Artículo escrito por Alberto Escudero Morales
Introducción
Las Kronia fueron unas festividades celebradas en la antigua Atenas en honor al titán Cronos. Durante el tiempo en la que se extendían, los esclavos adquirían cierta libertad y protagonismo, diluyéndose su estatus, deberes y obligaciones hasta igualarse al resto de ciudadanos de pleno derecho.
Paradójicamente, lo que se conseguía con estas fiestas era reafirmar el orden social establecido en la polis. De alguna forma, el descontrol y la anarquía siempre llegaban a su fin, limitando y concentrando los comportamientos subversivos y atípicos en fechas señaladas. Así, y como sucede con las Saturnales romanas, las Kronia han pasado a la historia como un ritual religioso y carnavalesco que, de forma casi imperceptible, contribuían a mantener el orden en la sociedad.
La esclavitud en la antigua Grecia
Para el siglo V a.C, la polis, la ciudad-estado clásica, no podía concebirse sin esclavos. El entendimiento que el antiguo griego tenía del mundo no percibía la existencia de la esclavitud como algo necesariamente negativo.
Sin ir más lejos, un filósofo como Aristóteles llegó a considerarla un fenómeno plenamente natural y necesario para el mantenimiento de la vida en la ciudad. Para ello, habló de la existencia de dos tipos de hombres: aquellos robustos y, por lo tanto, prestos a trabajar; y aquellos otros cuyas capacidades los acercaban a la vida en política.
Todos estos esclavos, o al menos la gran mayoría, provenían de botines de guerra y de prácticas comerciales, un negocio muy rentable para algunas ciudades como Atenas. No existía más límite que el de no esclavizar a griegos y solo hacerlo con metecos (extranjeros). No obstante, esto no era así siempre, tal y como sucedía en Esparta con la población hilota, que sufrió la esclavitud permanente por parte de los lacedemonios.
Las kronia: espejo de una sociedad conflictiva
Como vemos, en la Antigua Grecia clásica, la polis no constituyó nunca un núcleo homogéneo. La ciudad y su comunidad la formaban aquellos que gozaban del estatus de ciudadanos libres, quienes, por lo general, solían ser varones con ciertos niveles de renta. El resto, tanto mujeres como, en especial, esclavos, contribuían con la ciudad, pero, a lo que a sus derechos se refiere, estos no pertenecían a la misma.
Políticamente hablando, en Grecia se dieron muchas formas de gobierno. De todas ellas, tan solo la democracia ateniense llegó a tener ciertos mecanismos de control gubernamental articulados por la mayoría, aunque estos nunca tuviesen en cuenta la totalidad de esa mayoría. Todo lo contrario a lo que sucedía en las kronia, cuando todos eran igualados.
En otras polis (incluida también Atenas en ciertos periodos), se gestaron formas de gobierno que iban desde la tiranía unipersonal hasta el gobierno oligárquico y aristocrático, por lo que la posición del ciudadano medio ya de por sí quedaba mucho más sometida. Platón, de hecho, deja deliberadamente entrever en sus escritos su malestar hacia los sistemas de gobierno imperantes en la Grecia de su tiempo (s. V a.C), —incluida la democracia— por considerarlos altamente conflictivos.
Las kronia como ritual de reversión
Los rituales de reversión son prácticas destinadas a revertir los roles y papeles de determinados actores sociales. Normalmente, buscan expresar acciones prohibidas o resaltar tabúes concretos que en condiciones habituales no estarían permitidos, tolerando momentáneamente una pequeña supresión de la norma establecida.
Parte de estos rituales teatralizan rebeliones y enfatizan aspectos considerados negativos y antinaturales para la sociedad en la que se dan. Es tras dicha exaltación cuando se reafirma la verdadera posición de aquello que, en un pequeño lapso de tiempo, ha sido permitido.
Como rituales que se basan en el cambio o modificación de ciertos roles sociales, las formas en las que se manifiestan suelen guardar patrones comunes. En todos ellos se busca resaltar aspectos antinaturales y contrarios a la norma, queriendo alcanzar una suerte de estado alterno en el orden social de las cosas. Este comportamiento, aparentemente incomprensible, pretende modificar simbólicamente el orden social establecido y, con ello, el orden universal y cosmogónico.
Para muchos antropólogos, estas prácticas teatralizan situaciones totalmente adversas y antinaturales con el objetivo de, precisamente, institucionalizarlas y dirigirlas. Aparentemente, esto provocaba que las contradicciones y demás desigualdades sociales que podrían acabar por dinamitar se hiciesen con un pequeño «espacio» y no resultasen en algo mucho mayor.
