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TRANSCURSO Y CONSECUENCIAS DE LA BATALLA DE QADESH

Autor: Giuseppe Rava

Autor: Giuseppe Rava

Fragmento de un artículo sobre la batalla de Qadesh publicado por mí en el número 3 de la revista Egiptología 2.0. Puedes acceder al artículo completo a través de este enlace.

La batalla de Qadesh

La batalla de Qadesh fue una contienda bélica que enfrentó al ejército del faraón egipcio Ramsés II (1279-1213 a.C.) con el ejército del rey hitita Muwatalli II (c. 1295-1272 a.C.) en las proximidades de la ciudad de Qadesh, a orillas del río Orontes y a la altura del lago Katina, en el año 1274 a.C..

Este enfrentamiento está contextualizado, por un lado, en la XIX Dinastía del Antiguo Egipto, la primera del llamado periodo ramésida (un sub periodo del Reino Nuevo que abarca entre el 1295 y el 1069 a.C.), y, por otro lado, en el Imperio Hitita (1370-1190 a.C.).

La singularidad de este conflicto reside en varios factores: en primer lugar, es la batalla más antigua que ha quedado documentada en fuentes escritas de conocimiento histórico; en segundo lugar, es la primera de la Historia que generó un tratado de paz documentado y conservado en la actualidad; y en tercer lugar, es el último choque militar que se va a librar en su totalidad con la tecnología militar de la Edad del Bronce.

Bandos en la batalla de Qadesh

Los dos contendientes en esta batalla van a ser el ejército del faraón Ramsés II, formado por cerca de 2000 carros de combate y cerca de 16.000 soldados de infantería, y el ejército del rey hitita Muwatalli II, formado por cerca de 3500 carros de guerra y cerca de 20.000 soldados de infantería. La ruta que siguieron las tropas egipcias para ir al encuentro no la conocemos exactamente, pero hay un par de aspectos certeros.

Lo más probable es que se desplazaran a través de la costa cananea hasta las inmediaciones de la ciudad de Biblos, donde se dividieron en forma de tenaza, de tal modo que el grueso de las fuerzas cruzó el Valle de la Beqaa, avanzando hacia Qadesh, mientras que otras unidades de combate recorrieron el litoral hasta llegar a la desembocadura del Eleuteros, río que ofrecía un excelente paso hacia el noroeste de la ciudad enemiga. De este modo, las cuatro divisiones en las que se organizaba el ejército del faraón (nombradas en base a dioses egipcios, Amón, Ra, Ptah y Seth) marchaban a través de pasos interiores, separadas entre ellas por unos 10.5 kilómetros de distancia.

Relieve de Ramsés II en la batalla de Qadesh, templo de Abu Simbel

Antecedentes de la batalla de Qadesh

El primer paso lo dio la división de Amón, la cual, comandada por el propio faraón, cruzó el río Orontes y avanzó hacia Qadesh. Durante el trayecto, fueron apresados dos shasu (nombre por el que los egipcios conocían a los beduinos) que informaron sobre la presencia de numerosas tropas hititas en Aleppo, ciudad que se hallaba muy lejos de la actual ubicación egipcia.

Al atardecer de aquel mismo día, el primer cuerpo expedicionario egipcio acampó al noroeste de Qadesh, momento en el cual capturaron a dos espías hititas que relevaron el engaño de los shasu tras un brutal interrogatorio: un gran ejército, al mando del propio rey Muwatalli II y formado por numerosos vasallos de los hititas, estaba acantonado al este de Qadesh.

Como consecuencia, Ramsés II ordenó el inmediato envío de mensajeros a las restantes unidas para que aceleran la marcha. Los oficiales de la división de Ra, que se encontraban a unos veinte kilómetros de Qadesh, recibieron la noticia durante la noche y ordenaron la rápida movilización de sus tropas, al tiempo que mandaban despachos a las dos divisiones situadas al sur.

Movimientos de las tropas durante parte de la batalla de Qadesh

Estallido de la batalla de Qadesh

Cuando al amanecer del día siguiente la división de Ra estaba cerca del punto de encuentro con la de Amón, sucedió un gran desastre para las tropas egipcias: unos 2500 carros atacaron por sorpresa su flanco derecho, causando numerosas bajas en el bando egipcio.

A diferencia de los carros egipcios, que básicamente no eran más que unas plataformas de disparo móviles, los carros hititas eran unas auténticas y robustas máquinas de guerra. Cada uno de ellos transportaba a tres personas, un conductor y dos soldados, armadas con afiladas lanzas diseñadas para el combate a corta distancia. Ante esto, incapaces de formar, los supervivientes habrían salido huyendo hacia el campamento del faraón. Además, los integrantes de la división de Amón, al ver lo sucedido a sus compañeros también huyeron precipitadamente hacia el norte.

Reconstrucción de un posible carro de combate hitita

Afortunadamente para los egipcios, los hititas se contentaron en ese momento con saquear el campamento, perdiendo así la oportunidad de sentenciar una batalla que podrían haber ganado antes casi de que comenzara. Este error estratégico de los hititas fue aprovechado por Ramsés II, que reorganizó sus tropas y sumó a las recién llegadas unidades procedentes del litoral.

