Introducción
Se conoce como Pentecontecia al periodo histórico de la antigua Grecia que abarca desde el final de la Segunda Guerra Médica (479 a.C.) hasta el inicio de la Guerra del Peloponeso (431 a.C.). Recibe este nombre porque se traduce literalmente como “periodo de cincuenta años”. Por ello, todos los acontecimientos que se producen en estas décadas están contextualizados en la Pentecontecia. Esto incluye también la edad dorada de la democracia ateniense, cuya máxima figura histórica fue Pericles, uno de los estrategos más importantes de la Historia griega.
La ekklesía en la democracia ateniense
En la Atenas del siglo V a.C., el funcionamiento de la democracia ateniense se sustentaba en la ekklesía, la asamblea ciudadana, y en la heliaia, un conjunto de jurados de reserva que debían prestar servicio en los tribunales de justicia. Independientemente de su nivel socioeconómico, todos los ciudadanos varones podían formar parte de estas dos instituciones. Precisamente, Pericles es uno de los personajes más célebre de la antigua Atenas no por sus hazañas militares, sino por sus elevada capacidad de oratoria y dialéctica. Este talento le llevó a ser elegido muchas veces para ser estratego, y a convencer repetidamente a la asamblea de la necesidad de convertir sus propuestas en leyes.
La ekklesía, la asamblea ateniense, se reunía periódicamente al aire libre en lo alto de una colina llamada la Pnix. Durante las Guerras Médicas, la asamblea se reunía solo una vez al mes. Con el paso del tiempo se fue aumentando el número de sesiones, y en tiempos de Pericles (a partir del 461 a.C., con el ostracismo a Cimón, y hasta su muerte, en el 429 a.C.) eran de forma casi semanal. En estas reuniones se discutía acerca de la política a seguir por Atenas. Por ello se votaba sobre asuntos de leyes, finanzas, impuestos, relaciones exteriores, cargos políticos…
La nueva ciudadanía en la democracia ateniense
A las sesiones más importantes de la asamblea, como aquellas en las que se votaba una condena al ostracismo, podrían haber asistido unos seis mil ciudadanos varones. Esta cantidad representaba en tiempos de Pericles a la octava parte de los ciudadanos adultos de la península del Ática.
Al respecto de esto, en el 451 a.C. Pericles consiguió que se aprobara una reforma de la ley de ciudadanía. Anteriormente, todos los hijos que tuvieran un padre o una madre que fuera ciudadano ateniense podían ser inscritos como ciudadano a la edad de 18 años. Con la reforma de Pericles, no bastaba con tener un progenitor ciudadano para heredar esa condición, sino que ambos padres debían serlo.
De este modo, por ejemplo, los hijos de una ciudadana y un extranjero no podían ser ciudadanos. Esto tuvo una consecuencia directa sobre las relaciones sociales, ya que un ateniense solo podía casarse con un ateniense, lo que en la práctica limitaba mucho la elección de cónyuges.
La participación política en la democracia ateniense
En la democracia ateniense no existían partidos políticos, no al menos como se entienden en la actualidad. Un ciudadano podía ser de una determinada ideología y seguir a determinados políticos famosos durante toda su vida, pero nunca estaría dentro de un grupo cerrado. Asimismo, el nivel de participación de los ciudadanos asistentes variaba mucho. Algunos no tomaban nunca la palabra, otros lo hacían de vez en cuando, y otros hablaban con frecuencia.
Para hablar en el debate de la asamblea, existía un orden de participación. Primero podían hablar los generales, y después hablaban los ciudadanos particulares, de más viejo a más joven. Una vez concluida la sesión, que podía durar desde por la mañana hasta por la tarde, se procedía a votar a mano alzada. El hecho de que la democracia ateniense permitiera participar a todos los ciudadanos varones no significaba que asistieran todos. Dependiendo de lo cerca que vivieran de la colina Pnyx y de la importancia de los temas a tratar, la asistencia de los ciudadanos era mayor o menor.
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La democracia ateniense y los magistrados
En la democracia ateniense de la época clásica existían alrededor de 700 cargos públicos oficiales. La mayoría de ellos eran colegiados y duraban un año, y una parte de ellos eran elegidos por sorteo. Ejercían el poder complementariamente, ya que en la antigua Atenas no existía una figura equivalente al presidente o a un primer ministro.
Solo los miembros de los dos estratos sociales más altos -los pentakosiomédimnoi y los hippeis– podían aspirar a las magistraturas más importantes. Por otro lado, los zeugitai podían competir para ostentar las magistraturas más básicas, mientras que los thetes, los más pobres, solo tenían permitido participar en la asamblea ateniense. Con este sistema político, la mayoría de los ciudadanos varones atenienses desempeñaron al menos un cargo político a lo largo de su vida.
Una de las particularidades más notables de la democracia ateniense fue la gran participación de sus ciudadanos varones en la Heliaia, en el sistema judicial. A lo largo de la Historia ateniense el número de ciudadanos que actuaban como jurados en esta institución varió, desde unos centenares hasta unos 1500. Al ser tantos, la sentencia del tribunal era inapelable, porque se supone que era una minoría representativa del total del pueblo ateniense.
Para garantizar la popularidad entre los ciudadanos de participar como jurado, Pericles introdujo una reforma en este sistema. Cada vez que un ciudadano ejercía de jurado en la Heliaia se le debía pagar una pequeña cantidad de dinero. Con el paso del tiempo, esta medida se generalizó para todas las instituciones, y se pagó tanto a los miembros del Areópago como incluso a los asistentes a la Asamblea.
Bibliografía
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