Este podría ser el caso de las mujeres zulúes, a quienes se instaba a adoptar comportamientos propios de los hombres en situaciones específicas, bajo la creencia de que esto contribuiría al fortalecimiento del grupo y a las buenas cosechas. También encaja en lo acontecido durante las Kronia, cuando a esclavos y marginados les era concedida una licencia temporal para actuar con cierta libertad.
Las kronia como regreso a una edad dorada
Las Kronia, como ritual de reversión, venían a romper estos esquemas durante el tiempo que durasen. A los esclavos les era entonces permitido actuar con mayor libertad, comer junto a sus amos en la misma mesa y moverse a placer prácticamente por toda la ciudad. Algunos testimonios, incluso, afirman que en los templos se ofrecían hogazas de pan facilitadas por varios devotos de las que podía servirse cualquier persona.
La celebración de las fiestas se producía en el llamado mes de Kronion, también conocido en el calendario griego como Hecatombeón (alrededor de agosto), y solían extenderse por todo un día. Aunque se celebraran en Atenas, las Kronia tenían un origen antiguo y disperso, con prácticas y rituales similares en lugares como Samos, Kolophon o Creta.
De hecho, se especula con la posibilidad de que las fiestas asociadas a Kronos pudieron haber estado antes ligadas a sacrificios humanos. Aun así, los datos recogidos apuntan a creencias legendarias ―probablemente observadas en los fenicios― para después ser asimiladas por los griegos en la figura de Cronos, quien sacrificó a sus propios hijos.
El antecedente más lejano de estas celebraciones se podría encontrar en la antigua Hattusa, capital del imperio hitita, donde se encontró una tablilla en 1983 que narraba una epopeya de liberación de esclavos y endeudados que guarda ciertos paralelismos con las Kronia. Esta tablilla, específicamente, se refiere a una ocasión especial en la que a los dioses derrocados les es permitido reunirse con Tessub y Allani, principales deidades hititas, para compartir un banquete.
A pesar del poco conocimiento que ha llegado hasta nuestros días, sabemos que durante las Kronia se rememoraba la época de dominio del titán Cronos sobre el universo. En este tiempo, todos los seres vivían en opulencia y condiciones de igualdad, pero también en la simpleza y la vacuidad del mundo salvaje, sin civilización.
Esta era recibió el nombre de la Edad de Oro en la Teogonía de Hesíodo, que describe el mito de la derrota de los titanes ante Zeus, y presenta un estado de naturaleza salvaje y utópico. Cabe destacar que es un tipo de creencia que podemos encontrar, aunque con sendas diferencias, en muchas otras religiones.
En Atenas, el regreso a la edad de Oro era plenamente ritual, ya que los esclavos no llegaron nunca a gozar de una libertad total, ni tampoco flaquearon las instituciones de la polis. Al menos simbólicamente, el orden universal era modificado en un lugar y momento específicos, permitiendo todos esos comportamientos atípicos que sumían a la ciudad en el caos de las primeras edades del universo.
El sentido político de las kronia
Como práctica de integración, las Kronia apelaban a una franja de la población que no solo incluiría a esclavos, sino también a demás desamparados que se situaban entre las clases más inferiores de la polis: los thetes.
En la Atenas que despierta tras las reformas de Solón en el siglo VI a.C. siguen existiendo muchas personas dependientes que ven en la figura de los antiguos tiranos del Ática a alguien capaz de mejorar la situación de los más desamparados. Existe, en cierto sentido, una asimilación de estas figuras con el propio titán Cronos y con la abundancia de un gobierno utópico, pero también con el caos amenazante propio de un gobierno tiránico y despótico.
En términos religiosos, se producía una destrucción también temporal del orden cosmológico del universo. La adoración de dioses antiguos y, para el caso, derrotados, implicaba un retorno a otro orden cósmico que era antinatural para los momentos presentes. Paradójicamente, servía como recordatorio a los esclavos de cuál era su lugar natural en el orden en el que verdaderamente vivían.
Las kronia, un tipo de festival muy extendido
Como ritual que directamente parecía retar el lugar de los dioses olímpicos en el orden del propio universo, las Kronia fueron unos festivales que expresaron las contradicciones sociales presentes en el mundo griego. Al mismo tiempo, también sirvieron como instrumento de integración de las clases más desfavorecidas de la polis, que aguardaban por todo un año unas celebraciones que las convertían en protagonistas.
Sin embargo, existieron en el resto del mundo grecorromano muchas otras festividades y rituales que en lo único que se diferenciaban de lo acontecido en las fiestas de Cronos era en el objeto de reversión. Algunas de ellas eran la Bona Dea en Roma o las Tesmoforias en Grecia, para las que la mujer obtenía una serie de libertades y licencias no permitidas en condiciones habituales; o las ya mencionadas Saturnalias, que emulaban lo sucedido en las Kronia. Estas y muchas otras eran la prueba de hasta qué punto los rituales de reversión estaban extendidos en la antigüedad.
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