho, la relación de Antíoco III y Roma era bastante tensa desde mucho antes de estallar la guerra romano-siria a causa de las alianzas de unos y otros. Por un lado, el rey seléucida había sido aliado del rey Filipo V de Macedonia desde antes de la Segunda Guerra Macedónica (200 – 197 a.C.) en su conflicto con el Egipto ptolemaico y estaba totalmente en contra de la intromisión de Roma en los asuntos del oriente griego.

Ilustración que recrea la batalla de Cinoscéfalos (197 a.C.) en la que perdió el aliado de Antíoco III el Grande, Filipo V de Macedonia
Ilustración que recrea la batalla de Cinoscéfalos (197 a.C.), el enfrentamiento decisivo que marcó la victoria romana en la Segunda Guerra Macedónica (Fuente: Arrecaballo)

Por otro lado, los romanos se ganaron la opinión pública griega al proclamarse como los custodios de la independencia de las ciudades Estado griegas, amenazadas por la ambición expansionista de Macedonia. Aun así, los romanos permanecieron en Grecia desde el año 197 hasta el 194 a.C., y hasta llegaron a participar en los Juegos Ístmicos celebrados en Corinto.

Antíoco III y Aníbal: el inicio de la guerra romano-siria

Después de haber emprendido importantes reformas que permitieron a Cartago no hundirse en la miseria económica después del demoledor tratado de paz firmado con Roma, en el 195 a.C. Aníbal tuvo que abandonar la metrópolis por la que tanto había luchado porque temía por su seguridad. Tras pasar un tiempo en Tiro y Antioquía, se reunió en Éfeso con el rey Antíoco III el Grande en otoño del 193 a.C.

En colaboración con Antíoco III, Aníbal vio la oportunidad de organizar un nuevo ataque contra Italia que humille a los romanos. El plan era usar la flota seléucida para fomentar la guerra a Roma desde Cartago al mismo tiempo que Antíoco III ocuparía Grecia como trampolín para una invasión de Italia en el momento oportuno. Sin embargo, una vez más, las cosas no salieron como había previsto.

Busto del rey Antíoco III Megas conservado en el Museo del Louvre
Busto del rey Antíoco III conservado en el Museo del Louvre

Las fuerzas invasoras de Antíoco III, mal preparadas y peor dirigidas, cometieron fallos desde el principio (192 a.C.), puesto que se dispersaron en numerosas acciones inconexas y no lograron éxitos en ninguna de ellas. Cuando Roma respondió a los continuos ataques de Antíoco utilizó de nuevo la idea de libertad para ganarse nuevamente el apoyo de muchas ciudades griegas.

Finalmente, como consecuencia de la derrota sufrida por las tropas seléucidas en las Termópilas (191 a.C.) a manos de las legiones del cónsul Manio Acilio Glabrio, Antíoco III tiene que abandonar Grecia, provocando además que la guerra se traslade a Asia. Por su parte, Aníbal, que no participó activamente en la fallida campaña de Grecia, tampoco lo haría inexplicablemente en la batalla definitiva de la guerra: la batalla de Magnesia (190/189 a.C.).

Antíoco III y Escipión: la batalla de Magnesia

La batalla de Magnesia supuso no solo la derrota de Antíoco III, sino la primera vez que un ejército romano ponía los pies en suelo asiático. Para tan simbólica gesta las fuerzas romanas se pusieron bajo el mando de Lucio Cornelio Escipión, a quien acompañaba como consejero su hermano, Escipión el Africano.

Ilustración que recrea la batalla de las Termópilas entre Antíoco III y Roma
Ilustración que recrea la batalla de las Termópilas (191 a.C.) entre los romanos de Manio Acilio Glabrio y los seléucidas de Antíoco III (Fuente: Arrecaballo)

En cuanto a la disposición de los ejércitos en la batalla, Antíoco III tomó personalmente el mando de la caballería en su ala derecha, lo que luego se demostraría como un gran error. En el extremo izquierdo dispuso carros con hoces enfrente de su propia caballería, y en el centro colocó veintidós elefantes entre los batallones de la falange. Esto último fue otro gran fallo estratégico, ya que los elefantes eran unas unidades demasiado imprevisibles como para esperar que hicieran una acción conjunta y coordinada con otras tropas.