El segundo día de la batalla de Qadesh

A continuación, el faraón egipcio lanzó un contraataque que arremetió contra los carros hititas que continuaban saqueando en el campamento, obligándoles a un repliegue hacia el sur de Qadesh, donde estaba su retaguardia con los otros 1500 carros de combate. Tras horas de combate y ante la llegada de la división de Ptah, los hititas se retiraron, cruzando el río Orontes y dejando numerosos cadáveres, entre los que se encontraban, como mínimo, 17 oficiales hititas importantes. Asimismo, los egipcios hicieron numerosos prisioneros, tal y como se muestra en representaciones de la batalla como el relieve del muro exterior norte del templo de Ramsés II en Abydos.

Estado actual de una estatua del rey hitita Muwatalli II

Al amanecer, tras una noche de tregua que sirvió para atender a los heridos y reparar los carros averiados, los dos ejércitos volvieron a enfrentarse en la llanura frente a Qadesh, pero esta vez con ambos bandos muy debilitados. Los egipcios sufrieron grandes pérdidas, ya que no pudieron hacer frente a la potencia de una infantería hitita que no había participado en el ataque del día anterior, por lo que se conservaba íntegra.

Por su parte, los hititas habían perdido buena parte de sus carros en el contraataque egipcio del faraón, por lo que no fueron capaces de obtener una victoria definitiva. Finalmente, tras varias horas de combate, y que sepamos solo de fuentes egipcias, ambos soberanos imperiales se retiraron con lo que quedaba de sus ejércitos sin que hubiera una victoria para ninguno de los dos y acordaron un armisticio que daba por concluido el conflicto.

Relieve de Ramsés II en la batalla de Qadesh, templo de Abu Simbel

Consecuencias de la batalla de Qadesh

A su vuelta a Egipto tras dos meses fuera y un ejército muy mermado, Ramsés II procedió a darle la vuelta al episodio de Qadesh en beneficio propio. En una campaña propagandística minuciosamente preparada, el faraón difundió por todo Egipto su versión de la gloriosa victoria en la batalla. Los mejores escritores del país compusieron una detallada descripción en prosa de la batalla junto con un poema épico, ambos destinados a celebrar la gran victoria del rey sobre los hititas.

Diversos textos y representaciones fueron plasmados en los muros de los templos de Abydos, Karnak, Luxor, Abu Simbel y el Ramesseum. Sin embargo, lo cierto es que Egipto no consiguió ninguno de los objetivos que buscaba con este conflicto bélico. Y todo esto sumado a las muy numerosas bajas que el ejército había sufrido en la batalla en sí.

Vista aérea de los restos del Ramesseum

Para los hititas no irían mucho mejor las cosas. Apenas un año después de la batalla con los egipcios, aprovechando la debilidad temporal del ejército hitita, un ejército asirio atacó lo que quedaba del antaño poderoso reino de Mitanni, convirtiéndolo en uno de sus Estados vasallos. Ramsés II, ante esta señal de advertencia, no se quedó impasible, e inició una serie de campañas en Próximo Oriente para afianzar el control egipcio sobre sus dominios imperiales.

Tras mucho tiempo de tensas negociaciones, se negociaron los detalles de un tratado. Así, en 1259 a.C., quince años después de la batalla de Qadesh, una gran delegación partió a Pi-Ramsés desde Hattusa. Una vez en la corte de Ramsés II, el principal representante hitita le obsequió con una gran tablilla de plata, grabada con textos en escritura cuneiforme. Era un regalo del propio rey Khattushili III, una copia del exhaustivo tratado que desde aquel momento uniría a los egipcios y los hititas en un acuerdo de apoyo y amistad mutuos. Para no ser menos, Ramsés II había hecho grabar la versión egipcia del tratado en las murallas de Ipetsut.

Algunos fragmentos conservados de copias del tratado de paz entre hititas y egipcios años después de la batalla de Qadesh

Este documento, tras declarar el cese oficial de las hostilidades entre ambos reinos, celebraba el establecimiento de relaciones amistosas. Las características de este tratado abarcaban desde un pacto de no agresión hasta una alianza defensiva, pasando por un acuerdo de extradición, una amnistía para los refugiados, y una cláusula para salvaguardar la sucesión real en ambos imperios. De este modo, quedaba satisfecho el honor tanto de los hititas como el de los egipcios, y los dos bandos podían cantar victoria.

Bibliografía

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LARA, Federico (1998): Diccionario biográfico del mundo antiguo. Egipto y Próximo Oriente. Editorial Aldebarán, Madrid.

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MARTÍNEZ, Javier (2007): Faraones guerreros. Historia militar de Egipto desde la dinastía I hasta la XXVI. Impresiones Sant Feliu de Guixols, Gerona.

LIVERANI, Mario (2012): El antiguo Oriente. Historia, sociedad y economía. Editorial Crítica, Barcelona.

DE SOUZA, Philip (2008): La guerra en el mundo antiguo. Editorial Akal, Madrid.

Fragmento de un artículo sobre la batalla de Qadesh publicado por mí en el número 3 de la revista Egiptología 2.0. Puedes acceder al artículo completo a través de este enlace.

Resumen
Nombre del artículo
La batalla de Qadesh, la lucha entre el faraón Ramsés II y el Imperio Hitita
Descripción
La batalla de Qadesh, librada en el 1274 a.C,​ fue un combate en que se enfrentaron las fuerzas egipcias de Ramsés II y de los hititas de Muwatalli.
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