*Nota previa: El rey hitita Muwatalli II es mayormente conocido por haber sido el que estaba reinando cuando se produjo la famosa batalla de Qadesh contra el Egipto del famoso Ramsés II. Hace ya unos meses que me había leído este breve artículo de síntesis (es solo el doble de los artículos de Historia aquí publicados) sobre este conocido episodio de la Historia Militar Antigua, y estaba esperando a que llegáramos a este momento de la Historia Hitita para poder reproducirlo aquí, poniendo yo por mi cuenta las imágenes. Es un artículo originalmente escrito por José Manuel Gutiérrez Campoy para el Campus Internacional de Seguridad y Defensa, Sevilla (España), y publicado el 19 de diciembre de 2010. Espero que os guste tanto como a mí.
INTRODUCCIÓN
La batalla más antigua documentada por fuentes históricas de conocimiento es, sin duda, el enfrentamiento librado entre egipcios e hititas en las proximidades de la ciudad de Qadesh, a orillas del río Litani, en la actual Siria. Es un enfrentamiento que, aparte del “Boletín” y del Tratado bilateral que lleva su nombre, con copias en tablillas de barro y en láminas de plata conservadas en ambos reinos, también inspiraría el “Poema de Pentaur”. Existe un problema a la hora de determinar la fecha exacta de dicha batalla, pues, al ser tan antiguas y escasas las referencias a los reinados de ambos reyes contendientes (Ramsés II y Muwattalli II), según que fuentes consultemos la sitúan entre el 1.275 y 1.265 a.C., por lo que ambas fechas entran dentro de los primeros años del largo reinado de Ramsés II. Hay que decir que Ramsés II se atribuyó la victoria en dicha batalla y así lo hizo representar en diversas obras arquitectónicas durante su reinado, aunque, analizando las consecuencias de las negociaciones diplomáticas que se llevaron a cabo tras el enfrentamiento, la batalla seguramente se saldó con un empate técnico.
ANTECEDENTES
Los faraones de la XVIII dinastía habían fijado su “área de influencia” a lo largo del levante mediterráneo, al mismo tiempo que Mitanni (o Mittani) había hecho lo propio con las tierras próximas del interior, respetando ambos imperios sus respectivas áreas de influencia; pero durante el reinado de Amenofis/Amenhotep III los habitantes del estrecho corredor costero conocido por los egipcios como Amurru se constituyen en reino y tratan de ensanchar su terreno a costa de Mittani, ante la despreocupación del faraón por los ataques de “sus vasallos” a la propia Mittani. Éste responde invadiendo todo el territorio amorreo, hecho que debería provocar la intervención egipcia. Con la llegada al trono hitita de Suppiluliuma, se arrebata a Mittani, uno tras otro, sus estados satélite y entre éstos también sus nuevas adquisiciones; mientras, el nuevo faraón, Akhenaton, primero Amenhotep/Amenofis IV, no muestra el suficiente interés por recuperar la franja de Amurru, que de hecho quedará en poder hitita hasta el reinado de Seti I.
Tras el reinado de Akhenaton, Egipto se sumió en una crisis institucional que desembocaría en 3 dictaduras militares consecutivas, el ultimo soberano-dictador, Horemheb, dejó como heredero suyo a un general retirado, Ramsés I, que inicia la XIX dinastía. Su hijo y sucesor, Seti I, también se había curtido en el ejercito, así que emprendió una campaña para recuperar el control de Qadesh y Amurru (entre otras) cuando llevaba menos de 2 años en el trono. La primera ciudad fue conquistada sin problemas pero la segunda no, pues debió hacer frente a un ejercito hitita de leva movilizado improvisadamente para hacer frente al avance egipcio. El hecho de que los hititas contraatacaran con una fuerza tan débil era porque su ejercito profesional en aquel momento estaba defendiendo sus fronteras de la expansión asiria. A pesar del éxito inicial, esta situación no duraría mucho, pues poco antes de la muerte de Seti I, Qadesh volvería a estar de nuevo bajo la influencia hitita, motivando así la campaña de Ramsés II.