Cuando comenzó la batalla de Magnesia, Antíoco III se abrió paso con su caballería haciendo una brecha en una de las legiones romanas. Sin tropas de reserva, y con su comandante tan directamente implicado en la lucha que le era imposible observar qué estaba sucediendo en el resto del campo de batalla, los seléucidas fueron incapaces de explotar este éxito. En lugar de rodear la formación romana persiguió a los romanos derrotados hasta el campamento, donde consiguieron reorganizarse y rechazar los sucesivos asaltos hasta que llegaron las tropas de reserva y vencieron al rey.

Ilustración que recrea al rey Antíoco III en la batalla de Magnesia contra Lucio Cornelio Escipión
Ilustración que recrea al rey Antíoco III durante la batalla de Magnesia (Fuente: Arrecaballo)

Entretanto, los espacios vacíos que había entre las líneas romanas se llenaron con las tropas de refresco al tiempo que los carros con hoces fueron vencidos por la infantería ligera aliada romana y llegaron a poner en fuga a su propia caballería al retirarse. En el centro, los romanos ni siquiera se acercaron a la falange al principio, prefiriendo bombardearla junto a los elefantes para que éstos causaran el caos en sus propias filas. En definitiva, un desastre causado por un rey seléucida que nada tenía que hacer frente a los hermanos Escipión.

Antíoco III el Grande y la Paz de Apamea

Como consecuencia de su derrota en la batalla de Magnesia, Antíoco III el Grande y Lucio Cornelio Escipión (que a partir de ese momento recibió el apodo de Asiático, tal y como su hermano había ganado el de Africano) firmaron en el 188 a.C. la paz de Apamea. Según este tratado, el rey seléucida se vio obligado a abandonar sus posesiones en Asia Menor hasta los montes Tauro (lo que por tanto le impediría actuar en el mundo egeo), a pagar una indemnización de 15000 talentos de plata a lo largo de doce años y a destruir toda su flota de combate, a excepción de doce naves.

Otra de las exigencias romanas de la paz de Apamea era la entrega inmediata de Aníbal. No obstante, el monarca derrotado no quería traicionar a su aliado, por lo que lo ayudó a huir en un barco que partió en el puerto de Side. Tras pasar un tiempo en la isla de Creta y en la Armenia del rey Artaxias, Aníbal acabó en la corte del rey Prusias de Bitinia, donde viviría los últimos meses de su vida.

Ilustración que recrea uno de los momentos finales de la batalla de Magnesia entre Antíoco III Megas y los romanos de Escipión el Asiático
Ilustración que recrea uno de los momentos finales de la batalla de Magnesia (Fuente: Arrecaballo)

La paz de Apamea cambió radicalmente el mapa político de Asia Menor, con el reino de Pérgamo, enemigo tradicional de macedonios y seléucidas y por tanto aliado de los romanos, como principal beneficiario. Esta victoria sobre Antíoco III también consolidó la presencia de Roma en el Mediterráneo Oriental, zona que ya nunca abandonarían. En particular, es cuanto menos curioso como los romanos, apenas unas décadas después de proclamarse los liberadores de las ciudades-Estado griegas, se convertirían en los ejecutores del fin de su independencia política, escenificada en la Guerra Aquea (146 a.C.) y la destrucción de Corinto.

Bibliografía

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GOLDSWORTHY, A. (2002): La caída de Cartago. Las Guerras Púnicas 265 – 146 a.C. Ariel Historia, Barcelona.

MARCO SIMÓN, F. (1990): La expansión de Roma por el Mediterráneo. De fines de la II Guerra Púnica a los Graco. Akal, Madrid.

WILL, É.; MOSSÉ, C.; GOUKOWSKY, P. (1998): El mundo griego y el Oriente II. Akal, Madrid.

Resumen
La guerra romano-siria: Antíoco III y Aníbal contra los hermanos Escipión
Nombre del artículo
La guerra romano-siria: Antíoco III y Aníbal contra los hermanos Escipión
Descripción
En la guerra romano-siria (192-188 a.C.), el rey seléucida Antíoco III el Grande se alió con Aníbal para enfrentarse a la Roma de los hermanos Escipión
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