Introducción
A lo largo de las últimas entradas hemos visto como todos los territorios situados al oeste del río Éufrates (principalmente, la franja siropalestina y la península de Anatolia), sufrían las consecuencias de la fuerte crisis del siglo XII a.C. y la consiguiente reestructuración. En Mesopotamia, desde mediados del siglo XIV a.C., se había establecido una relación triangular entre el reino de la Babilonia casita, el reino medio de Asiria y el reino medio de Elam. Esta relación se caracterizó por los rápidos y sucesivos cambios en el papel hegemónico de una u otra potencial, teniendo Babilonia el papel más difícil de afrontar teniendo en cuenta su situación geográfica entre los otros dos Estados. En este contexto, Nabucodonosor I (aprox. 1125-1104 a.C.) va a ser el principal conquistador.
Nabucodonosor y la expulsión de los elamitas
Originalmente, los primeros reyes de la nueva dinastía babilonia de Isin tuvieron que hacer frente a la hegemonía elamita en Mesopotamia que abarca entre los reinados de Kutir-Nakhunte y Shilkhak-In-Shushinak (aprox. 1155-1120 a.C.). También se sufrieron algunas incursiones elamitas al otro lado del río Tigris, pero pudieron restablecer su autoridad, situando la capital en Babilonia y haciéndose con el control de toda la región al oeste del Tigris. Los sentimientos «nacionalistas» y anti elamitas que en este momento despertaron en Babilonia se ven bien reflejados en los llamados «Textos de Kedorlaomer». En ellos se proclama la imposibilidad de que ambos pueblos puedan convivir en paz, por lo que se trata claramente de una justificación de la posterior expulsión de los elamitas de Mesopotamia.
Esta expulsión de los elamitas de los territorios mesopotámicos es la mayor hazaña del principal rey de la dinastía, Nabucodonosor I (aprox. 1125-1104 a.C.). El relato de la batalla decisiva nos ha llegado en un kudurru (una estela de piedra grabada, usualmente de forma rectangular o fálica y con la parte superior redondeada), gracias al cual podemos saber que el rey, antes del choque militar, había desplegado una acción político-diplomática, poniendo de su parte a los jefes locales de la zona interpuesta entre el bajo Tigris y la frontera elamita. Esta batalla campal proporcionó a Nabucodonosor no solo el triunfo que le permitió entrar en Susa y recuperar al dios Marduk., sino la anexión definitiva de la zona comprendida entre el río Tigris y los montes Zagros.
La reorganización del territorio
Una vez expulsados los elamitas de Mesopotamia, el espacio comprendido entre el río Diyala y el Zab inferior fue codiciado por Asiria y Babilonia. Aquí Nabucodonosor no tuvo tanta suerte, ya que los asirios tuvieron más suerte que el rey babilonio, estableciéndose la frontera entre ambos Estados en estas dos localidades. Al norte de la primera empezaba el teritorio propiamente asirio, mientras que al norte de la segunda había una serie de pequeños Estados arameos teóricamente sometidos a Asiria. A pesar de la no victoria frente a los asirios, no podemos llamar a esto una derrota, ya que Nabucodonosor consiguió extender Babilonia hasta sus límites tradicionales. Ahora mismo, Babilonia no se plantea grandes campañas expansionistas, ya que todo el escenario interestatal ha cambiado, de tal modo que la política exterior se reduce a un vano pulso con Asiria.
Gran parte de las rutas de comunicación interregional también están fuera de uso, debido a los desplazamientos nómadas. Concretamente, las dos siguientes rutas comerciales tradicionales de Babilonia se han vuelto impracticables, al menos a gran escala, de tal modo que no se van a transitar durante varios siglos: la del Éufrates medio que se dirige a Siria, y la del golfo Pérsico que va hasta Dilmun y sigue más allá. La única ruta comercial babilonia que funciona en esta época es la que atraviesa los valles de los montes Zagros, procediendo de allí las espadas y puntas de flecha y de jabalina con inscripciones de reyes babilonios y los productos típicos de bronces locales.
La administración y el gobierno de Nabucodonosor
En el interior del país, la administración sigue las mismas pautas establecidas por la dinastía casita. Hay una veintena de provincias regidas por un gobernador: algunas se llaman como su ciudad capital (Nippur, Isin, Dur-Kurigalzu…) y se concentran en el norte, y otras llevan el nombre de entidades territoriales o casas tribales (generalmente, Bit seguido del nombre del antepasado) y se concentran en la franja situada al este del Tigris. En otro orden de cosas, un rey con tales hazañas debía cuidar al detalle su imagen propagandística. Por este motivo, los éxitos militares se subrayan con un enfoque nacionalista,se alardea de la actividad constructiva, se insiste en el carácter piadoso del rey, y se hace hincapié en la capacidad del rey para impartir justicia sabiamente.
Tras la muerte de Nabucodonosor I la II dinastía de Isin se mantiene casi un siglo más, con una sucesión de reyes que siguen enfrentándose en vano con Asiria en las zonas citas. Durante estas decenas de años, se alternan las guerras y las treguas, con más estatuas divinas capturadas y liberadas. Mientras tanto, el desarrollo imparable de los Estados arameos que hemos visto en anteriores entradas va a dejar parte del territorio rural mesopotámico fuera del control político y administrativo central.
Bibliografía
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