EL BANDO EGIPCIO
Ramsés II había heredado el trono de su padre, Seti I, siendo muy joven, aunque para entonces ya había recibido una sólida formación militar, tanto por ser descendiente de militares profesionales de alto rango como también por ser príncipe heredero de Egipto. Ya antes de su llegada al trono había participado en varias expediciones militares, bajo las órdenes de su padre primero, y mandando él mismo sus ejércitos después. Tradicionalmente, el ejército egipcio había estado compuesto por 2 divisiones, una con base en Tebas y bajo la protección del dios Amón, y otra acuartelada en Heliopolis y con Ra como dios protector, compuestas ambas por 4.000 infantes y 500 carros de guerra de 2 tripulantes. Sin embargo, se cree que Tutmosis III llegó a contar con 4 de éstas (200 años antes de esta batalla) y se sospecha que, o bien Ramsés I o bien Seti I, crearon una tercera división bajo la protección de Seth; pero es tras la remodelación ideada por Ramsés II cuando el ejército queda constituido por 4 divisiones, las 2 tradicionales, la de Seth con base en Pi-Ramsés, y la de Ptah, en Menfis, por lo que en total las fuerzas sumarían unos 16.000 infantes y 2.000 carros de guerra.
Los carros, que en un primer momento habían sido copiados a los invasores Hicsos, habían sido mejorados por los egipcios, colocando el eje lo más atrás posible, con una trocha de mayor tamaño que el ancho del vehículo, las ruedas con 6 radios, y el compartimento hecho de un ligero armazón recubierto por junco y pieles, lo que daba al carro mayor velocidad, ligereza, estabilidad y capacidad de maniobra. El carro egipcio estaba diseñado para 2 tripulantes, el seneny o arquero (que además solía ser el propietario del vehículo), y el kedjen o conductor, que, además debía proteger al seneny con un escudo. Los carros de otros ejércitos eran más robustos y llevaban a un tercer hombre, que bajaba a rematar a los enemigos heridos que dejaba el carro a su paso, pues no había nada más peligroso para éstos que un enemigo vivo a su retaguardia. Los egipcios solucionaban esto con un infante corriendo a la par del carro a fin de proteger a sus tripulantes. La principal tarea de un carro de guerra egipcio durante el combate era debilitar las líneas enemigas con el arco, obligarlas a dispersarse y traspasarlas con el carro disparando a los enemigos. Las armas de la infantería, aparte del arco compuesto, eran las espadas khopesh en forma de pata de caballo y realizadas en bronce, las dagas y las hachas de combate, aunque las unidades extranjeras (mercenarios, prisioneros indultados etc.) conservaban sus peculiaridades; al contingente de 20.000 soldados de Ramsés II habría que sumarle además todos los extranjeros, a los que no se les contaba dado que no eran egipcios, incluido también el contingente amorreo conocido como los Ne’arin.
EL BANDO HITITA
El propio rey Muwatalli II estaba al frente del ejército hitita, llevando en el trono unos 4 años más que Ramsés II en el suyo. Era un gobernante competente que logró reunir el mayor contingente de la Historia de su imperio, pues consiguió reunir tropas de todos y cada uno de los territorios bajo influencia hitita, en total unos 40.000 infantes y 3.700 carros de guerra. Esto suponía un gasto extraordinario para el Estado, por lo que el rey Muwatalli II ordenó a todos sus soldados que donasen sus pagas, concediéndoles a cambio el derecho al saqueo. Las tropas se componían de militares profesionales y levas de reserva, y en el caso de los carristas estaban bien entrenados, pues para los campesinos ricos de Hatti era todo un honor y un privilegio proteger a su país con el arma principal del ejercito hitita, el carro, y de forma regular solían hacer ejercicios de entrenamiento táctico para así estar a la altura de los militares profesionales. En cuanto a la infantería, al no ser ésta el arma básica del ejercito hitita, las levas de reserva además solían carecer de la mas básica preparación.
