INTRODUCCIÓN
Tras la caída del imperio hitita como consecuencia de los sucesos desencadenados por la crisis del 1200 a.C., en la zona central de la meseta anatólica nuevas poblaciones (los frigios) se superpusieron a las antiguas, del mismo modo que la organización política y cultural retrocedió hasta el nivel de aldea. En cambio, en la zona suroriental tribus de lengua luvita e hitita lograron resistir y formaron una serie de Estados de carácter comarcal, normalmente con una ciudad por capital, pero con un extenso territorio entre montañas, los conocidos como Estados neohititas (o luvio-arameos).
DESCRIPCIÓN DE LOS ESTADOS NEOHITITAS
Después de haberos presentado brevemente el origen de los Estados neohititas, es hora ya de ponerles nombre y ubicación a todos ellos, los cuales puedes ver en el mapa de arriba. El territorio neohitita, que limita al sur con los arameos, al noroeste con los frigios, y al este con los asirios por el río Éufrates, se divide en una decena de Estados de dimensión comarcal. Al sur de la línea Amanus-Antitaurus, en el norte de Siria, los dos Estados neohititas que mayor continuidad tienen con la época del imperio hitita son Karkemish y Patina, llamado Unqi por los asirios, heredero del antiguo reino de Mukish, y actualmente conocido por el nombre de ‘Amuq. Remontando el Éufrates por la orilla derecha, nos encontramos primero el reino de Kummukh y luego Malatya. Al oeste de estos dos reinos estña el de Gurgum, con capital en Marqasi. La región anatólica de Cilicia se divide en dos reinos: al este, en la llanura, está el reino de Que, y al oeste, en los montes, está el de Khilakku. Más allá de los montes Taurus está el reino de Tabal, que es más bien una confederación de reinos menores. A nivel general, hay que decir que en este medio, además del control de las zonas agrícolas, es muy importante el control de las vías de comunicación y las vías de los recursos mineros y forestales, que están ahora en pleno auge debido a la aparición de la tecnología del hierro.
LOS ESTADOS NEOHITITAS ENTRE EL 1200 Y EL 850 A.C.
1) Los Estados neohititas entre el 1200 y el 1000 a.C.:
Todo el periodo de Historia de los Estados neohititas comprendido entre el 1200 y el 1000 a.C. es bastante oscuro y desconocido, sobre todo debido a que estos reinos todavía se encuentran sufriendo los efectos de la caída del imperio hitita. Por una parte, esta caída tiene ventajas, ya que les ha brindado la posibilidad de conseguir una autonomía política y un desarrollo propio, pero por otra parte, también tiene su lado negativo, ya que no cuentan con una organización política y territorial consolidada. Por este motivo, ciudades como Karkemish o Malatya están moviéndose en un difícil equilibrio entre la continuidad cultural o la reestructuración hacia nuevos sistemas, lo que no ocurre en los otros reinos porque son más nuevos y menos desarrollos.
2) Los Estados neohititas entre el 1000 y el 850 a.C.:
Sin embargo, esta situación va a cambiar en el periodo comprendido entre el 1000 y el 850 a.C., ya que todos los Estados neohititas se van a desarrollar plenamente y van a dejar algunas huellas de su Historia que se pueden estudiar, como los monumentos reales locales. Gracias a éstos, se pueden reconstruir parcialmente las secuencias dinásticas de algunos de los reinos neohititas. Por ejemplo, sabemos que en Karkemish está la dinastía en la que reinan soberanos como Sukhi I, Astuwatananza, Sukhi II o Katuwa, puesto que han dejado numerosas inscripciones, monumentos y obras urbanísticas. Por poner otro ejemplo, en Gurgum reina una dinastía cuya secuencia se conoce gracias a la genealogía del último rey de la misma, Khalparuntiya III. Una ciudad del reino de Patina, ‘Ain Dara, cuenta con una impresionante serie de relieves esculpidos y un templo que hacen suponer que tenía una gran importancia religiosa dentro del mundo neohitita. Sin embargo, de los otros sabemos bastante poco. De Malatya, por ejemplo, solo sabemos de la existencia de un tal rey Sulumeli, que habría sido el constructor del complejo monumental de la «puerta de los leones». A pesar de este desconocimiento, podemos decir que los reinos neohititas en su conjunto van a progresar todavía a salvo de las devastadoras incursiones asirias de su futuro.
LAS INCURSIONES ASIRIAS A LOS ESTADOS NEOHITITAS
1) Las campañas de Salmanassar III:
La primera incursión asiria al oeste del Éufrates fue encabzada por el rey Assurnasirpal II al final de su reinado. Al contrario de lo que se podría pensar, no saqueó el territorio neohitita, sino que se limitó a atravesar los reinos de Karkemish y Patina para llegar al valle del río Orontes. Sin embargo, al igual que sucedió con los Estados arameos, todo cambió radicalmente con el reinado del asirio Salmanassar III, que después de asegurarse el paso del Éufrates en Bit Adini emprendió una serie de campañas anuales en Siria. Si bien es cierto que las primeras afectaron sobre todo al centro y sur de Siria, por lo que no molestaron a los Estados neohititas, también lo es que, en el decenio final de su reinado (aprox. 840-830 a.C.), dirigió sus ataques contra los reinos de Patina, Malatya, Que y Tabal. De este modo, los ejércitos asirios han pasado por primera la cordillera del Taurus y han recorrido las rutas que hacían los mercaderes paleoasirios de un milenio antes. Para dejar prueba de ello, Salmanassar III hizo grabar una estela en las rocas del monte Amanus que estaba justo al lado de la del rey Anum Khirbi, de la época de las dichas colonias paleoasirias.
2) Las actitudes neohititas ante las incursiones:
A pesar de todo esto, este no fue el fin de los Estados neohititas, ya que las repetidas incursiones de Salmanassar consiguieron someterlos a pagar tributos a Asiria, pero no a mermar su autonomía política. En lo que respecta a la actitud de los distintos reyes frente al invasor asirio, hay que decir que fue distinta en cada caso. Por ejemplo, los dos reinos más expuestos, Karkemish y Kummukh, optaron por una política de sumisión, pagando el tributo sin rechistar, y, como era de esperar, los choques más encarnizados se dieron en los reinos más apartados, que aspiraban a verse libres del pago del tributo.