El carro hitita era mas sólido y robusto que el egipcio, por lo que podía hacer más daño a la infantería, rompiendo formaciones y atropellando a infantes aislados. Sin embargo, también era mucho más lento, difícil de maniobrar y propenso a volcar en los virajes bruscos, y podía transportar 3 tripulantes: el conductor, el lancero y un escudero (que además de proteger al propietario del carro haría un trabajo similar al del infante corredor egipcio). La principal ventaja del carro hitita era la inercia que podía alcanzar en terreno llano y sin obstáculos, que lo convertía en el arma ideal para lanzar contra las formaciones de infantería; los carros de sus aliados eran carros del tipo hurrita de 2 tripulantes, parecidos a los carros egipcios y por lo tanto más ligeros que sus homólogos hititas. Las armas de la infantería hitita eran una espada de bronce en forma de hoz, y un hacha de guerra (también de bronce), aunque por entonces comenzaban a aparecer las primeras armas de hierro. La guardia personal del rey llevaba lanzas largas y dagas, al igual que los carristas; la infantería hitita estaba subordinada a los carros, pues la verdadera finalidad de ésta era aprovechar el momento en el que los carros abrían una brecha en las filas enemigas para penetrar por allí, terminando el trabajo.
FASE PREVIA A LA BATALLA
En el año 1302 a.C., Amurru se distanció políticamente del reino hitita para pasar al bando egipcio, lo que motivó que Muwatalli II enviara una misión diplomática a Pi-Ramsés declarando la guerra. Ramsés II, tan pronto como recibe la declaración de guerra, se presta a agrupar a todo su ejército en el Delta y desde allí emprende la marcha en dirección noreste pasando por la actual Gaza y continuando hacia el norte por caminos diferentes. Esto no deja de tener lógica, pues si una columna divisionaria, con 5.000 soldados, más los carros, caballos, logística, etc., debía extenderse varios kilómetros a lo largo del camino, una columna de 4 divisiones podría entorpecer la marcha e incluso colapsar las comunicaciones. Al cabo de 1 mes de marcha la vanguardia de la división Amón, con Ramsés II a la cabeza, llegó hasta las proximidades de Qadesh, a menos de 1 día de distancia, por la orilla oriental del Litani (también conocido como Orontes). A ésta le seguía la división Ra, mientras que las otras 2 divisiones (según diferentes fuentes) o bien discurrían por caminos paralelos entre la orilla occidental del río y la costa, o bien iba la división de Ptah tras la de Ra, y tras ésta la de Seth, y más al oeste iban los refuerzos amorreos y cananeos, conocidos como los Ne’a rin.
LA BATALLA
Al amanecer del día de la batalla, Ramsés bajó hasta la ribera y cruzó el río por un vado situado al sur de Qadesh, junto al bosque de Robawi, alargándose el vadeo toda la mañana y parte de la tarde pues junto a la división Amón viajaba también el sequito real (y posiblemente la mayor parte de la intendencia); Ramsés marchaba confiado pues sus soldados habían capturado a dos beduinos que, tras ser interrogados, les habían dicho que la columna hitita aun estaba a varios días al norte de allí, por lo que contaban con la ventaja de llegar los primeros al lugar de la batalla y tener sus tropas ordenadas y descansadas para el enfrentamiento; las explicaciones de las diversas fuentes de por que no envió Ramsés observadores para contrastar esa información es, o bien su falta de experiencia (aunque él ya había dirigido tropas), o exceso de confianza, o la prisa por ser el primero en llegar al lugar; pero lo cierto era que las tropas de Muwatalli ya se encontraban junto a Qadesh, ocultas al este de la ciudad vieja.
Ramsés, su séquito y la división Amón avanzaron rápidamente y establecieron su campamento al oeste de la ciudad (probablemente junto a un afluente del Litani) tras ellos marchaban por la llanura los soldados de la división Ra, relajados y convencidos de que el enemigo aun estaba a varios días de camino, tras esta, la división Ptah aun estaba vadeando el río, y aun no había noticias de la división Seth y los Ne’a rin; de repente unos carros hititas cruzaron el río por un vado al sur de la ciudad, salieron al encuentro de la columna y rompieron el flanco derecho de la división Ra, atravesándola por completo, la vanguardia de Ra (carros incluidos) buscó refugio en el campamento mientras el resto se dispersaban en todas direcciones, Ramsés y los carros de Amón salieron del campamento, defendido solo por los infantes, mientras algunos hititas desertaban para dedicarse al saqueo; entonces los carros egipcios dirigidos por su rey contraatacaron a los enemigos por su flanco izquierdo, obligándoles a retroceder.
Pero Muwatalli aun tenia mas tropas, así que, dejando a la infantería como reserva, ordenó a los demás carros lanzar otra carga contra el desordenado campamento egipcio, este había quedado cubierto de carros volcados y otros obstáculos difíciles de salvar por los pesados carros hititas, pero fáciles de superar por los egipcios; Ramsés y lo que quedaba de sus dos primeras divisiones se defendieron, con los carros lanzando flechas en movimiento y maniobrando ágilmente entre los obstáculos, y la infantería lanzando mas flechas o rematando a los aurigas heridos con sus espadas Khopesh; la división Ptah aligeraba el paso para auxiliar a su rey, pero aun estaban lejos y los carros hititas eran demasiados, en el ultimo momento llegó desde el noroeste el resto de la fuerza, los Ne’a rin según unas fuentes y la división Seth según otras, con la incorporación de este nuevo contingente, los egipcios contraatacaron a los carros hititas, rodeándoles por el norte, oeste y sur, aniquilándolos.
Dos de las divisiones de Ramsés habían sufrido gravísimas perdidas, sobre todo de infantería, pero las otras dos, así como las tropas auxiliares, estaban frescas y apenas habían sufrido bajas, el propio Ramsés II se encargó de castigar a los que habían huido, diezmándolos, a fin de motivar a lo que quedaba de sus 2 primeras divisiones, en cuanto a los suministros, la mayoría se debieron perder durante el ataque al campamento; por el contrario, Muwatalli había perdido casi todos sus carros, y entre ellos, a buena parte de la nobleza hitita, aunque conservaba la infantería y la logística, pero lo importante era que la ciudad de Qadesh seguía estando aun en poder hitita, y aunque Ramsés intentara asediarla, era evidente que no podría conservarla y se vería obligado a regresar a Egipto; la mejor solución para ambos monarcas era el armisticio. Pero los pequeños estados-satélite no compartían este punto de vista, pues tanto los reinos vasallos de Egipto como los del Hatti no tardaron en rebelarse contra estos (aunque no tardaron en ser castigados por ello) pues entendían que sus respectivos amos no eran lo suficientemente fuertes.
EL TRATADO DE QADESH
Tras la muerte de Muwatalli II, fue coronado su hermano Hattusil III, el artífice del tratado de paz entre Egipto y el Hatti, 16 años después de la celebre batalla, cerrando así las heridas abiertas por la guerra; si Qadesh fue la primera batalla documentada por fuentes contemporáneas de toda la historia, este seria el primer tratado de paz, al menos el primero conocido; el borrador fue grabado sobre una plancha de plata en Acadio (lengua franca de la diplomacia) sellado por Hattusil y enviado a Pi-Ramsés; tras añadir Ramsés unos retoques, fue grabado en otra plancha de plata y enviado a Hattusa (capital del imperio hitita); los dos originales fueron depositados a los pies de sendos dioses, Ra (en Egipto) y Teshub (en Hatti) y además fueron traducidos a sus respectivas lenguas. Dicho tratado establecía las nuevas fronteras entre ambos imperios e incluía el compromiso de sus reyes a no volver a luchar entre si; Egipto renunciaba a Qadesh, el resto de estados del valle del Litani y de sus inmediaciones, pero lo mas llamativo fue la boda de Ramsés con una hija de Hattusil, a la que nombró reina; en los 110 años siguientes (hasta la desaparición del Hatti a manos de los “pueblos del mar”) se respetó dicho acuerdo y ambos imperios no volvieron a luchar entre si.